Las trolas del ministro Ábalos


Como un niño chico al que le pillan con las manos y la boca manchadas del chocolate de una tarta, así ha ido variando el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, su versión sobre lo ocurrido durante la madrugada del domingo al lunes 20 de enero, después de que el pasado jueves se publicara que a esas horas intempestivas había mantenido una reunión secreta con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas, quien tiene prohibido desde 2017 entrar o transitar por ningún país de la Unión Europea por su complicidad con la represión y la violación de los derechos humanos en Venezuela. Al mismo tiempo que Pedro Sánchez prefería irse a la gala de los premios Goya antes que recibir al presidente encargado Juan Guaidó, al que su vicepresidente, Pablo Iglesias, rebaja a «un dirigente político muy importante de la oposición en Venezuela», negándole la condición que le otorgan las urnas venezolanas.
 La primera versión del mismo jueves fue negar la información: “No hubo reunión” y punto. Ábalos dijo que había ido a Barajas no a verse con Delcy Rodríguez en secreto, sino a recoger a su amigo el ministro de Turismo de Venezuela, Félix Plasencia, mostrándose visiblemente airado con los periodistas que le insistían sobre el tema. Ese mismo día ya se desmintió a sí mismo para reconocer que sí se habían visto, aunque matizó que no había sido un «contacto formal» sino un encuentro fortuito, precisando que nuestro ministro de Fomento no sabía de antemano que Rodríguez iba en el mismo avión que el ministro de Turismo venezolano. Pero al día siguiente el ministerio volvió a rectificar reconociendo que “Ábalos tuvo conocimiento de que la vicepresidenta iba en el avión un poco antes de su llegada”. La cuarta versión la dio el propio Ábalos el viernes por la tarde argumentando que su amigo el ministro de Turismo fue quien le pidió que la saludara.
Pero el sábado volvió a desdecirse declarando que cuando estaba “llegando al aeropuerto” a recoger a su amigo recibió una llamada del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien le informa de que en el mismo vuelo llegaba también la número dos de Maduro y le dice: “Ya que vas, procura que no se baje del avión”, sin explicar por qué antes había dicho que no se habían visto ni por qué después afirmó que sólo estuvo con ella para saludarla a petición de su amigo el ministro de Turismo venezolano. Y ya el domingo supimos que la vicepresidenta de Maduro mantuvo una reunión de 25 minutos con Ábalos, bajó del avión, pasó toda la noche en la terminal ejecutiva del aeropuerto pese a tener prohibida su entrada en España, recorrió ocho kilómetros atravesando las pistas del aeropuerto hasta la T4 donde tomó un vuelo comercial e incluso pasó un control de billete como cualquier otro pasajero justo antes de acceder a la puerta de embarque.
Posiblemente a la hora en que se publique este artículo se habrá quedado anticuado porque exista ya otra nueva versión que desmienta todas las anteriores, pero siendo grave, lo peor de este asunto no es que el gobierno de España mienta tanto. Eso lo hace Pedro Sánchez hasta con más desvergüenza que su ministro y sin coste ninguno. Lo peligroso es que todavía no nos podemos creer las explicaciones dadas y tenemos que sospechar que detrás de todas estas mentiras se encuentre una verdad que forzosamente debe de estar relacionada con la investigación de la Audiencia Nacional sobre los pagos millonarios que la petrolera estatal venezolana PDVSA realizó al nombrado por Zapatero embajador de España en Venezuela, Raúl Morodo, y su hijo Alejo; caso sobre el que Delcy Rodríguez podría haber aportado mucha información ya que todo la apunta a ella como eje de coordinación. Y seguro que la número dos de Maduro vino también a hablar con Sánchez y con Iglesias de la información que está aflorando sobre los pagos de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Uruguay a Podemos. En todo caso está claro que tantas mentiras lo que intentan es tapar una verdad vergonzosa hasta para un gobierno socialcomunista.
Publicado el 28/01/2020 en Okdiario

Pin Parental como defensa contra extremistas


Lo hemos visto y vivido muchas veces, todos los extremistas intentan adoctrinar a los niños para hacer proselitismo de su ideología de odio al diferente. Nazis, fascistas, comunistas, chavistas… Todos han arrebatado siempre “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” que claramente garantiza nuestra Constitución en su artículo 27.3. Y todos ellos siempre lo han hecho utilizando el mismo argumento: que el Estado tiene la obligación de formar a los ciudadanos en unos valores superiores a los que elijan los padres y que ellos, los nazis, fascistas, comunistas o chavistas, protegen a los hijos de los demás de las ideas “reaccionarias” de unos padres que no comulgan con la ideología de los extremistas que ostentan el poder del Estado represor y adoctrinador. Por eso en el gobierno socialcomunista español se han puesto tan nerviosos por el “pin parental”.
Si el que ostenta el poder es un nacionalista extremo, como ocurre en Cataluña, los niños serán adoctrinados en ese nacionalismo que odia a España quieran o no los padres. Cuando el Estado es controlado por la extrema derecha, como ocurrió en Alemania o Italia el siglo pasado, a los niños se les enseñará a odiar a los judíos, a los gitanos o a los comunistas. Y si el sistema educativo es dominado por los comunistas, como en Cuba, Venezuela, China y ahora en España, se transmitirá a los niños el odio a la libertad y sus ideas anticapitalistas, neoecologistas, neofeministas, su ideología de género y su multiculturalidad. Los fascistas dicen que los comunistas adoctrinan pero en cambio ellos transmiten valores universales y los comunistas opinan que es justo al contrario. Pero del mismo modo tanto unos como otros despojan a los padres de la responsabilidad de educar y proporcionar una formación integral a sus hijos, que es un derecho y una obligación inherente al ejercicio de la patria potestad que les corresponde en cualquier democracia liberal.
Por ejemplo, hace años la asignatura de religión católica fue obligatoria en los colegios españoles pero dejó de serlo en la Transición. Si algún partido ultraconservador ganase las elecciones en España se podría plantear que de nuevo volviera a ser obligatoria y evaluable para todos los niños españoles y posiblemente muchos padres de extrema izquierda desearían en ese caso también que un “pin parental” les permitiera excluir a sus hijos de dichas enseñanzas. Aunque Begoña Villacís y Ciudadanos no lo entiendan, los liberales no queremos que a nuestros hijos ni a los de los demás se les transmitan valores morales de ningún tipo sin el consentimiento de sus padres. Queremos que la libertad para elegir el tipo de educación de nuestros hijos sea total y absoluta sin que el Estado ni nadie les impongan sus creencias. Pretendemos para todos una libertad que nos proteja de todos los extremistas ya sean nazis, fascistas o comunistas.
Los liberales no nos conformamos con un “pin parental” que sólo sirve para excluir a nuestros hijos de las actividades complementarias impartidas por personal no decente que no nos agradan. Deseamos que todas los temarios estén libres de un adoctrinamiento indeseado. En las escuelas públicas españolas se adoctrina en todas las asignaturas. En historia se enseña la falsa memoria histórica revanchista. En ciencias sociales se transmite neoecologismo de extrema izquierda. Las ciencias naturales están impregnadas de ideología de género y ultrafeminista. Y el anticapitaismo está presente hasta en los enunciados de los problemas de matemáticas. Los liberales pedimos el “cheque escolar” que nos permita elegir el tipo de escuela a la que asisten nuestros hijos, para que los que quieran formarlos en un entorno comunista puedan hacerlo libremente y quienes no lo deseamos podamos librarnos del extremismo de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y todos los perturbados a los que están eligiendo para cargos de responsabilidad. Pero hasta que se consiga tendremos que conformarnos al menos con el “pin parental”. Porque un poco de libertad siempre es mejor que nada de libertad.
Publicado el 21/01/2020 en Okdiario

Pedro Sánchez incinera a Montesquieu


A Montesquieu lo mataron los socialistas en 1985 y ahora ellos mismos lo han incinerado y han tirado al suelo sus cenizas para que sean arrastradas por el vuelo de las togas de los fiscales. La justicia independiente siempre es un inconveniente para cualquier tirano que se precie y el primer paso para el cambio de régimen que persigue el actual gobierno de coalición socialista-comunista, es someter a los pocos jueces y fiscales que no coinciden ya con sus deseos u obedecen, mansos y sumisos, sus instrucciones. Fue por eso que el gobierno socialista de Felipe González decidió en 1985 matar a Montesquieu, es decir, poner fin a la idea defendida por el filósofo francés de que los tres poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, deben ser ejercidos por órganos del gobierno distintos, autónomos e independientes.
Hasta entonces los 20 miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)-encargado de los nombramientos de los jueces del Tribunal Supremo, del Constitucional, de la Audiencia Nacional, de los Tribunales Superiores de Justicia, y hasta de los Presidentes de las Audiencias Provinciales- eran elegidos: 4 por el Congreso, 4 por el Senado y los otros 12 directamente por los jueces. Pero en 1985 el PSOE, viendo que la justicia no se plegaba a sus deseos, decidió cambiar las cosas y a partir de entonces sus 20 miembros son nombrados por las Cortes. Fue entonces cuando Alfonso Guerra anunció que “¡Montesquieu ha muerto!”. Y una vez fallecido el filósofo francés ha sido enterrado varias veces con el consentimiento del Partido Popular, que ha logrado mayorías absolutas llevando en su programa electoral la promesa de devolver al CGPJ la independencia perdida y ha incumplido siempre esta promesa para regocijo de los socialistas.
Posteriormente fue Cándido Conde Pumpido, el fiscal general del Estado nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero a los tres días de llegar a la presidencia y que ocupó ese puesto durante sus ocho años al frente del Gobierno de España, quien en 2006 degradó el cargo que representaba afirmando aquello de que «el vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino», en relación a que los fiscales se adaptarían a la situación política en relación con el “alto el fuego” declarado por ETA unos meses antes y el consiguiente «proceso de paz» con los terroristas del gobierno de Zapatero. Y tal y como lo prometió Conde Pumpido cumplió, siendo el sanguinario terrorista Iñaki de Juana Chaos, en libertad desde 2008, buena prueba de ello. Tras 25 asesinatos terroristas y más de 3.000 años de condena, de Juana Chaos pasó sólo 18 años en prisión.
Ahora Sánchez ha designado como fiscal general del Estado a la socialista Dolores Delgado, ex ministra de Justicia y diputada del PSOE que hace sólo dos meses daba mítines pidiendo el voto para el Partido Socialista. El currículum de la nueva fiscal general demuestra que a Sánchez ni siquiera le preocupa que tenga la más mínima apariencia de independencia. Tras arrasar con la Abogacía del Estado, forzando a esta institución a cambiar su opinión respecto a la inmunidad de Oriol Junqueras en beneficio personal de Pedro Sánchez y su investidura, el presidente destroza ahora la Fiscalía General del Estado para acabar con la judicialización del que ahora llama «conflicto político catalán», así como para blindar a su vicepresidente Pablo Iglesias de las indagaciones de la fiscalía boliviana que investiga si dinero procedente del narcotráfico sirvió para financiar a Podemos. Se puede asegurar sin ninguna duda que, bajo el mandato de Sánchez, los fiscales no eludirán el contacto con las cenizas de Montesquieu.
Publicado el 14/01/2020 en Okdiario

Gobierno en precario


Atada y bien atada tenía el Felón su sexta votación de investidura y por fin lo consiguió. A cambio de un colchón en la Moncloa habría vendido su alma al diablo si le hubiera hecho falta, pero no lo necesitó. A Sánchez le ha bastado con purgar a fondo su partido después de reformar sus estatutos para quitarle poder a su Comité Federal, prometer en campaña electoral que con Pablo Iglesias no se iba a tomar ni una cerveza, que a los separatistas no los iba ni a saludar, que prohibiría los referéndums sobre independencia, que traería detenido a Puigdemont y que con Bildu no iban a pactar, hacer un rollo de papel higiénico con sus promesas y usarlo después de ciscarse en todos sus votantes, abrazarse al chavista, hacerlo vicepresidente a él, ministra a su pareja y a tres comunistas más, incluido ese que tiene como modelo a Cuba, bajarse los pantalones ante los filoetarras de Bildu, llevarse a la Guardia Civil de Navarra, demoler la Abogacía del Estado y ya con eso ha sido suficiente… por hoy.
Era imposible que ninguno de los 167 disputados que le habían prometido su voto incumpliera su promesa y votase en conciencia. Primero porque todos ellos tienen mucho que perder y nada que ganar, porque entre sus intereses no aparecen los generales de España, ni siquiera mantener la dignidad del que cumple sus promesas. Y en segundo lugar porque ERC ya había informado de que harían inútil cualquier arrebato de dignidad socialista cambiando el sentido de sus votos de la abstención al sí en caso de resultar necesario. Y perdida toda esperanza, el sacrificio habría resultado inútil.
Se podrá formar por fin ese Gobierno al que socialistas y comunistas repetidamente llaman “progresista”, tergiversando el auténtico significado del sustantivo “progreso”, que define la acción de ir hacia delante, de avanzar; actividad que resulta absolutamente incompatible con el comunismo, por mucho que éste se apellide “del siglo XXI” para intentar diferenciarse del movimiento reaccionario causante de tanta muerte, represión y miseria que en realidad representa siempre el comunismo. Siempre, en todo momento y en todo lugar, allí donde el comunismo de los Iglesias, Montero y Garzón ha rozado el poder los derechos y libertades de los ciudadanos han retrocedido y lo único que ha progresado ha sido la miseria, la represión y los patrimonios personales de esos líderes que se enriquecen rápidamente a costa de empobrecer a sus pueblos. Y este Gobierno socialista y comunista nace hipotecado a separatistas y filoetarras que el único progreso que favorecerán será el que más perjudique al resto de españoles a quienes nos consideran sus enemigos.
“El matrimonio entre la mentira y la traición”, como acertadamente califica Santiago Abascal al Gobierno de Pedro Sánchez no será para nada progresista, pero sí será absolutamente precario, porque todas las cesiones, traiciones, fraudes y mentiras a las que el Felón se ha visto obligado para mantener el Falcon ya le han caducado hoy tras lograr su investidura. A partir de mañana cada nueva votación precisará de una nueva traición, cada negociación necesitará su propia cesión y cada proyecto una nueva renuncia. Este Gobierno precario resistirá lo que los barones del PSOE sean capaces de soportar la fuga de votos en sus respectivas Comunidades. Este Gobierno precario durará lo que aguante la indignidad de esos 120 socialistas que han mentido a sus electores y que a partir de mañana tendrán que convivir con la vergüenza de haber traicionado a sus vecinos a cambio de un plato de lentejas. Este Gobierno precario caerá en cuanto quieran los golpistas, los filoetarras y los comunistas, quienes a partir de hoy tienen al PSOE cogido por sus partes menos nobles.
Publicado el 07/01/2020 en Okdiario

¿De qué no es capaz Pedro Sánchez, el Felón?


Fernando VII es considerado el peor Rey de la historia de España, lo que le valió los apelativos de Fernando Vil y el Rey Felón. Fue un gobernante hedonista, falso, sin palabra, incapaz, populista, vengativo y traidor a su patria, características todas que tan bien definen a nuestro presidente en funciones Pedro Sánchez, de quien ya nos preguntamos hasta dónde va a ser capaz de llegar para conseguir ser investido, cuál será el próximo compromiso que incumplirá, qué institución será la próxima que arrastrará, quién el siguiente al que traicionará, con qué mentira nos engañará, cuánto mal será capaz de infligir a España. Antes de llegar al punto de descaro en el que ahora mismo se encuentra, en el que parece que ya se ha liado la manta a la cabeza y lo mismo le dan ocho que ochenta, ya había dado sobradas muestras de su felonía.
Su carácter ambicioso y vengativo quedó al descubierto con su reacción tras ser defenestrado del PSOE por intentar pactar con podemitas y secesionistas en 2016; tras ganar las primarias reformó los estatutos del partido para quitarle poder al Comité Federal y dejó sin cargo a todos los que se le habían enfrentado. Su falta de dignidad y apego a la verdad quedó patente por la desvergüenza con la que reaccionó cuando conocimos el fraude de su tesis doctoral; incluso una vez demostrado científicamente que una gran parte era plagiada y hasta puesta en duda su autoría, se negó a dimitir insistiendo en sus mentiras. Y su hedonismo y fatuidad quedó fuera de toda duda con sus continuos desplantes al Rey Felipe VI y cuando se fue de marcha a Benicasim en el Falcon oficial con su mujer, porque él se lo merece y a ver quién le dice que no.
Pero lo que estamos viviendo estos días nos hace incluso dudar de que pueda tener ningún límite. Sánchez no sólo ha incumplido su promesa electoral de no negociar con podemitas, independentistas y bilduetarras, sino que acaba de cargarse para siempre la institución de la Abogacía del Estado haciendo que el hasta ahora prestigioso cuerpo funcionarial caiga tan bajo como Zapatero hizo arrastrarse al Tribunal Constitucional, consiguiendo que anulara la sentencia del Supremo que ilegalizaba a Bildu, como parte de su negociación con ETA. Con todo el descaro, sin intentar siquiera disimular, Sánchez ha logrado que firmen un informe en el que los Abogados del Estado contradicen sus tesis anteriores y que los expertos en derecho consideran una aberración, se lo ha filtrado a Junqueras antes de que lo conociera el Tribunal Supremo y cuando el de ERC le ha dado el visto bueno, lo han hecho público. Como la mujer de César que además de serlo debe parecerlo, la justicia española difícilmente se recuperará de esta ignominia.
Y como guinda del pastel tenemos un vídeo en el que cuatro agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional fueron sorprendidos armados y encapuchados tratando de acceder a la residencia de la embajadora de México en Bolivia en la que se encuentran asilados una decena de ex cargos del Gobierno de Evo Morales, entre ellos, ex ministros procesados por acusaciones de terrorismo. La excusa de su presencia en dicho lugar era una visita oficial que se estaba produciendo de madrugada por parte de la Encargada de Negocios española y nuestro cónsul. Si ya resulta sospechoso el horario intempestivo del desplazamiento no lo es menos que los pasaportes de los cuatro policías fueron expedidos apenas cuatro días antes. Y mientras nuestro Gobierno crea una comisión que investigue lo sucedido, que es como en lenguaje administrativo se dice “no hacer nada”, el Gobierno de Bolivia acusa a Sánchez de tratar de facilitar la evasión de unos colaboradores de Evo Morales que podrían dar información sobre el dinero "criminal” recibido por el partido morado. Sánchez no tiene freno ni límite, no existe ninguna infamia de la que no sea capaz con tal de ser investido como el Presidente Felón.
Publicado el 31/12/2019 en Okdiario