Vamos a imaginar que España hubiera estado gobernada por la derecha durante los años en que la pandemia del COVID-19 causó más de 120.000 muertes, según datos oficiales. Supongamos que la derecha hubiera decretado dos estados de alarma posteriormente declarados inconstitucionales y varias cuarentenas durante las que se nos prohibió salir de nuestras casas, con policías que nos multaban si llevábamos la mascarilla por debajo de la nariz. Conjeturemos que la gestión de la derecha de esa pandemia hubiera llevado a España a ser récord mundial en muertos por habitantes, líderes mundiales en sanitarios infectados por el virus, campeones en colas del hambre, en destrucción de la economía y en listas del paro. Y pensemos que nos enterásemos ahora de que ese gobierno de derechas que tan nefastamente gestionó el COVID-19, que tantas muertes causó, tanta ruina provocó y tanto nos encerró ilegalmente, hubiera estado aprovechando todas esas trágicas circunstancias para forrarse miserablemente. Vosotros también estáis viendo arder las calles, ¿verdad?
Es sabido que, en España, la izquierda siempre intenta ganar en las calles lo que pierde en las urnas. El ejemplo más claro se vivió cuando, el 12 de abril de 1931, se celebraron unas elecciones municipales tras las que Alfonso XIII había anunciado elecciones constituyentes que limitarían los poderes de la Corona. Dichos comicios fueron ganados claramente por los partidos monárquicos; pero los republicanos dijeron que ellos habían ganado en las grandes ciudades y se echaron a la calle de forma violenta, reivindicando su falsa victoria como plebiscitaria. La Guardia Civil y el Ejército se negaron a utilizar la fuerza para frenar las algaradas y el Rey, para evitar que el conflicto acabase en un baño de sangre y temiendo por su vida y la de sus hijos, abandonó el país. Así, el comité revolucionario republicano proclamó una II República que nadie votó y aprobó una Constitución republicana que, a diferencia de la de 1978, tampoco se sometió a referéndum. La izquierda ganó quemando las calles lo que había perdido en las urnas.
Los sindicatos de izquierdas se manifiestan sólo delante de los hospitales de las comunidades gobernadas por la derecha porque las listas de espera resultan mucho menos perjudiciales si los que mandan son de su cuerda. Las asociaciones estudiantiles protestan por unos falsos recortes de la derecha y cuando gobiernan los zurdos ni se les ve. En realidad, la izquierda no defiende los intereses de los trabajadores ni lucha por la sanidad y la educación, como pretenden hacer creer, sino que todo son maniobras orquestadas con el objetivo de crear el clima que ellos piensan que hará posible que la izquierda gane las siguientes elecciones. Y esto siempre lo han hecho usando la violencia y el desorden.
Pero ahora estamos hablando de que, más de 120.000 muertos y el mayor recorte a las libertades que todos nosotros hemos vivido, fueron aprovechados por el ministerio de Transportes, dirigido por José Luis Ábalos, mano derecha de El 1 que no es otro que Pedro Sánchez, para inventarse en media hora un reparto de mascarillas carísimas a taxistas y camioneros y así poder pagarle 6 millones de euros más a la trama de Aldama y Koldo. Y esta misma trama vinculada directamente con el PSOE también hizo negocios con el Gobierno de Baleares de la socialista Francina Armengol, con el de Canarias del socialista Ángel Víctor Torres y con el ministerio de Interior del socialista Marlaska, todos ellos posteriormente ascendidos por El 1. Si los españoles no somos capaces de salir a la calle para expresar pacíficamente nuestro cabreo contra un gobierno con el que se han forrado sus amiguitos haciendo negocios corruptos mientras los españoles morían, nos merecemos que nos gobierne alguien tan inmoral como El 1.
Publicado el 24/10/2024 en Okdiario
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