Un acuerdo de investidura muy socialdemócrata


Os pongáis como os pongáis, el acuerdo de investidura a que han llegado PP y C’s tiene de liberal lo que yo de promotora de ventas de burkinis, o sea, nada. Se traduce en casi 8.000 millones € más de gasto público al año, teniendo en cuenta que en el 2015 España ha tenido un déficit público de 56.000 millones de €, el 5,6% de nuestro PIB, pese a habernos comprometido con la Comisión Europea a que no superaría el 4,2%. Es decir, nos gastamos y endeudamos en casi 15.000 millones € más de lo que nos habíamos comprometido. Para evitar las sanciones hemos renegociado nuestra senda de reducción del déficit público para bajarlo en 15.000 millones € hasta el 2017 y en 25.000 millones € hasta el 2018. Pues C’s reclama casi 8.000 millones € más de gastos al año. Muy liberal.
Estas reducciones del déficit que debemos hacer pueden hacerse de dos formas, bien aumentando los ingresos públicos, porque crezca nuestra economía o porque nos suban los impuestos, como le encanta hacer al PP; o bien reduciendo el gasto público, como nos gusta a los liberales. Liberales dicen ser Luis Garicano y los chicos de Albert Rivera. No obstante cuando Ciudadanos se sientan a negociar, ya sea con los socialdemócratas del PSOE, como hizo en el pacto de investidura de Pedro Sánchez, ya sea con los conservadores del PP, como ha hecho ahora, les salen siempre unos incrementos de gasto público que son socialdemócratas de libro.
Y es que este documento de 150 compromisos supone incrementos de gastos de 8.000 millones de € al año, a compensar con supuestos incrementos de recaudaciones y con supuestos ahorros por “duplicidades administrativas”. Yo esto lo aprendí en la primera empresa en la que empecé a trabajar analizando proyectos, allí me enseñaron que al estudiar el presupuesto de cualquier nuevo proyecto hay que tener en cuenta una ley infalible que dice que los ingresos reales siempre van a ser menores que los presupuestados, mientras que a los gastos siempre le ocurre lo contrario, aparecen por donde no se esperaban. Se trata del wishful thinkingpresupuestario. Es decir, que los 8.000 millones de € anuales de incremento de gastos públicos reclamados por C’s al PP lo más probable es que acaben siendo 10.000, mientras que las mayores recaudaciones acordadas por subidas de impuestos a las grandes empresas, lucha contra el fraude y ahorro en gastos administrativos duplicados, acabarán siendo filfa en realidad. Con lo que para poder cumplir con la Comisión Europea volverán a meternos otro hachazo fiscal a los pobres contribuyentes medios, que somos los que siempre acabamos pagando los desvaríos socialdemócratas.
Y se quieren gastar ese pastizal sobre todo en ese “complemento salarial garantizado” que ya está más que demostrado que lo que consigue es una inmediata reducción de los salarios reales; en subvenciones y ayudas; y en la creación de comités, comisiones, secretarías, autoridades independientes, institutos y chiringuitos públicos de todo color y pelaje. No, Albert, no te sale nada liberal. Si algo bueno puede decirse de estos acuerdos socialdemócratas es que 8.000 millones de € anuales de aumento de gasto público, que acabarán convertidos en mayores impuestos que pagaremos usted y yo, siendo una barbaridad de dinero para asar todo un rancho de vacas de la UGT, son bastantes menos de los que caerían sobre nuestros pobres bolsillos si del PSOE o Podemos dependiera. Que una es enfurruñada pero optimista y quien no se conforma es porque no quiere.
Publicado el 30/08/2016 en OKdiario

De burkinis y de libertades individuales


Los libertarios de manual lo tenéis claro, un liberal no puede estar a favor de que se prohíba nada. Tenéis que defender el aborto, la prostitución, el suicidio, y hasta la posibilidad de que una persona libre se venda a sí misma como esclava, siempre que lo haga voluntariamente. Pero también existimos otros liberales que todas esas cuestiones las sometemos a diferentes filtros de sentido común y que antes de pronunciarnos examinamos en profundidad el alcance de cualquiera de esas pretendidas libertades, porque ya sabemos que donde comienzan a aparecer distintas libertades, empieza a desaparecer la libertad.
Muchos vais a estar de acuerdo conmigo en que la mejor definición que de libertad podemos hacer es la que expuso Friedrich A. Hayek en Los fundamentos de la libertadcuando definió el ‘estado de libertad’ como “aquella condición de los hombres en cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los demás queda reducida, en el ámbito social, al mínimo.” El estado en virtud del cual un hombre -o más bien mujer, en el caso del que me voy a ocupar- no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro o de otros lo define Hayek como libertad «individual» o «personal». Y este es el concepto fundamental que nos ocupa puesto que no existirá libertad bajo coacción violenta y hasta que no desaparezca esta coacción ninguna elección podrá calificarse como libre.
En estos momentos sufrimos en occidente el creciente uso de prendas de vestir femeninas no tradicionales en el mundo islámico, sino que, por el contrario, representan sólo un símbolo político del que se sirven los fundamentalistas islámicos de extrema derecha para aumentar su visibilidad e imponer sus opiniones a expensas de las mujeres. Muchos expertos señalan que estas prendas no proceden ni siquiera de un mandamiento islámico. Algunos países de nuestro entorno han decretado la prohibición del uso del velo en las escuelas públicas, la prohibición general del burka y del nikab y algunas ciudades comienzan a prohibir el burkini. Y existen ya sentencias de tribunales que niegan el derecho a usar estas prendas en determinadas circunstancias. Pero se prohiben argumentando, en ocasiones la laicidad del Estado, otras veces la seguridad e incluso a veces la higiene; no como principio moral en defensa de la verdadera libertad de las mujeres, tal y como yo propongo que se haga.
Los detractores de estas normas restrictivas pretenden defender una supuesta elección libre por parte de una minoría de musulmanas a vestir como ellas desean, pero callan ante la inmensa mayoría que es masacrada por negarse a usar estas prendas por todo el mundo. Luchan contra el imperialismo capitalista poniéndose al lado del islamofascismo más radical. La mujer musulmana es coaccionada violentamente por sus familiares, vecinos e imanes, haciéndoles creer desde niñas que su cuerpo es el pecado y que ellas son responsables de la violenta excitación sexual machista. Protestan para defender el derecho de una ridícula minoría de mujeres musulmanas a las que se les impide usar libremente la ropa que supuestamente desean, pero no dicen una palabra sobre la inmensa mayoría de ellas que son forzadas violentamente a usar unas prendas que las humillan, representando la opresión que estas sociedades de extrema derecha fundamentalista, machistas y heteropatriarcales a nivel medieval, ejercen sobre ellas. En defensa de la libertad y en la lucha contra el machismo en occidente no podemos dar ni un sólo paso atrás. Hasta que del mundo islámico desaparezca toda violencia coactiva contra las mujeres deberemos prohibir los símbolos de su sumisión.
Publicado el 23/08/2016 en OKdiario

El PSOE ni puede ni debe abstenerse para investir a Rajoy


Lo siento, yo sé que a todos os salen muy fáciles las cuentas si el PSOE de Pedro Sánchez tuviera el fantástico, generoso y democrático gesto de abstenerse en la próxima sesión de investidura, a la que obligatoriamente se va a someter Mariano Rajoy, porque así se ha comprometido con el Rey y con los españoles, le obligue o no la Constitución. Y esto os gustaría más incluso si dicha investidura se produjese con los votos favorables de Ciudadanos, aunque éstos no sean ni suficientes, ni decisivos; porque la abstención del PSOE es a la vez condición necesaria y suficiente. Pero eso no va a ocurrir, no puede ocurrir, no debe ocurrir.

No va a ocurrir, en primer lugar, porque nunca ha ocurrido. No sé si eso nos hace más o menos europeos, tampoco tengo muy claro por qué algunos pensáis que “lo europeo” son las grandes coaliciones de partidos opuestos. Pero no, en la historia de nuestra, ya no tan joven democracia, jamás ni el centro derecha ni los socialistas han superado nunca una sesión de investidura a la Presidencia del Gobierno, ni con los votos favorables, ni con la abstención del oponente. Nunca. El centro derecha siempre ha votado NO en las investiduras del PSOE y éste siempre ha hecho lo mismo en las del centro derecha. Y muchos diréis que las circunstancias que vivimos en este 2016 son excepcionales, por la crisis de la que queremos salir y por el desafío secesionista que sufrimos. Y yo os recordaré la moción de censura que Felipe González presentó contra Adolfo Suarez en mayo de 1980, en el punto álgido de los “años de plomo” de ETA. O la que Hernández Mancha presentó contra Felipe González en marzo de 1987, a menos de tres meses del terrible atentado de Hipercor. Y si hablamos de crisis no os olvidéis que nuestro PIB cayó un 1,7% en 1993, después de haber bajado otro 0,6% en 1992. Y aún con eso el 9 de julio de 1993 Felipe González fue investido Presidente con los 159 votos del PSOE, más los 17 de CiU y los 5 del PNV, votando en contra los 144 diputados del PP. No, ni crisis económicas ni desafíos secesionistas han hecho jamás que ni el PP ni el PSOE se abstuvieran para favorecer la investidura de su oponente, como debe ser entre opuestos.

Pero tampoco va a ocurrir, en segundo lugar, porque no debe ser así, porque la izquierda debe ser la oposición de la derecha. Y sobre todo porque a la izquierda del PSOE ha surgido un nuevo partido de extrema izquierda populista que pretende convertirse en la única alternativa de izquierdas, como paso previo a su ascenso al poder. Y el PSOE no se lo puede permitir de ninguna manera, ni por su propio interés egoísta, ni por el interés general de España. Sería un error tremendo dejar que los neocomunistas pudieran decir que Mariano Rajoy es Presidente del Gobierno porque se lo ha permitido su partido amigo, el PSOE. Pablo Iglesias se convertiría en el líder de la oposición y cuando acabe esta, a la fuerza, breve legislatura, devoraría los restos del PSOE, igual que se ha comido ya los restos de IU. No, eso no debe ocurrir, el PSOE no puede cometer esa irresponsabilidad.

Así que ya podéis hacer cuentas. Si los 85 diputados del PSOE cumplen con su responsabilidad y votan NO, sumando sus votos a los 71 de Podemos -y lo que le cuelga- a los 9 de ERC, a los 8 de CDC y a los 2 de Bildu; los NO a Rajoy van a sumar 175, haciendo matemáticamente imposible que Rajoy sea investido. Esto será así haga lo que hagan Ciudadanos, el PNV y Coalición Canaria. Lo saben todos, pero tienen que representar el teatrillo de intentarlo, para situarse cada uno lo mejor posible de cara a las próximas y seguras terceras elecciones. Así debe ser, así va a ser. Y después de comernos el turrón, si os parece, volvéis a votar otra vez lo mismo y seguimos seis meses más con un débil Gobierno en funciones, que es lo que más se parece al pequeño Gobierno anhelado por cualquier liberal.

Publicado el 16/08/2016 en OKdiario

Ciudadanos no quiere desaparecer


Albert Rivera demuestra que ha entendido el mensaje que envían tanto las encuestas como el sentido común. Los españoles han votado a Ciudadanos para que sea un partido útil y su obstinación en el veto a Mariano Rajoy había convertido el voto a su partido en un voto inútil, que no servía para cambiar nada; y si los nuevos partidos no son útiles pierden su razón de ser. En el marco de la crisis económica mundial que empezó en 2008, España ha sufrido otra crisis más amplia, en la que a la terrible crisis económica -primero inmobiliaria y a continuación bancaria- le siguió otra de carácter social, institucional y política de la que aún hoy no hemos acabado de salir. A raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011 surgió el movimiento 15M y muchos españoles comenzaron a movilizarse en contra de un sistema bipartidista que no sólo no ponía fin al desempleo y a los desahucios, sino que encima suponía un problema en sí mismo por la cantidad cada vez mayor de casos de corrupción que les afectaban. La corrupción política resultaba insoportable combinada con una tasa de desempleo del 25%, con una brutal subida de impuestos y con unos recortes que no servían ni para reducir el déficit.
Así irrumpieron a nivel nacional dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, ambos apoyados en dos líderes carismáticos, que venían a regenerar la vida política española, a superar los problemas de la crisis y a poner fin a la corrupción. Podemos recibió un aluvión de jóvenes que nunca habían participado en política, de afectados por la crisis y de antisistemas. Todos ellos vieron con ilusión un partido político que parecía surgir directamente del 15M. Y a éstos se les sumó ese pequeño porcentaje de comunistas, estos sí muy implicados en política, que vieron que todos los líderes de Podemos provenían de la extrema izquierda y se habían confesado infinidad de veces comunistas y chavistas. Por su parte, Ciudadanos recibió fundamentalmente a antiguos votantes del PP, desencantados con su corrupción y su falta de actuaciones contra los secesionistas vascos y catalanes, a los que se les sumaron algunos exvotantes del PSOE y muchos jóvenes que votaban por primera vez.
Pero poco a poco todo ese movimiento ilusionante de regeneración se está viniendo abajo. El aluvión de antisistemas que recibió Podemos ven cómo su partido ha adquirido ya todo lo peor de la vieja política, como se han convertido en una nueva casta, cada día salpicados por nuevos escándalos que afectan ya a casi todos sus líderes. Monedero y su fraude a Hacienda y a la Complutense, Errejón y su fraude a la Universidad de Málaga. Echenique y su fraude a la Seguridad Social y a su asistente. Iglesias y su fusta para azotar periodistas. Casos de impresentable machismo en sus círculos; novias, exnovias, amantes, examantes, maridos, sobrinos, primos colocados y recolocados. Tienen ya lo peor de la casta y encima no han servido para solucionar ninguno de los problemas que venían a enfrentar. Y a sus votantes comunistas los están echando con esa piel de cordero de socialdemócratas europeos, con la que pretendían engañar a ingenuos votantes de centro. Los votantes de Ciudadanos, por su parte, buscaban en Rivera el voto útil que sirviera para regenerar el centro político y con el paso del tiempo empezaban a pensar que su voto de útil no había tenido nada. No se entendía que el mismo Albert Rivera, que sí fue capaz de llegar a acuerdos de Gobierno con el PSOE de los EREs, no fuera capaz de hacer lo mismo con el PP de Bárcenas.

Las encuestas, y el sentido común apuntan a que, en unas terceras elecciones, tanto el PP como el PSOE se verían reforzados en detrimento de los nuevos partidos. Porque la crisis económica se está superando sin la intervención de los nuevos, porque si no son capaces de pactar dejan de parecer útiles si no regeneran nada y porque cada vez se parecen más a los viejos partidos. En Podemos se dieron cuenta antes y tratan de evitar enfrentarse de nuevo a las urnas, ofreciendo a Pedro Sánchez su apoyo a cambio de nada; pero los números no salen sin contar con los secesionistas y ese paso no lo dará el PSOE, sobre todo porque les salen mejor las cuentas si nos llevan a votar de nuevo. En Ciudadanos, por fin, parecen también haberse dado cuenta de que a ellos les va la supervivencia en demostrarse útiles. Temían darle el sí a Rajoy sin tener antes asegurada la abstención del PSOE, pero tenían que elegir entre susto o muerte; parecen haber sido listos y han preferido no desaparecer.
Publicado el 09/08/2016 en OKdiario

Quien no sea comunista es mala gente


“Quien no sea comunista es que es mala gente”, dijo Juan Carlos Monedero en una entrevista que le hizo el periodista Cake Minuesa en diciembre de 2013. Y ese profundo concepto lo utilizan todos los comunistas en los dos sentidos. El tradicional implica que el mal anida desde niños en todos los malditos neoliberales fascistas. O sea, en todos los que no seamos comunistas como ellos. Pero también lo usan en sentido contrario: “Los comunistas son buena gente”, y punto. Y eso no lo desmonta nada de lo que  hagan. Aunque exterminen a dos millones de personas como el comunista Pol Pot. O a pesar de que le paguen a su asistente en negro, estafándolo a él y a la Seguridad Social, como hizo Echenique, que como es comunista, también es muy buena gente. Echenique aclaró aún más el concepto el pasado 13 de mayo en un mitin en Córdoba cuando dijo “es una vergüenza que tengamos a cuidadoras sin pagarles la seguridad social”. ¿Os dais cuenta? Eso es exactamente lo que él hace, pero vosotros sois muy inteligentes y ya os habéis dado cuenta de que esa actitud sólo es criticable si no eres comunista. Echenique sí puede hacerlo, claro, porque él es comunista. Es decir, buena gente.
Muy buena gente es, por supuesto, el comunista Juan Carlos Monedero. Y lo es aunque intentara defraudar a Hacienda declarando la pasta que le había dado su amigo Hugo Chávez a través de una sociedad que había creado unos días antes de recibir la transferencia. Dinero que, presuntamente, luego se usaba para financiar La Tuerka y desde allí hacerle la campaña a los candidatos comunistas de Podemos. O sea, a la buena gente. Da igual que luego tratara de justificarse diciendo que el trabajo lo había realizado desde varios años antes de que existiera esa sociedad. Da igual que esa sociedad pague muchos menos impuestos que si lo declarase correctamente en su IRPF, como hacemos los no comunistas. Da igual que no tuviera autorización de su empresa, la Universidad Complutense, para realizar ese trabajo. Y da igual que tampoco le hubiera pagado a la Universidad el porcentaje al que estaba obligado por ley. Todo eso da igual, porque Monedero es comunista, o sea, buena gente.

Por eso tampoco importa que a Errejón le pagase un sueldo un amigo suyo de la Universidad de Málaga sin aparecer por dicha Universidad, a lo que estaba obligado. Da igual que se llevara a su casita el dinero de los contribuyentes sin hacer nada para ganárselo. También da igual que Iglesias viva en una VPO que le correspondería a alguien más necesitado y con menos dinero que él. O que financie sus programas televisivos, en los que se promociona él y promociona a los suyos en una continua campaña electoral con dinero procedente de la teocracia iraní o de los pobres expoliados venezolanos. Todo da igual porque Errejón e Iglesias también son comunistas, o sea, buena gente.

Los comunistas contratan con dinero público a sus novias, a sus exnovias, a sus amantes y examantes; a sus maridos, parejas de hecho, amigos con derechos, sobrinos, padres, vecinos y conocidos… porque son buena gente. Y si Cañamero le pone una casa con finca a toda su familia… ¡Hace muy requetebién! que para eso son comunistas, o sea… MUY BUENA GENTE. Yo ya sé que todo esto es tratar a La Gente® como a idiotas, pero lo hacen una y otra vez y no les deja de funcionar… por algo será.

 Publicado el 03/08/2016 en OKdiario