Dejad ya de aplaudir y empezad a protestar


El pasado domingo el peor Gobierno de la historia de España ha permitido salir por primera vez en 42 días, de golpe, a todos los niños de España, sin importarle que eso provocaría pequeñas situaciones de masificación que luego serían usadas por sus palmeros y por muchos pardillos para culpar a todos los padres españoles si acaso algo sale mal y hay que dar marcha atrás. Y también el domingo 48.000 sanitarios llevaron a cabo una manifestación virtual en redes sociales para hacer pública su queja por la desprotección y pésima gestión que ha provocado el contagio de casi 40.000 de ellos y que tengamos que lamentar la muerte de unos 50 profesionales sanitarios. España se ha convertido, con mucha diferencia, en el país del mundo con mayor número de muertos por habitantes y de contagios entre los sanitarios que luchan contra el coronavirus, y la tendencia al alza se mantiene. Y seremos los que más parados tendremos por el virus.
En palabras de la Organización Médica Colegial y del Consejo General de Enfermería esta desgracia ha sido causada por la ausencia de las imprescindibles medidas de seguridad que deberían haber preservado la salud de los profesionales. Han trabajado sin equipos de protección durante muchas semanas y cuando finalmente estos llegaron, en demasiados casos lo que les dieron fue materiales defectuosos que no cumplían su función. Prácticamente mes y medio después de decretarse el estado de alarma, aún hay que ver cómo algunos sanitarios siguen teniendo que tirar de bolsas de basura para luchar contra el coronavirus. Y a estas alturas aún a muchos de ellos no se les han practicado los imprescindibles test para saber si están infectados con lo que en vez de sanar, pueden estar contagiando a los demás. Nuestros sanitarios quieren que sepamos que no son “héroes ni mártires” y gritan “basta ya” de trabajar sin recursos y sin respeto “por un Gobierno incapaz, irresponsable y despreocupado”.
Hasta este domingo muchos de vosotros salíais a vuestros balcones a las 20:00h para mostrar vuestro agradecimiento a todos los profesionales que están luchando contra el coronavirus, mientras vosotros estáis seguros y protegidos en vuestros hogares, yo también lo hice hasta hace algunas semanas. Era también una forma de levantar el ánimo de los más pequeños de nuestras casas, porque veíamos en estos minutos la manera de ponerlos a cantar y a aplaudir todos juntos, ya que en muchas esquinas aparecieron pinchadiscos aficionados que aprovechan los aplausos para montar después una pequeña verbena popular en la que participan niños y mayores. Pues bien, desde este pasado domingo nuestros hijos ya pueden salir de casa y no necesitan que les animemos y nuestros profesionales sanitarios nos han dicho claramente que ellos quieren “más medios y menos aplausos”.
NO HAY NADA QUE CELEBRAR, España debería estar de luto. No tenemos forma de saber cuántos miles de compatriotas han fallecido ya a causa del coronavirus, pero seguramente sean cerca de 45.000, si no más, y aún siguen muriendo más de 300 personas cada día. Hasta el 31 de marzo se habían destruido ya 285.000 empleos sin contar con los ERTE y esa cifra no va a parar de crecer. ¿Qué hacemos cantando? ¿Qué hacemos bailando? ¿Qué hacemos aplaudiendo? El nefasto desgobierno socialcomunista muestra esas imágenes en sus telediarios haciendo creer que les estáis aplaudiendo a ellos, ¿hasta cuándo se lo vais a permitir? Han pasado 45 días desde que se decretó el estado de alarma y aún nos mantienen a todos encerrados sin poder salir a manifestarnos, porque no han sabido o no han querido poner los medios que habrían puesto fin a tanta muerte y empobrecimiento. Pero hasta encerrados podemos gritarles, ¡¡BASTA YA!!
Publicado el 28/04/2020 en Okdiario

Sánchez ha convertido a España en un Estado policial no democrático


En su comparecencia del domingo, el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, leyó una respuesta en la que informó de que el instituto armado trabaja en “minimizar ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno”. Inmediatamente el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska calificó esas declaraciones como un lapsus y afirmó que lo único que persigue la Guardia Civil son los “bulos que tienen un contenido absolutamente falso y su voluntad no es otra que, bien la comisión de un hecho delictivo, bien causar de una forma engañosa, torticera e indebida, una gran alarma social con riesgo objetivo para el orden público; y evidentemente ahí no entra para nada ni la crítica más áspera, incluso con engaños, falsedades, no entra… eso forma parte de la libertad de expresión que es consustancial y que es pilar básico del Estado de derecho”.
El lunes el general Santiago volvió a participar en la rueda de prensa del comité técnico para el seguimiento del coronavirus y volvió a leer otro discurso en el que no rectificó sus palabras ni reconoció haber cometido ningún “lapsus”, sino que aseguró que en su trabajo “no hay ideologías” y nos contó su curriculum, plagado de los logros que lo han llevado a convertirse en general y por los que nadie le había preguntado. Entre otras cosas porque el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, había censurado todas las preguntas que los periodistas le habían dirigido al general para que aclarase sus palabras del día anterior. Tras su intervención, el resto de miembros del comité técnico, encabezados por Fernando Simón, rompieron en aplausos al general. Simón defendió el trabajo «honesto» de ese comité y dijo que criticar sus errores era una indecencia.
Hoy hemos sabido que los pasados días 15 y 16 de abril el Estado Mayor de la Guardia Civil envió un correo electrónico a las Comandancias en el que les daba instrucciones sobre las actuaciones de ciberseguridad vinculadas al coronavirus. En ellas se les ordenó la “identificación, estudio y seguimiento, en relación con la situación creada por el Covid-19, de campañas de desinformación, así como publicaciones desmintiendo bulos y fake news susceptibles de generación de estrés social y desafección a instituciones del Gobierno”, que son prácticamente las mismas palabras usadas por el general Santiago en su comparecencia del domingo y que fueron desmentidas por el ministro Marlaska. En dicho correo se pide a las Comandancias un informe semanal en el que se incluyan las investigaciones judicializadas y las denuncias administrativas, “con la finalidad de ser tratado en próximas reuniones con el titular del departamento ministerial”, o sea, con Marlaska. Pero el Gobierno ha convencido al general Santiago para que hoy se desmienta a sí mismo y diga que, cuando el domingo habló de perseguir las críticas al Gobierno y cuando en las instrucciones cursadas por escrito a las Comandancias les ordenó que evitaran las informaciones que generen desafección al Gobierno, todos le escuchamos mal y le hemos leído mal, porque él siempre se ha referido a las «instituciones del Estado» y no al Gobierno.
Como muy bien afirmó Marlaska el domingo, ese correo enviado por el Estado Mayor de la Guardia Civil a las Comandancias y que coincide literalmente con lo expresado por el general Santiago y hoy desmentido, incluye instrucciones que atacan “la libertad de expresión que es consustancial y que es pilar básico del Estado de derecho”. Hasta conocer este correo cabía la posibilidad de que, como dijo Marlaska, se tratara de un “lapsus” del general. Ahora que lo hemos visto todos por escrito ya no queda duda de que el Estado de derecho del que habló el ministro se ha convertido en un Estado policial en el que el Gobierno del que forma parte Marlaska no se encuentra sometido a las leyes, sino que nos impone su voluntad por la fuerza. El coronavirus ha sido la excusa perfecta para que el Gobierno socialcomunista haya acabado de hecho con nuestra democracia.
Publicado el 21/04/2020 en Okdiario

Un mes perdido


Ya ha transcurrido un mes desde que el pasado 15 de marzo entrase en vigor el estado de alarma decretado por Pedro Sánchez. Aquel día se declararon en España 2.000 nuevos casos y oficialmente fallecieron 152 personas. Hoy 14 de abril, tras un mes en el que nos han tenido a todos encerrados en casa, se han declarado 3.045 nuevos casos y 567 nuevos fallecidos oficiales; aunque todos sabemos con certeza que esta cifra es sólo una minúscula parte de la dantesca realidad que nos rodea. Igual que sucedía cuando se decretó el estado de alarma, las farmacias siguen desabastecidas; no tenemos mascarillas ni siquiera de esas quirúrgicas que no nos protegen adecuadamente, no hay guantes, sigue escaseando el gel desinfectante y no tenemos test diagnósticos un mes después de que el Gobierno socialcomunista haya asumido en exclusiva la responsabilidad de proveernos de todo ello, atribuyéndose la facultad de incautar cualquiera de estos materiales. Y la cifra oficial de muertos diarios se ha multiplicado por cuatro.
Los informativos de nuestras subvencionadas cadenas de televisión nos ocultan las imágenes de cómo se están hacinando los más de 18.000 cadáveres de víctimas oficiales de esta pandemia, que se suman a ni se sabe cuántas decenas de miles más que no se cuentan oficialmente. Pedro Sánchez ni ha decretado el luto oficial, ni usa una corbata negra como muestra de respeto, reconocimiento y recuerdo de tantas decenas de miles de compatriotas fallecidos por su culpa. Tan sólo aparece en nuestras televisiones en horarios de máxima audiencia y se marca unos monólogos interminables, plagados de bulos y mentiras que pretenden hacer creer a la población más desinformada que su gestión está siendo acertada y que está dando unos frutos que se encuentran en el extremo contrario a la realidad.
Porque la única verdad no la muestran las televisiones públicas o subvencionadas. La realidad es que si ya actuó de forma negligente, retrasando la adopción de medidas de protección adecuadas contra una pandemia de la que todos los organismos internacionales le estaban advirtiendo, y lo hizo por motivos sectarios e ideológicos, para no impedir la celebración del aquelarre comunista del 8M; aún mucho más culposa y negligente ha sido la actuación de su Gobierno de incompetentes a partir del día siguiente de que se celebraran aquellas manifestaciones neofeministas. El número de fallecidos oficiales, sin contar los que se nos pretenden ocultar, sitúan a España como líder mundial indiscutible en tasa de muertes por habitantes y esa vergonzosa posición se afianza cada día. La gestión unificada de las residencias de ancianos, en manos de su vicepresidente Pablo Iglesias, las ha convertido en morideros donde, en palabras de Macarena Olona, se practica sin pudor la eutanasia. Y los más de 20.000 sanitarios infectados también nos convierten en líderes mundiales en este otro vergonzoso ranking.


A las 8 de la tarde salimos a nuestras terrazas y balcones a expresar nuestro agradecimiento a todos esos héroes que conscientemente están arriesgando sus vidas, porque Pedro Sánchez les hace luchar sin medios contra la enfermedad. Sanitarios, farmacéuticos, bomberos, militares, miembros de las FFCCSS del Estado, empleados de pequeños y grandes comercios de alimentación… todos aprietan los dientes y siguen luchando porque ese es su deber y su vocación. Pero aplaudirles ya no es suficiente. Llevamos un mes aplaudiendo y la situación no ha mejorado. La cifra de muertos e infectados no es infinitamente más alta sólo porque estamos todos encerrados, que es lo único que ha sabido hacer Sánchez. Debía haber aprovechado este mes para dotarnos de los equipamientos y las infraestructuras necesarias para volver a reactivar la economía sin riesgos, para que el remedio de tenernos encerrados no se convierta en algo peor que la enfermedad de la que nos protegemos. Para que la economía de España no se destruya. Un mes ha sido suficiente tiempo para demostrar que no sabe o no quiere hacerlo, no debe tener más oportunidades, ahora el Gobierno sólo debe dimitir.
Publicado el 14/04/2020 en Okdiario

No son Pactos de la Moncloa sino Pactos con el Diablo


Por diferentes motivos, Sánchez e Iglesias se han agarrado rápidamente a la propuesta que ha hecho Inés Arrimadas de llegar a unos acuerdos similares a los Pactos de la Moncloa. Propuso la presidenta de Ciudadanos que el Gobierno buscara «apoyo en la oposición y en los agentes sociales» a la hora de aplicar las medidas destinadas a reducir el impacto económico del coronavirus, tratando de evitar que la rama comunista del Gobierno impusiera su criterio. Y esta propuesta ha sonado a música celestial en los oídos de Pedro Sánchez, quien ve así abierta la posibilidad de convertir a la oposición en la culpable de todos los males que se nos avecinan, cuando se nieguen a aceptar sus inasumibles propuestas, que sólo van a tener por objetivo blanquear su deteriorada imagen. O, lo que sería aún peor, cuando se dejen engañar por él, aceptando compartir la responsabilidad por la consecuencia de todos sus errores.
Por su parte Pablo Iglesias ha visto abierta la puerta al cambio de régimen que él desea y no ha tardado ni un minuto en aclarar que esos reeditados Pactos de la Moncloa serían en realidad un “Pacto por lo Público”, amparado en lo que él denomina “constitucionalismo social”. De la Constitución española el de Podemos sólo se sabe el artículo 128.1 que dice que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”, olvidándose de que muy por encima está el artículo 33 que recoge el derecho fundamental a la propiedad privada, del que nadie puede ser privado sino por causa justificada y mediante la correspondiente indemnización. Indemnización de la que el Gobierno socialcomunista se olvidó de manera harto sospechosa al redactar el Real Decreto por el que se declaró el estado de alarma, al decir en su artículo 13.C que “el Ministro de Sanidad podrá practicar requisas temporales de todo tipo de bienes”.
Los españoles ya hemos alcanzado la suficiente experiencia como para tener la absoluta certeza de que Pedro Sánchez no le dice la verdad ni al médico. Nada se puede pactar con una persona que un día pide el apoyo de la oposición para prorrogar el estado de alarma sin restringir las actividades económicas, y al día siguiente ordena el parón total de la economía. Que anuncia unas medidas tras el Consejo de Ministros de la mañana, las rectifica por la tarde y acaba publicando otras diferentes por la noche. Hasta hoy todo lo que ha salido de la boca de Sánchez ha sido mentira, ha incumplido todas sus promesas a la oposición y hasta a sus votantes, llegando a unos acuerdos de investidura que el día antes de las elecciones aseguraba que le quitaban el sueño. Pactar con Pedro Sánchez es lo mismo que pactar con el diablo, entregarle tu alma sabiendo que él nunca cumplirá lo que promete a cambio.
La oposición ni siquiera debe votar a favor de prorrogar el estado de alarma si no se elimina ese comunista artículo 13.C y si antes de tomar cualquier nueva medida esta no ha sido previamente negociada y consensuada con ellos. La responsabilidad de que la prorroga no fuera aceptada sería en ese caso exclusivamente del Gobierno. El Partido Popular, VOX y Ciudadanos tan sólo tienen que negociar con Sánchez la fecha de las próximas elecciones generales, que deben celebrarse tan pronto como las condiciones sanitarias lo permitan. Por un lado debemos ser los votantes quienes juzguemos su actuación antes y durante esta crisis, y los que decidamos en quién confiamos para que nos saque del desastre social y económico en el que Sánchez e Iglesias nos han hundido. Y por otro deberán ser los juzgados españoles e internacionales los que sentencien cuanto antes las responsabilidades que se deriven de los daños que con su negligente y sectaria actuación nos ha causado este Gobierno del demonio.
Publicado el 07/04/2020 en Okdiario

Que la oposición haga algo


849, la cifra diaria de muertos llegó a un nuevo récord el décimo octavo día después de que Pedro Sánchez anunciase el estado de alarma para la contención de la pandemia por la enfermedad de coronavirus. El lunes, tras casi tres semanas de estar todos confinados en nuestros hogares, se acumularon 8.189 fallecidos y 94.417 casos confirmados. Las cifras de cada día siguen superando las del anterior en una curva que nunca llega a su punto más alto. Y eso quien se crea las cifras oficiales, porque sabemos que el Gobierno ha dado la orden de que no se hagan autopsias y se anoten otras causas de defunción, como «fallo multiorgánico», «distrés respiratorio» o «insuficiencia respiratoria aguda», para adelgazar este dato. Además de que, como no hay test para confirmar el contagio, las cifras reales pueden estar perfectamente 10 veces por encima de las declaradas.
El Gobierno socialcomunista insiste en que la oposición debe ser leal y demostrar unidad con el Gobierno, al tiempo que diputados socialistas y podemitas inundan las redes sociales de mensajes en los que le echan la culpa de todo al PP, por su gestión de algunas comunidades autónomas y por unos falsos recortes y privatizaciones que se han inventado ahora. El mismo Gobierno que se negó a prever el brote de la pandemia antes de la juerga comunista del 8M. El que a esta fecha aún no ha sido capaz de proveer a sanitarios y policías de los equipos de protección que necesitan para no caer infectados uno tras otro. El que no dispone de los test que detecten la enfermedad. El que toma una medida por la mañana, la rectifica por la tarde y acaba publicando una tercera diferente de las anteriores a última hora de la noche. El que celebra tres Consejos de Ministros en una semana para que cada uno corrija los errores de los anteriores. Ese Gobierno, nos demanda lealtad y unidad.
Nos exigen que nos traguemos que nadie podía prever lo que para ellos empezó la noche del 8 de marzo, pese a los múltiples avisos previos, tanto nacionales como internacionales, que ya se conocen. Nos obligan a aceptar que esta pandemia es una crisis mundial que afecta a todos los países, pese a que los datos indican que nadie lo ha hecho peor que ellos. Nos fuerzan a creer que su actuación no ha sido sectaria e improvisada, sino que en todo momento han actuado conforme a unos expertos que se niegan a decirnos quienes son y que con toda seguridad serán los mismos que hasta hace tres semanas insistían en que esto no era más que “una gripecilla de nada”, tachando de alarmistas a quienes avisaban de la que se nos venía encima. Nos presionan para que admitamos que somos punteros en cuanto a la adopción de las medidas más estrictas para frenar la pandemia. Que nadie les ponga un pero, que nadie les corrija, que todos crean que las críticas sólo pretenderían sacar provecho de la situación.
Y la oposición, tocando el violón. No se les ve, no se les oye, prácticamente han desaparecido de los medios de comunicación de masas donde solamente se repite machaconamente la versión oficial: este virus lo paramos unidos. Imaginaos que el Titanic se dirige directo al iceberg por el que se hundió y los pasajeros que lo están viendo se quedan callados sin protestar porque deben estar todos unidos. Suponeos a bordo de un autobús que lleva al volante a un conductor borracho, que os exige silencio mientras acelera, porque los pasajeros le deben lealtad. En esta crisis no hay nada que el Gobierno haya hecho bien en el pasado, no existe ningún motivo para confiar en que vayan a acertar en el futuro. Lo siento, yo no conozco la solución, no tengo ni la más remota idea de cómo se puede quitar del mando al mono con dos pistolas que nos lleva irrevocablemente a la desgracia. Sólo puedo exigirle a la oposición que no siga callada, que haga algo para tratar de impedir que nos hundamos, que por lo menos lo intenten. Y que nos ayuden al menos a recuperar la dignidad que nos han arrebatado.
Publicado el 31/03/2020 en Okdiario