Hartos de Sánchez y su banda

 


Resulta terrible el hartazgo, infernal la fatiga y espantoso el agotamiento provocado por Pedro Sánchez y toda la cuadrilla de la que se ha rodeado. Durante muchísimo tiempo recordaremos este final de 2022 como esos días de pesadilla en los que se superaron todos los límites. Es imposible, ya nada nos sorprende, todo resulta previsible; el horror es monótono, cansino y aburrido. Sabemos que nada bueno se puede esperar del presidente del Gobierno y su mesnada, tanto los donnadies del Partido Sanchista de los que se ha rodeado para que le aplaudan, como sus socios en el Gobierno de coalición, liderados por esa pareja de niñatas incultas, incompetentes y analfabetas, pero engreídas en su burricie sólo por haber sido designadas a dedo para lucir una cartera ministerial que no merecen, por un Pablo Iglesias que, en la sombra, las sigue manejando con descaro.

Y pese a que todos sus crímenes ya están previstos, tanta acumulación provoca un horrible empacho. Las noticias son como ese vertedero municipal en el que una hilera interminable de camiones va depositando su carga de basura apestosa en la que, varias veces cada día, encontramos un cadáver en descomposición. El niño violado y asesinado que hoy apareció en un contenedor puede ser esa ley trans de Irene Montero que permitirá a los menores cambiar su sexo sin conocimiento de sus padres. El tronco humano sin cabeza ni extremidades que encontramos ayer entre los desperdicios sería esa ley del sólo sí es sí que ha rebajado las penas de 115 violadores, de los que al menos 16 están ya en la calle acechando a sus nuevas víctimas. Excrementos e inmundicias se acumulan sobre las pruebas del crimen diario ante el pavoroso desaliento de la audiencia.

Aburre ver salir a etarras de la cárcel mientras su brazo político es tratado con más respeto y dignidad que las víctimas de sus crímenes. Satura escuchar las provocaciones de golpistas indultados que están consiguiendo un Código Penal a la medida de sus futuros delitos. Cansa imaginar a los corruptos frotándose las manos ante una inminente rebaja de sus penas que les permitirá disfrutar impunemente del botín que nos han robado. Empachan tantas mentiras, tanta chulería, tanta desfachatez y tan poco recato en el abuso de unos votos que consiguieron diciendo que iban a hacer justo lo contrario de todo lo que luego los vemos llevar a cabo. La imagen de aquel Pedro Sánchez delante de una gigantesca bandera de España, dando un discurso en el Teatro Circo Price de Madrid, en su presentación como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en 2015, contrasta perfectamente con esa otra que se hizo cenando con Mohamed VI ante otra bandera de España, ahora puesta del revés. Chirría, pero no sorprende, sólo empalaga.

Y ante tanta hartura parece que solamente cabe el desaliento, que es lo único que no tenemos derecho a permitirnos. Los españoles no podemos desfallecer ahora, ni tirar la toalla y dar por perdida la esperanza de que, de alguna forma, tanto abuso tenga fin. La indigestión causada por la caterva que ahora escribe en el BOE no puede revolvernos contra la política, que es lo que en el fondo nos pide el cuerpo a todos; mandar a paseo a cualquiera que se suba a una tribuna para reclamar nuestro voto, pensando que son todos iguales y que ninguno se va a ocupar realmente de nuestros problemas. Ahora más que nunca tenemos que resistir, no podemos desfallecer. Cansados y aburridos, estamos obligados a confiar en que esta vez haya alguien que no nos quiera engañar y que de verdad vaya a ocuparse de recoger la basura y no de generarla, que es lo único que han hecho Sánchez y su banda.


Publicado el 22/12/2022 en Okdiario

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