¿Quién le para los pies a Twitter?


El pasado miércoles 18 de septiembre Twitter me comunicó que había bloqueado mi cuenta por publicar un tuit que según ellos incumple una de sus reglas que prohíbe las conductas que incitan al odio contra determinados colectivos de personas. La sanción a la que me condenaron era de sólo 12 horas a condición de que yo reconociera mi culpa y aceptara su condena renunciando a apelar tan arbitraria decisión. En caso de que no “tragase”, la condena inicial de 12 horas podría extenderse sine die hasta que quisieran resolver. Apelé y ya han pasado 7 días esperando a que me devuelvan mi cuenta, con lo que el ejercicio de mi actividad como articulista de OKDIARIO se está viendo perjudicado por el caprichoso veredicto de esa red social. Podríamos discutir sobre la forma como Twitter aplica esa regla que en teoría pretende poner freno al acoso contra colectivos supuestamente discriminados, pero que en la práctica sólo sanciona las opiniones de quienes discrepamos del discurso único de la extrema izquierda, habiendo llegado incluso a suspender las cuentas de la asociación de víctimas del terrorismo COVITE y de su presidenta Consuelo Ordóñez, pero no es de eso de lo que quiero hablaros hoy.
Tampoco pretendo contaros la existencia de grupos organizados de extrema izquierda que manipulan el sistema de reportes de Twitter para censurar las opiniones críticas con la ultra izquierda, porque de esa cuestión ya escribí en el artículo “Los algoritmos que fallan en Twitter”. Lo que pretendo hoy es cuestionar la legitimidad de Twitter y Facebook para censurar ninguna opinión. La Constitución española reconoce en su artículo 20 la libertad de “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones” y de “comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”, sin “censura previa”. El Tribunal Constitucional ha reconocido la libertad de expresión como uno de los derechos más relevantes a proteger. Nuestro Código Penal regula el delito de odio en su artículo 510 que dice que se castiga a aquellas personas que, “públicamente, fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia contra un grupo o hacia una persona por su pertenencia a este grupo por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad”.
Pero la inmensa mayoría de las opiniones censuradas por las redes sociales no incitan ni promueven la discriminación o la hostilidad y sólo un tribunal con todas sus garantías procesales puede distinguir lo que es delito de odio de lo que sólo es una opinión que a los “progres” les resulta desagradable. Por supuesto que Twitter no decide los tuits que censura en base a procesos judiciales con garantías sino que, muy al contrario, sus procedimientos son oscuros, arbitrarios y despóticos. Seguramente sea un jovencito mal pagado quien haya decidido censurar mi tuit y mantener bloqueada mi cuenta, con lo que está impidiendo injustamente que pueda llevar a cabo mi trabajo de articulista con normalidad. Muchos diréis que es una empresa privada y que los usuarios aceptamos sus normas cuando nos abrimos una cuenta. Me imagino que con ese mismo argumento defenderéis las cláusulas abusivas de los bancos e incluso estaréis a favor de las empresas que os envenenan por listeriosis al incumplir la normativa sanitaria, porque libremente decidisteis consumir su carne mechada o suscribir una hipoteca trampa.


No, Twitter no puede hacer lo que le da la gana, los servicios que presta en España deben cumplir nuestras leyes y sus reglas deben respetar nuestra normativa, sobre todo en lo que hace referencia a la constitucional libertad de expresión. Si los gestores de Twitter observan un tuit que ellos piensan que incumple nuestro Código Penal deben ponerlo en conocimiento de las autoridades y sólo nuestros juzgados deberían poder decidir que una opinión sea censurada. Ya es hora de que nuestros representantes tomen las riendas de esta cuestión y obliguen a las redes sociales a respetar nuestros derechos fundamentales.
Publicado el 24/09/2019 en Okdiario

Podemos y las mujeres indígenas desplazadas por el cambio climático


Cambios climáticos ha habido desde que existe nuestro amado planeta tierra, dicen que la glaciación más reciente acabó hace sólo 12.000 años. Desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX vivimos la Pequeña Edad de Hielo, que puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada Óptimo Climático Medieval. Hay una parte de comunidad científica muy respaldada por gran cantidad de activistas, políticos e incluso grandes empresas, que sostienen que el calentamiento actual está causado por la actividad humana y el resto de científicos que opinan que no existe tal calentamiento o que, de existir, no es tan acusado ni debido únicamente a la influencia del hombre, son obligados a permanecer callados para no ser tachados de locos por los activistas medioambientales que viven muy bien gracias a los chiringuitos que los políticos les han montado para atraer los votos de sus movilizados simpatizantes.
Hace sólo un par de años Íñigo Errejón participó en un acto sobre "Populismo, crisis ecológica y cuidados" organizado por una plataforma de militantes de Ahora Madrid. En su discurso el podemita hizo hincapié en que, entonces que gobernaban en los ayuntamientos de las principales capitales, tenían que crear y financiar entidades en las que colocar a sus militantes y simpatizantes y así desarrollar una "estructura económica autónoma" capaz de acoger más tarde a los "cuadros militantes" que entonces estaban "dedicados a trabajos institucionales" ya que "la militancia no se sostiene sólo del aire". No fuera a pasarles como a los peronistas argentinos que “al perder el gobierno Kirchner y ganar las elecciones Macri ya no hay estructura para sostener tanta militancia". A modo de ejemplos, Errejón habló de "clubes de montaña, agrupaciones juveniles, espacios culturales, casetas de fiestas, asociaciones deportivas, grupos de música…". Y a Pablo Iglesias se le ha ocurrido un órgano para acoger a “mujeres indígenas” desplazadas por el cambio climático.
Suena cómico, pero no es broma. El Boletín Oficial de las Cortes Generales del pasado día 13 de septiembre recoge la proposición no de ley 162/000069 del Grupo Parlamentario Unidas Podemos – En Comú Podem – Galicia en Común, en la que instan al Gobierno a crear un organismo público que se dedique a gestionar la acogida de "migrantes ambientales" que son "desplazados" por los efectos del cambio climático. Los podemitas quieren que este nuevo ente sostenido con el dinero de los contribuyentes, ponga mayor énfasis en recibir a mujeres y especialmente de "comunidades indígenas" por su alta "vulnerabilidad". El organismo estaría bajo la coordinación de los Ministerios de Transición Ecológica, Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, así como representantes de los gobiernos autonómicos y entes locales, científicos expertos y “agentes sociales". Blanco y en botella.
No creo que nadie dude de que debemos cuidar el medio ambiente y ayudar a los más desfavorecidos. Todos respaldamos que nuestro país preste su apoyo cada vez que ocurren desastres naturales, inundaciones, tormentas, sequías, hambrunas y cualquier tipo de crisis humanitarias. Ya no existe tanto consenso sobre que la Convención de Ginebra que establece el estatus de los refugiados tenga que ampliarse con una nueva categoría de desplazados medioambientales, como desea Podemos, ya que muchos opinan que esto supondría un importante perjuicio para las categorías actualmente reconocidas, además de que influiría en la atribución de responsabilidades sobre las personas desplazadas. Pero del mismo modo tampoco puede nadie dudar de que crear en España un organismo para el seguimiento de los planes de acogida de las mujeres indígenas desplazadas por el cambio climático es la forma descarada en la que Podemos pretende colocar a sus enchufados para que sigan viviendo del cuento ahora que están perdiendo su poder.
Publicado el 17/09/2019 en Okdiario

Lo que a España no Suma, resta


Los griegos definían la política como el conocimiento que permite el correcto desarrollo de la vida en comunidad. El conflicto político se origina por los diferentes criterios acerca de cómo debe desarrollarse esa comunidad y los distintos intereses que confluyen sobre dicho desarrollo. La política es, pues, la expresión del conflicto entre distintas voluntades que persiguen manejar el poder para imponer su voluntad al resto de la comunidad. Pablo Casado lleva ya tiempo expresando su deseo de que C’s y VOX, las fuerzas políticas que en España representan la voluntad de oponerse al desafío secesionista catalán, repitan el modelo que unió al PP con UPN y C’s en Navarra, para tratar de impedir así que Pedro Sánchez gobierne con el apoyo de los golpistas, los proetarras y la extrema izquierda, con quienes sacó adelante la moción de censura. La pregunta es, ¿tienen esos tres partidos una voluntad y unos intereses políticos comunes?
El proyecto de ‘España Suma’, que integraría a todos los partidos de centro y de derecha que priorizan la unidad de España, se basa en la idea de que si se presentan juntos esos partidos conseguirían un mejor resultado electoral que si lo hacen por separado. Tenemos que recordar que la primera vez que Aznar fue investido en 1996, el PP había conseguido 9,7 millones de votos y que cuando en el año 2000 logró la mayoría absoluta lo hizo con 10,3 millones de votos, mientras que Rajoy logró mayoría absoluta en 2011 con casi 10,9 millones de votos. Mientras que la suma de PP, C’s y VOX logró en abril de 2019 nada menos que 11,2 millones de votos, cifra mucho más alta de la que jamás ha conseguido el PP solo, pero que resultó insuficiente para lograr el poder ya que entre los tres partidos lograron sólo 147 escaños, mientras que en 2011 10,9 millones de votos otorgaron al PP un total 186 diputados.
No hay que ser ningún experto en la Ley D´Hondt para predecir que si algún partido o coalición fuera capaz de sumar a esos más de 11 millones de votantes que tienen la voluntad de defender la unidad de España, arrasaría en las elecciones. Pero lo que muchos también vemos es que, detrás de esa propuesta de Casado, aparecen otros miembros de su mismo partido que en lugar de sumar están restando. Como Alberto Núñez Feijóo que no se cansa de repetir que está en contra del proyecto. El líder gallego, que continuamente tiene que desmentir que pretenda sustituir a Casado porque nadie le cree, ha dicho que “la suma en Galicia es el PP de Galicia”. Y con Feijóo coinciden desde el PP vasco, donde Alfonso Alonso prioriza la defensa de la foralidad y el cupo vasco por encima de los intereses generales de España.
Y a pesar de que los de Albert Rivera, recientemente reinventados como liberales de centro frente a sus orígenes socialdemócratas, no pierden ninguna oportunidad de demostrar que su enemigo electoral es el PP, al que continuamente tachan de "basura" corrupta, y se niegan hasta a sentarse a hablar con VOX; los de Santiago Abascal han mostrado ya su disposición para estudiar las fórmulas que permitan presentarse “de manera puntual” en coalición con el PP y C’s en las provincias “con menos escaños”, que es precisamente donde la unión rentabilizaría la conversión de la suma de sus votos en escaños. Mientras que unos se esfuerzan en defender los intereses de quienes tienen la voluntad de enfrentarse a la extrema izquierda y defender la amenazada unidad de España, otros dedican todo su esfuerzo en tratar de convertirse egoístamente en líderes de la oposición. Unos suman por el interés de España y otros, como Rivera, Maroto, Feijóo y Alonso, sólo restan.
Publicado el 10/09/2019 en Okdiario

Otras elecciones, ¿para qué?


Organizar unas nuevas elecciones en noviembre nos costaría a los españoles entre 130 y 170 millones de euros, que quizá podrían dedicarse a algo más útil, como por ejemplo darle un par de platos de lentejas a los 197.000 niños que el socialista Ángel Gabilondo se ha inventado que "están en situación de pobreza extrema" en Madrid, cuando la cifra real, siendo dramática, es más de 20 veces menor, con lo que lo mismo además de las lentejas hay para proporcionarles las tres comidas a todos durante 3 ó 4 años. O podríamos sustituir con ese dinero, tal y como desea el sectario ministro Marlaska, las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla que fueron instaladas en 2005 por Zapatero, por otro tipo de muro menos lesivo y más eficaz para evitar la entrada de violentos inmigrantes ilegales.
Seguro que existen cientos de miles de ideas para darle mejor uso a esos millones de euros que salen del bolsillo de los españoles, incluso muchos pensamos que no deberían salir de nuestra cartera, porque gastarlos en ir a votar de nuevo es igual de inútil que quemarlos en una incineradora. No existe ninguna posibilidad de que votando de nuevo vaya a cambiar nada, excepto en los húmedos sueños de José Félix Tezanos y de Iván Redondo. Todas las encuestas que se han publicado, incluso las que manejan internamente tanto el PSOE como el PP, coinciden con lo que señala el sentido común: que desde abril hasta aquí los bloques de izquierda y derecha no se han movido y que lo único que podría afectar mínimamente al resultado sería el aumento de la abstención de unos ciudadanos cada vez más hartos de las escasas cualidades de la clase política española, con la que tenemos que enfrentarnos a la crisis económica mundial, al Brexit y al desafío independentista.
En realidad la amenaza de nuevas elecciones es una estrategia que sólo beneficia egoístamente a Pedro Sánchez. Tanto ‘su persona’ como el consejero áurico -el ínclito Iván Redondo que lo hace posar a lo John F. Kennedy, con las Ray-Ban puestas dentro del Falcon, o como todo un héroe de acción al frente del operativo militar que estaba participando en la extinción del incendio de Gran Canaria- consideran que le conviene tensar la cuerda en sus negociaciones con la extrema izquierda y los separatistas, amenazando con un nuevo proceso electoral en el que ellos creen que sus futuros socios de Gobierno se van a ver seriamente perjudicados. Y tensando esa cuerda electoral piensan que unos y otros les harán pagar un precio menor a cambio de su apoyo en la sesión de investidura, que es lo único que pretenden Sánchez y su asesor de pelo implantado.
Porque no existe ninguna posibilidad de que, haciéndonos ir a votar de nuevo en noviembre, el PSOE logre una mayoría suficiente para poder prescindir del respaldo de la ultra izquierda, los golpistas y los amigos de los etarras. Así como tampoco es posible que la oposición logre los votos suficientes como para convertirse en alternativa, ni como España Suma ni aunque se convirtieran en España Multiplica. Así pues nuestro presidente en funciones arriesga 170 millones de euros que salen de nuestros bolsillos y deja pasar un puñado meses sin actividad política de Gobierno, única y exclusivamente para mejorar su posición en la mesa de negociaciones y tratar así de ceder dos carteras del Consejo de Ministros en lugar de tres. Parece que el que dijo hace más de un año que a Franco le quedaban dos telediarios en su tumba del Valle de los Caídos no tiene ya mucha prisa. Igual con suerte hasta sale él antes.
Publicado el 03/09/2019 en Okdiario