Todo le vale a este PSOE inconstitucional

 


«España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». Es el artículo 1 de la Constitución de 1978. En el 2 se afirma que la soberanía reside en el pueblo, en el 3 que somos una Monarquía parlamentaria, en el 4 que se fundamenta en «la indisoluble unidad de la Nación española», en el 5 que el castellano es nuestra lengua oficial y, a continuación, se define todo el régimen de derechos, deberes y libertades de los ciudadanos y se delimitan los poderes de las instituciones con las que se organiza políticamente la nación. Pero en el número uno y por delante de absolutamente todo lo demás se establece que nuestra democracia se fundamenta en la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político con el que el PSOE pretende terminar.

Poco más adelante, en el artículo 6, la Constitución concreta que «los partidos políticos expresan el pluralismo político», con la única condición de que tengan estructura interna y funcionamiento democráticos. Junto con la libertad ideológica establecida como derecho fundamental en su artículo 16, el pluralismo político se convierte así en la base de un sistema democrático basado en la existencia de distintas ideas e intereses entre grupos de personas que se organizan entre ellas para llegar a acuerdos y consensos. Estos diferentes grupos de personas puede ser que se diferencien por su ideología socialista, liberal, conservadora, etc. O también puede ser que defiendan intereses diferentes como los regionalistas, nacionalistas, ecologistas, animalistas, etc. Nuestra Constitución obliga a que nuestra organización como Estado se fundamente en el consenso, la alternancia y el respeto a las ideas e intereses de los demás.

Hubo un tiempo en el que el PSOE sí respetó la Constitución y el pluralismo político, aunque no en sus orígenes. No respetaba las ideas de los demás el PSOE que se dedicó a quemar iglesias y conventos en la Semana Trágica de Barcelona de 1909. Ni el del golpe de Estado contra la Segunda República de 1934. Ni mucho menos el PSOE que provocó el inicio de la Guerra Civil asesinando a Calvo Sotelo. Pero después del Congreso de Suresnes de 1974, Felipe González permitió la alternancia democrática, base del pluralismo político. Y así, cuando Aznar le ganó sin llegar a conseguir mayoría absoluta las elecciones de 1996, después de 14 años seguidos de gobierno socialista, González se abstuvo de intentar retener el poder siendo él quien pactara con los nacionalistas catalanes y vascos que podrían haberle permitido seguir gobernando, y dejó que fuera el Partido Popular quien, tras el Pacto del Majestic, accediera al poder.

Algo parecido hizo el PSOE en octubre de 2016, aunque para eso tuvieron antes que echar a Pedro Sánchez de la Secretaría General tras forzar la disolución de la Ejecutiva Federal y así impedirle formar un Gobierno Frankenstein, similar al que pretende ahora, con los votos de los separatistas y los proetarras. Pero, desde que Sánchez volvió a ponerse al frente del PSOE en mayo de 2017, su partido ha vuelto a convertirse en el que era antes de 1974, una organización que considera enemigos a los que opinan diferente y a la que todo le vale para impedir la alternancia democrática y la pluralidad política.

«Si la alternativa es amnistía o que gobierne la derecha, me quedo con la amnistía». Esta frase la firman no sólo los miembros de la actual Ejecutiva Federal del PSOE, sino todos los militantes que no entregan su carnet y los votantes que siguen apoyando a Pedro Sánchez. Y donde dice amnistía, cabe todo, sin límite ninguno. Para que no gobierne la derecha, el Partido Socialista aceptará el referéndum de autodeterminación y los pactos con ETA, del mismo modo que ha aceptado los indultos, que se entreguen todos los presos etarras al PNV, que se pacte con los amigos de los terroristas de Hamás, que se rebajen las penas a miles de violadores y se liberen a ya ni se sabe cuántos cientos de ellos. Cualquier cosa que exija cualquier enemigo de España será aceptada por las bases del PSOE con tal de mantener el poder e impedir que gobierne la derecha. En esa basura se ha convertido el partido liderado por Pedro Sánchez. Un partido que le ha dado la vuelta al Congreso de Suresnes para volver a convertirse de nuevo en el de Largo Caballero e Indalecio Prieto. El PSOE de Sánchez no es constitucional porque ya no permite el pluralismo político.


Publicado el 31/10/2023 en Okdiario

La ‘prueba del nueve’ de la amnistía

 


El diccionario de la Real Academia Española define la prueba del nueve como una «prueba clara que confirma la verdad o falsedad de una cuestión debatida». La expresión tiene su origen en un cálculo sencillo que, antes de que se inventaran las calculadoras, permitía verificar fácilmente si una operación aritmética realizada a mano había dado un resultado erróneo.

Básicamente, existen dos cuestiones fundamentales con las que podemos analizar si la amnistía a los golpistas catalanes del 1 de octubre de 2017 es asumible en una democracia occidental. La primera y más debatida entre políticos, opinadores y medios de comunicación, analiza los aspectos legales de esa medida de gracia, su encaje en nuestro ordenamiento jurídico y, fundamentalmente, en nuestra Constitución. Con el objetivo de allanar esta cuestión, Pedro Sánchez se ha ocupado ya de situar al socialista Cándido Conde Pumpido al frente de un politizado Tribunal Constitucional.

Este debate jurídico podría extenderse incluso más allá de la sentencia del Constitucional, mediante un posible recurso que el Tribunal Supremo podría plantear ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que finalmente tendría que decidir si, más allá de en nuestra Constitución, la amnistía a Puigdemont y sus secuaces tiene encaje en el Derecho comunitario. Pero sin restar importancia a la cuestión judicial, el otro fundamento con el que, a mi juicio, debe analizarse esta medida de gracia es su carácter moral, en el sentido de plantear claramente a la ciudadanía cuáles son los motivos por los que Pedro Sánchez considera que es una medida oportuna y conveniente para la nación.

Aunque el presidente en funciones sigue nadando y guardando la ropa, habiendo dado instrucciones para que ningún cargo relevante del PSOE se posicione abiertamente a favor de la concesión de la amnistía y nadie diga una palabra que pueda comprometerle en el caso de que fracasen las negociaciones con Puigdemont y Junts no le permita ser investido; al menos ya ha reconocido que se está negociando. En el mismo discurso en el que negó tener ya una posición al respecto, repitió sus alegatos en favor de la generosidad política con Cataluña para resolver su «conflicto» político, al mismo tiempo que presumió de que los indultos a los golpistas condenados por el Tribunal Supremo «contribuyeron a la estabilidad y la normalización de la política en Cataluña» y dijo que hoy tiene la certeza de que «obedeció al interés general».

Es decir, que si finalmente, terminadas las negociaciones con los distintos grupos políticos cuyos votos necesita Pedro Sánchez para ser investido, el Partido Socialista acuerda con Junts conceder la amnistía al fugado Puigdemont y todos sus cómplices, del mismo modo que en la pasada legislatura le concedió el indulto a los que ya habían sido juzgados y condenados, el motivo por el que se nos dirá que se ha aprobado esta medida de gracia será, igual que entonces, resolver el conflicto político catalán para así facilitar la normalización política en Cataluña, en defensa del interés general de los españoles.

Hagamos pues la prueba del nueve a esta afirmación. Si fuera verdad, como afirma Sánchez, que la amnistía se aprueba en el interés general de España, debemos encontrar esta medida entre las que llevaba en su programa electoral de las elecciones del 23 de julio o, incluso, si el cambio de opinión hubiera sido reciente, la amnistía estaría en el acuerdo de Gobierno que acaban de firmar PSOE y Sumar, porque es progresista y buena para España. Si, además, Sánchez creyera que la amnistía contribuirá a resolver el «conflicto» catalán encontraríamos en sus declaraciones previas a las últimas elecciones los argumentos con los que él defiende esta idea. Es más, si el presidente creyera en la amnistía, la habría aprobado en la anterior legislatura y no estaría utilizándola como contraprestación para ser investido.

Como no se cumple ni una sola de estas premisas, la prueba del nueve señala que Pedro Sánchez miente de nuevo, que en realidad él no cree que la amnistía contribuya al interés general ni que vaya a servir para resolver ningún conflicto en Cataluña. Y si no cree esto, como queda demostrado, significa que va a aprobar una medida de gracia de más que dudosa legalidad, que es rechazada por la inmensa mayoría de los españoles entre los que se incluyen muchos de sus votantes, que él mismo piensa que no responde al interés general y que no va a contribuir a resolver el problema de Cataluña; y que lo va a hacer solamente para que Puigdemont le permita ser investido, por puro egoísmo. La prueba del nueve no falla: Sánchez miente.


Publicado el 26/10/2023 en Okdiario

Sánchez nada y guarda la ropa

 


Tras el intento de investidura fallido de Alberto Núñez Feijóo, ganador de las elecciones generales del pasado 23 de julio, el Rey propuso como candidato a Pedro Sánchez el pasado día 3 de octubre. De eso han pasado ya tres semanas y aún seguimos sin saber cuál será la fecha en la que el presidente en funciones intentará ser reelegido. Esta tardanza contrasta con las prisas que tuvo la presidenta del Congreso, Francina Armengol, para fijar la fecha del debate de investidura del candidato del Partido Popular cuando apenas habían transcurrido 24 horas desde que fuera designado por Felipe VI, poniendo de manifiesto que las oscuras negociaciones que el sanchismo está llevando a cabo con los independentistas catalanes de los que dependen, no han conseguido aún ponerlos de acuerdo.

De momento, tras el acuerdo entre el PSOE y Sumar comunicado en la mañana de este martes, Sánchez cuenta sólo con 153 apoyos confirmados, aunque los votos de los 6 diputados de Bildu puede darlos también por seguros, después de que el socialista se rebajara a hacerse la fotografía antes nunca vista de un presidente del Gobierno estrechando la mano a una dirigente condenada por enaltecer a ETA. Pero aun sumando los votos de los amigos de ETA y los de los amigos de Hamás – ISIS, Pedro Sánchez aún sigue lejos de los 176 escaños necesarios para ser investido y ni siquiera ha conseguido llegar en estas tres semanas a los 169 votos a favor que obtuvo el candidato del PP.

Aunque a los socialistas se les llena la boca hablando de la transparencia en sus negociaciones, la verdad es que ellos no están informando absolutamente de nada. Sabemos que la amnistía a los golpistas es algo ya concedido porque así lo confirman tanto los representantes de ERC como los de Junts, pero ningún cargo relevante del PSOE ha llegado a posicionarse abiertamente a favor de su concesión, sino que se mantienen caminando sobre el filo de la navaja, dejando abierta una posibilidad para el caso de que las negociaciones no llegasen a buen puerto. Una prueba más de cómo se pretenden estirar los plazos ha sido el teatrillo de fingir ahora el haber llegado por fin y tras arduas negociaciones a un acuerdo entre dos formaciones que, no sólo gobernaron en coalición la anterior legislatura, sino que incluso hicieron toda la campaña electoral de la mano. Algo así como si Sánchez estrechara la mano de Sánchez tras llegar a un acuerdo consigo mismo para votarse a sí mismo. Puro cuento.

El dramaturgo Agustín Moreto y Cavana escribió ya en el siglo XVII una comedia titulada La gala del nadar, es saber guardar la ropa, frase que el diccionario de la RAE interpreta como «proceder con precaución, sin arriesgarlo todo, al acometer una empresa, con el fin de estar a cubierto en caso de que fracase». Es evidente que Pedro Sánchez ha dado instrucciones para que, en su nombre, nadie diga una palabra que pueda comprometerles en el caso de que las negociaciones con Puigdemont no acaben por materializarse y Junts no le permita ser investido, por mucho que él haya estado dispuesto a entregarles a cambio. Sánchez nada y guarda la ropa con la que poder presentarse a un nuevo proceso electoral en el que todavía intentaría presumir de haber sido él quien no ha cedido ante unos independentistas que, en realidad, serían quienes no han entregado sus votos a cambio de todo lo que él está dispuesto a entregarles.


Publicado el 24/10/2023 en Okdiario

Nazis rojos

 


Un pogromo es una masacre de judíos aceptada o promovida por el poder. El Holocausto o exterminio sistemático de judíos llevado a cabo por el régimen nazi alemán se inició la Noche de los Cristales Rotos o Kristallnacht que no fue otra cosa que un pogromo llevado a cabo en toda Alemania y Austria por los camisas pardas del Partido Nazi junto con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir. Pero el origen de la palabra pogromo no es alemán, sino ruso, siendo la adaptación de la voz rusa pogrom, que significa destrucción o devastación.

El primer pogromo registrado con ese nombre se produjo en Odesa en 1821 y su uso se extendió durante los disturbios antisemitas que arrasaron Ucrania y el sur de Rusia entre 1881 y 1884, en la Rusia zarista; alcanzando su apogeo durante la Revolución Bolchevique de 1917 y la posterior guerra civil. Nazis y comunistas son igual de antisemitas desde su origen.

Nazis y comunistas se estrecharon la mano públicamente el 23 de agosto de 1939, nueve días antes de que las tropas alemanas atravesaran las fronteras de Polonia dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética comunista, Viacheslav Mólotov, y de la Alemania nazi, Joachim von Ribbentrop, firmaron en Moscú el Pacto germano-soviético por el que ambas potencias llegaban a un acuerdo público de no agresión y resolución pacífica de sus conflictos y otro secreto por el que se repartían Polonia y todo el resto de Europa oriental y central. Esta colaboración duraría dos años, hasta que Alemania decidió invadir la Unión Soviética a finales de junio de 1941.

Su enfrentamiento final acabaría contribuyendo a la aniquilación del régimen nazi, derrota para la que los comunistas colaboraron con las democracias occidentales, provocando un blanqueamiento de la barbarie comunista y antisemita que ha llegado hasta nuestros días.

Mientras que las atrocidades del nazismo fueron juzgadas y condenadas en los juicios de Núremberg, los igual de terribles crímenes del comunismo han continuado impunes moral y jurídicamente hasta hoy, antisemitismo incluido.

Por su enfrentamiento al final de la Segunda Guerra Mundial se ha querido hacer creer que nazismo y comunismo son dos regímenes opuestos, cuando en realidad son prácticamente indistinguibles hasta tal punto que los demócratas no somos capaces de diferenciar a un nazi de un rojo, porque vemos que son idénticos en lo fundamental: estatistas, anticapitalistas, liberticidas, antidemocráticos, totalitarios, violentos, populistas, genocidas y, como estamos comprobando estos días y resulta una evidencia histórica, exactamente igual de antisemitas.

En 2009, cinco años antes de la fundación de Podemos, mientras Pablo Iglesias asesoraba a Hugo Chaves, Evo Morales y el resto de sátrapas de América Latina a través de la Fundación CEPS, el padre de los hijos de Irene Montero escribía en su blog personal que «el Holocausto fue un mero problema burocrático», y decía esto, ya que Iglesias estaba «preocupado por las implicaciones que tiene presentar el Holocausto como una monstruosidad enfrentada a la inteligencia y a los valores morales de la modernidad». La extrema izquierda española, representada por Sumar, Podemos, Más Madrid o Bildu, ha sido siempre tan antisemita como los nazis. Financiados directamente por el régimen teocrático iraní, han manifestado posturas abiertamente hostiles contra los judíos, apoyando todas las actividades de odio contra ellos y financiando descaradamente a grupos antisemitas.

Nazis rojos que no pierden ninguna oportunidad de mostrar su apoyo a los terroristas que secuestran civiles para usarlos como escudos humanos, degüellan bebés, violan y torturan a mujeres judías y asesinan a los ancianos más indefensos.

Nazis rojos que acusan falsamente al estado democrático de Israel de llevar a cabo un genocidio contra los palestinos de la Franja de Gaza, cuando la realidad es que, como denuncia Amnistía Internacional, son los terroristas de Hamás quienes llevan décadas violando los derechos humanos de los palestinos, secuestrando, torturando y asesinando a unos gazatíes a quienes gobiernan tiránicamente desde que Israel abandonó voluntariamente la Franja en 2005.

La extrema izquierda avergüenza a los españoles, enfrentándonos con todas las democracias occidentales que han mostrado su apoyo inequívoco a Israel en su defensa contra el terrorismo islamista. Desde que entraron juntos en Polonia en 1939 no veíamos tan unidos a nazis y comunistas como ahora, cuando su antisemitismo vuelve a reunirlos. Nazis rojos a los que, de nuevo, deberemos vencer para defender la democracia.


Publicado el 19/10/2023 en Okdiario

Carta abierta a la embajadora de Israel


 

Muy señora mía. Tan sólo puedo escribirle en nombre de mi familia, pues no represento a nadie más. Pero me dirijo a usted con la absoluta seguridad de que mis palabras serán suscritas por la inmensa mayoría de los españoles que sentimos lo mismo. ¡Qué vergüenza! ¡Qué bochorno! ¡Qué humillación! Nosotros, los españoles, no somos así. No apoyamos la barbarie terrorista, no estamos del lado de los sanguinarios asesinos, no respaldamos a las bestias inhumanas. Estamos unidos a las víctimas que sufren la maldad más descarnada, la persecución salvaje y el oprobio de la mentira.

Usted lleva sólo cuatro años en España, porque llegó a nuestro país en 2019, después de que Pedro Sánchez ganase la moción de censura contra Mariano Rajoy y no ha conocido, por tanto, otro Gobierno que éste. Pero tengo entendido que la familia de su esposo procede de Granada, así que no me cabe duda de que a estas alturas está de más que yo intente explicarle las históricas diferencias que siempre han existido entre el pueblo español y sus tradicionalmente malos gobernantes. El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra utilizó una frase que, equivocadamente, le atribuyó al Canciller alemán Otto von Bismarck cuando dijo que «España es fuerte, España puede con todo, lo decía Bismarck: España es el país más fuerte del mundo, llevan los españoles doscientos años queriéndola destruir y no lo han conseguido». Nosotros sabemos que Bismarck no dijo jamás una estupidez así, y que tampoco es verdad que los españoles queramos destruirla, sino que sabemos que, en realidad, son nuestros malos políticos, como el socialista Alfonso Guerra, los que siempre han querido destruir España y los españoles los que siempre se lo hemos impedido.

Españoles como don Ángel Sanz Briz, al que su Gobierno concedió en 1989 la distinción como «Justo entre las Naciones». Como usted bien sabe, Sanz Briz era el encargado de negocios en la embajada española en Hungría cuando, en marzo de 1944, este país fue invadido por la Alemania nazi. El Ángel de Budapest, como se le conoce desde entonces, era un diplomático, como usted misma, que, aunque responden ante los políticos que los nombran, son en realidad funcionarios más que gobernantes. Se calcula que fueron más de 5.000 los judíos a los que salvó la vida en los meses en los que se le permitió expedir 200 salvoconductos a los sefardíes que pudo localizar, a sus familiares y a cualquiera que podía acreditar la menor relación, real o inventada, con España. Y lo hizo expidiendo sus pasaportes con un número que era siempre inferior a 200, pese a superar muchísimo la cantidad que le habían autorizado, sin que conste que el Gobierno de España estuviera informado de estas acciones. Así de diferentes somos los españoles de nuestros gobernantes.

Por eso, cuando en el nombre del Gobierno de España, comunistas como la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Ione Belarra, hacen declaraciones tan vergonzosamente antisemitas como las que han hecho ellas dos en los últimos días, sin que nuestro presidente Pedro Sánchez las cese y ni siquiera las desautorice; los españoles, a quienes no nos representan, nos sentimos profundamente abochornados y sentimos la urgente necesidad de pedirles perdón, para que quede claro que no hablan en nuestro nombre, sino que nosotros estamos del lado del Gobierno y del pueblo de Israel, que es la víctima de todo lo que está ocurriendo.

Los españoles no pensamos que Israel «vulnere gravemente los derechos humanos», ni que los sanguinarios terroristas de Hamás sean «facciones armadas palestinas», ni que Israel sea el responsable de ninguna «masacre en Gaza», como ha dicho la ministra de Pedro Sánchez. Ni tampoco creemos que exista ningún «apartheid israelí», como afirma su vicepresidenta. Creemos que en este conflicto sólo existe un culpable que es el grupo terrorista Hamás, que ha secuestrado a civiles, degollado a bebés, violado y torturado a mujeres y niñas y asesinado cruelmente a ancianos indefensos. Sanguinarios asesinos que practican un terrorismo similar al del ISIS o el Estado Islámico, que pretenden aniquilar a los judíos y acabar con el estado de Israel y que llevan desde 2006 gobernando tiránicamente a un pueblo palestino al que usan como escudos humanos, siendo responsables de desapariciones, torturas, asesinatos, detenciones ilegales y toda clase de crímenes contra la población civil de Gaza y de Israel.

Los españoles también sufrimos el gobierno de un Pedro Sánchez que, habiendo perdido las elecciones, pretende mantenerse en el poder pactando con los amigos de Hamás en España, así como con el partido que representa a los terroristas de ETA y los que dieron un golpe de estado en 2017. Estamos abochornados por los insultos contra Israel de los miembros de nuestro Gobierno y confiamos en poder deshacernos de ellos democráticamente lo antes posible. Lo sentimos mucho, estamos con el Gobierno y el pueblo de Israel.


Publicado el 17/10/2023 en Okdiario

Razones para abuchear a Sánchez


 ETA le ponía coches bomba a Aznar, a Rajoy le partían la cara de un puñetazo, y a Zapatero y a Sánchez les pitan y abuchean en el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional de España. Costumbres y tradiciones que nos definen como país y ponen a cada cual en su lugar. Hoy el Gobierno de España está sostenido por los votos de los herederos de los que intentaron asesinar a Aznar y los de los que incitaron y aplaudieron al que le partió la cara a Rajoy; mientras que los que votaron a los partidos de la oposición pitan y abuchean al presidente del Gobierno en funciones, que es la máxima expresión de resistencia que tienen los que más respetan la democracia, la Constitución y la bandera de España.

Todo tiene su causa, su motivo y su explicación. Cuando a las 08:05 horas del 19 de abril de 1995, ETA hizo estallar un coche bomba en la esquina de las calles Arturo Soria y José Silva de Madrid, al paso del vehículo en el que Aznar intentaba llegar a la sede del Partido Popular, éste era aún el líder de la oposición, pero ya había conseguido ganar las elecciones al Parlamento Europeo celebradas unos meses antes y amenazaba con poner fin a los 14 años ininterrumpidos del PSOE de Felipe González, como finalmente hizo al lograr salir vivo del atentado para ganar las elecciones de marzo de del año siguiente.

Rajoy estaba dando un paseo por la plaza de la Peregrina de Pontevedra a las 18:50 horas del 16 de diciembre de 2015, cuando un joven ultra violento de 17 años se abalanzó sobre él propinándole un tremendo puñetazo en la cara, provocándole un importante hematoma y rompiéndole las gafas. Dos días antes se había celebrado el único debate televisado entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno en las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Durante ese debate Pedro Sánchez le dijo a Rajoy que “el presidente tiene que ser una persona decente y usted no lo es”. 48 horas después de este insulto llegó el puñetazo.

ETA no quería que Aznar derrotase al PSOE, la extrema izquierda no quería que Rajoy venciera electoralmente a Sánchez, y a la oposición democrática y constitucional no le gusta Pedro Sánchez. Pero mientas que unos intentan asesinar con coches bomba y agreden con violencia física, los otros abuchean y pitan, en lo que los progres dirían que es un claro empate. Son evidentes las diferentes formas de actuar de unos y otros, pero tan bien son notables las distintas motivaciones de sus actos. En 1995 Aznar representaba la oposición al Gobierno de los GAL, de la corrupción y del paro. En 2015 Rajoy personificaba la salida de la crisis económica en la que nos había hundido Zapatero. Y en 2021-2023 Pedro Sánchez representa a Puigdemont, a Otegi y a los amigos de los terroristas de Hamás.

Raro sería que la ciudadanía española no abuchease a la persona que prometió públicamente que jamás pactaría con los proetarras de Bildu y que le quitaría el sueño tener en su Gobierno a ministros de Podemos. Al que ha transferido las competencias de prisiones al País Vasco para, a continuación, acercar allí a todos los presos etarras que ni se han arrepentido ni han pedido perdón. Al presidente de un Gobierno que ha excarcelado a más de 120 violadores y pederastas, rebajando las penas de más de 1.200 de ellos. Y al que, en el colmo de la indignidad, está negociando su investidura con los golpistas catalanes que le exigen la amnistía y la celebración de un referéndum de autodeterminación. El día en que los españoles celebramos la unidad de España nada se puede reprochar a quienes abuchean al que hoy más la amenaza.


Publicado el 12/10/2023 en Okdiario

Si Sánchez dependiera de los votos de Hamás


 

El nivel de brutalidad y la falta de humanidad de los vídeos y fotografías que nos llegan de los sanguinarios ataques terroristas de Hamás es tan salvaje que he tenido que modificar la configuración de mis redes sociales para que no me muestren más unas escenas que ya no puedo soportar. Violaciones, asesinatos, torturas y profanación de cadáveres son utilizadas como armas de guerra con el objetivo de aterrorizar a sus víctimas. Y el Gobierno de España en funciones, presidido por Pedro Sánchez, está formado por una coalición del PSOE con aquellos que desde aquí ponen excusas para no condenar todas estas salvajadas, ocultando tras su supuesta neutralidad la realidad de su apoyo a todos estos salvajes terroristas.

Hace sólo 26 años, tres terroristas como los de Hamás obligaron a entrar en el maletero de un coche al chaval de apenas 29 años al que habían secuestrado 48 horas antes. Lo llevaron a un descampado y allí lo sacaron del coche maniatado y, mientras uno de ellos lo obligaba a ponerse de rodillas, otro le descerrajó dos tiros en la nuca, dejándolo allí tirado para que muriese.

Estos tres sanguinarios terroristas que protagonizaron hace tan poco una escena similar a las que ahora nos llegan desde Israel fueron Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, su pareja, Irantzu Gallastegui Sodupe, alias Amaia y José Luis Geresta Mujika, miembros del comando Donosti de ETA. Hoy el Gobierno de España presidido por Pedro Sánchez, se sostiene gracias a los votos de los diputados de Bildu, partido que fue ilegalizado por el Tribunal Supremo al considerar que estaba dentro de un proyecto «gestionado, dirigido, coordinado y articulado por el complejo ETA – Batasuna» al que rehabilitó un politizado Tribunal Constitucional dominado por socialistas, pese a lo cual sigue homenajeando a etarras y continúa sin condenar el terrorismo.

Veintiséis años han pasado del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco, que en nada desmerece las salvajadas de Hamás contra Israel. Pero no hace falta retroceder mucho más en el tiempo para encontrarnos a la hermana Apolonia del Santísimo Sacramento.

Hace 87 años esta religiosa fue detenida en Barcelona por milicianos comunistas que la llevaron a una checa controlada por la CNT-FAI donde comunistas y anarcocomunistas la desnudaron, la colgaron de un gancho, la aserraron viva y echaron sus restos de comer a unos cerdos con los que luego elaboraron embutidos que se vendieron como «chorizo de monja». Esos mismos milicianos comunistas le servirían perfectamente a la difunta Almudena Grandes para hacer chistes con otra monja, la madre Maravillas, considerada una de las grandes místicas del siglo XX, de la que la escritora de extrema izquierda se reía imaginando lo que hubiera disfrutado siendo violada por «una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos».

Violar, castrar, torturar y descuartizar a monjas y curas fueron prácticas habituales de la extrema izquierda republicana llevadas a cabo hace menos de 90 años y aún hoy festejadas y celebradas por los mismos que ahora se muestran equidistantes para no condenar estas mismas salvajadas, cometidas por los terroristas de Hamás. El mismo día de los ataques, en un mitin en Cádiz, Yolanda Díaz, vicepresidenta de Pedro Sánchez y líder de Sumar, exige a voz en grito «que Israel cumpla con las resoluciones de Naciones Unidas», a la vez que expresa su «solidaridad con el pueblo palestino».

Mónica García, en nombre de Más Madrid, boicotea un minuto de silencio por las víctimas de la matanza de Hamás, al tiempo que condena a Israel por su “opresión” contra el pueblo palestino.

Nuestro presidente en funciones sostiene su Gobierno en los votos de todos estos que se sitúan del lado de los asesinos de ETA, de los violadores y descuartizadores de monjas y de los que justifican a los terroristas islamistas, así que es razonable plantearse qué pasaría si, para ser investido, dependiera de los votos de Hamás. Hoy Sánchez condena a los terroristas islamistas igual que ayer prometía que nunca pactaría con Bildu y que jamás aceptaría una amnistía al independentismo y lo mismo que ha «cambiado de opinión» en estos temas, pocas dudas caben de lo que haría si algún día necesitara sus votos.


Publicado el 10/10/2023 en Okdiario

¿Qué vas a hacer tú por España?

 


En plena Guerra Fría, recién terminada la Guerra de Corea y muy cerca del comienzo de la gran intervención estadounidense en la Guerra de VietnamJohn F. Kennedy pronunció su mítico discurso inaugural en el Capitolio de los Estados Unidos, el 20 de enero de 1961, en el que pronunció esa mítica frase por todos conocida en la que dijo «no pregunten qué puede hacer su país por ustedes, pregunten qué pueden hacer ustedes por su país», que a continuación enlazó con otra sentencia menos conocida en la que afirmó que «exijan de nosotros los mismos altos estándares de fortaleza y sacrificio que exigimos de ustedes». Kennedy apelaba a aquellas personas que se limitan a criticar lo que hacen sus gobernantes, e incluso a los indiferentes que tampoco hacen ningún esfuerzo personal para hacer cambiar las cosas, invitándoles a asumir responsabilidades como un deber ciudadano y poniéndose él mismo al frente de todos ellos.

En estos momentos resulta lógico y razonable que, todos los que no seamos proetarras, independentistas y, en general, enemigos de la unidad de España, estemos cargados de razones para estar muy indignados con el comportamiento de una clase política que es la primera responsable de que hayamos llegado hasta aquí. El ansia de poder y la ausencia de escrúpulos del líder del PSOE, capaz de incumplir cualquier promesa con tal de mantenerse aferrado al poder, lo convierte en el principal culpable. Pero no podemos olvidar la colaboración de los líderes de Sumar y de Podemos, sin los que no podría hacer nada. Y también tenemos sobradas razones para estar enfadados por los errores cometidos en la última campaña electoral por los líderes del Partido Popular y de Vox, haciéndolos responsables de que no haya sido posible obtener una mayoría suficiente.

Incluso es normal sentirse hastiados contra nuestros familiares y vecinos, teniendo en cuenta que uno de cada tres españoles ha votado a un Pedro Sánchez que ha pactado con etarras y golpistas, incumpliendo todas sus promesas. Igual de lógico que resulta estar enojados con algunos prebostes de la casta judicial. Jueces y fiscales que, olvidando su compromiso con la Justicia, han decidido plegarse a la política para ascender en sus carreras, avalando cualquier injusticia que desee llevar a cabo aquel que los ha puesto donde están. Incluso hay muchos que hace seis años pusieron en un pedestal al mismo Rey al que hoy insultan, por haber cumplido en ambos casos con sus funciones constitucionales.

En estos días en los que se está anunciando una traición a la patria como no veíamos desde los tiempos del Rey Felón, Fernando VII; en los que comprobamos que el Partido Socialista está negociando la investidura de Pedro Sánchez con un fugado en busca y captura por dirigir el golpe de estado de 2017, que públicamente dice que no le permitirá ser presidente si no concede la amnistía a todos los golpistas y les garantiza que van a poder realizar impunemente otro referéndum para destruir la unidad de España; existen sobradas razones para estar hasta el gorro de todos los culpables. Políticos, jueces, fiscales, incluso medios de comunicación que los respaldan a todos, son merecedores de toda nuestra ira. Pero si sabemos con absoluta certeza que ninguno de ellos va a hacer nada para frenar esta locura, ha llegado el momento de que cada uno de nosotros nos preguntemos, qué podemos hacer nosotros por nuestro país.

Sociedad Civil Catalana (SCC) ha convocado este domingo día 8, a las 12:00 horas, en Barcelona, una concentración bajo el lema «No en mi nombre. Ni amnistía. Ni autodeterminación», como una protesta de la sociedad civil en la que «las enseñas de los partidos estarán de más». Por ser la primera y celebrarse en Cataluña, resulta imprescindible que sea un éxito sin paliativos. Pero no debe quedarse ahí. Durante los próximos meses la sociedad civil de toda España debe organizarse para convocar actos similares en todas las ciudades y pueblos de España. Tenemos que salir todos a la calle tantas veces como haga falta hasta que, políticos de todos los partidos, autoridades judiciales y medios de comunicación se enteren de que no les vamos a consentir destruir una de las naciones más antiguas de Europa y del mundo, como es España. ¡Todos a la calle para frenar a Sánchez y a Puigdemont!


Publicado el 05/10/2023 en Okdiario

¡Dejad al Rey en paz!


 

Las redes sociales se han llenado los últimos días de mensajes, algunos bastante ofensivos, en los que poco menos que se le exige al Rey Felipe VI que convoque nuevas elecciones sin proponer a Pedro Sánchez como candidato a la investidura. Varios medios de comunicación publican titulares en los que se cuestionan acerca de qué pasa si el Rey no propone a Pedro Sánchez para otra investidura. Incluso la televisión pública ha entrevistado a un catedrático en derecho constitucional para preguntarle si, en su opinión, dado que el Rey no va a saber si Sánchez cuenta con el apoyo de los partidos independentistas que no acuden a la consulta, podría no proponerlo como candidato. Todas estas dudas generan un ambiente en el que parece que se quiere hacer creer a la gente que es Felipe VI el que puede decidir si se tienen que repetir elecciones o no.

Tras los comicios de diciembre de 2015 el jefe del Estado ofreció a Mariano Rajoy que fuera el candidato a la investidura, por encabezar la lista más votada. Como Rajoy se negó a intentarlo, por entender que no tenía los apoyos necesarios, tras una nueva ronda de consultas, propuso a Pedro Sánchez, que sólo contaba con 89 diputados y aunque llegó a un acuerdo con Ciudadanos que tenía otros 40 diputados, la suma no fue suficiente, dado que el PP no se abstuvo, sino que votó en contra. Casi transcurridos dos meses desde la primera votación, el Rey llevó a cabo una nueva ronda de consultas y, como ningún candidato quiso volver a intentar su investidura, se disolvieron las Cortes Generales y se convocaron nuevas elecciones.

Algo parecido ocurrió después de las elecciones de abril de 2019. Tras la primera ronda de consultas el Rey propuso a Sánchez, que había ganado las elecciones pero sólo contaba con 123 diputados. Tras fracasar en su intento de ser investido, Felipe VI les dio a los diputados tiempo para negociar acuerdos y próximo a cumplirse dos meses desde la primera votación, llevó a cabo una nueva ronda de consultas en la que, de nuevo, ningún candidato dijo contar con los apoyos necesarios para tratar de superar la investidura, por lo que, con el visto bueno de la presidenta del Congreso, el Rey disolvió las Cortes y convocó elecciones.

En ninguna de esas dos ocasiones los partidos independentistas acudieron a la ronda de consultas convocada por el Rey, pero, a diferencia de lo ocurrido en 2015 y en 2019, en esta ocasión, tras un primer intento fallido de investidura, existe un segundo candidato que dice que cuenta con los apoyos necesarios y expresa su voluntad de presentarse como candidato a la investidura. Nuestra Constitución no le impone a Felipe VI la obligación de comprobar que el candidato propuesto cuenta con los apoyos necesarios. De hecho, ya son tres las veces que un candidato propuesto por el Jefe de Estado ha fracasado en su intento. En 2015 y en 2019 el Rey propuso a Pedro Sánchez sin contar con los votos necesarios y ahora acaba de proponer a Alberto Núñez Feijóo siendo público y notorio que no superaría la investidura.

Lo que dice el artículo 99 de la Constitución es que el Rey propondrá a un candidato «previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria». Y que si su intento fracasa «se tramitarán sucesivas propuestas» durante un plazo máximo de dos meses, transcurrido el cual habrá nuevas elecciones en el caso de que «ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso».

No es Felipe VI el responsable de los errores cometidos por los partidos políticos de centro y derecha en la campaña electoral, ni tiene la culpa el Rey de que uno de cada tres españoles haya votado a un candidato que ha incumplido todas sus promesas, pactando con etarras y golpistas. Haced todos el favor de dejar en paz al Rey y no intentéis hacerle responsable de vuestros propios errores.


Publicado el 03/10/2023 en Okdiario