¿Elegirán los jueces a los jueces?


 

Entrevistado por Susanna Griso en Espejo Público, de Antena 3, el portavoz nacional del PP, Borja Sémper, ha afirmado este miércoles, en relación con el acuerdo firmado entre el PP y el PSOE para volver a repartirse entre ellos otra vez un politizado CGPJ, que el nuevo método de elección consistirá en «que los jueces eligen a los jueces, para que los políticos no tengamos posibilidad de influir en el órgano de gobierno del poder judicial». Preguntado por la periodista acerca de «qué garantías tienen de que el Partido Socialista esté a favor de esa reforma para que sean los jueces quienes elijan a los jueces», el portavoz del PP respondió que «está escrito, está firmado y tenemos a la Unión Europea garantizándolo».

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, entrevistado esta mañana por Federico Jimenez Losantos en EsRadio, ha insistido en esta misma idea afirmando que, si el PSOE no vota que los jueces elijan a los jueces, «Europa hablará» ya que «el acuerdo es muy claro» y «Europa se ha quedado con el texto y tienen una copia firmada por el señor Bolaños y el señor Pons».

El ministro de Justicia, Félix Bolaños, firmante de dicho acuerdo, tardó menos de 12 horas en desmentir al portavoz del PP afirmando en una entrevista en la Cadena SER, que el PSOE no se ha comprometido a aceptar la propuesta de reforma que haga el CGPJ: «no es vinculante», afirma. Estas declaraciones coinciden con lo expresado por el portavoz del Grupo Socialista, Patxi López, quien el martes dijo en los pasillos del Congreso que «no estamos hablando de que los jueces eligen a los jueces, esto no aparece de ninguna manera en el acuerdo, lo que dice es que el Consejo puede hacer propuestas que todos valoraremos». E insistió en que, con el modelo actual «los jueces ya participan en la elección de sus propios órganos».

Para averiguar la verdad acudimos al acuerdo firmado, que en su apartado 1º (III), donde literalmente dice: «Se requiere al CGPJ que apruebe, por mayoría de tres quintos, una propuesta de reforma del sistema de elección de los vocales de procedencia judicial, que será trasladada al Gobierno y a las Cortes para su debate y, en su caso, tramitación y aprobación».

En la disposición adicional de la Proposición de Ley Orgánica que figura como Anexo I de dicho acuerdo, textualmente se indica que: «En el plazo de seis meses… el CGPJ elaborará… una propuesta de reforma del sistema de elección de los vocales designados entre jueces y magistrados… que garantice su independencia y que, con la participación directa de jueces y magistrados que se determine, pueda ser evaluada positivamente por el informe del Estado de Derecho de la Comisión Europea… Dicha propuesta será trasladada al Gobierno, al Congreso y al Senado para que,… basándose en ella, se elabore y someta a la consideración de las Cortes Generales un proyecto de ley o proposición de ley de reforma del sistema de elección de los vocales judiciales para su debate, y en su caso, tramitación y aprobación».

Exactamente a esto es a lo que se ha comprometido el PSOE de Pedro Sánchez a cambio de que el PP de Feijóo se reparta con ellos los 20 vocales de un CGPJ tan politizado como todos los anteriores. El compromiso de Sánchez es pedirle al nuevo CGPJ que haga una propuesta para que jueces y magistrados participen en futuras renovaciones de dicho órgano, como ellos piensan que participan ya, así como que dicha propuesta sea tramitada y debatida por las Cortes, dentro de más de 6 meses. No hay nada más. En el documento firmado el PSOE no se ha comprometido a despolitizar la Justicia. Ni la propuesta que haga el CGPJ tiene que consistir forzosamente en «que los jueces elijan a los jueces», como afirma el PP, ni el PSOE se ha comprometido a aceptar sin más lo que los jueces propongan. Dentro de 6 meses lo veremos, pero que nadie espere que Pedro Sánchez vaya a dejar de ser el mayor tramposo de España.


Publicado el 27/06/2024 en Okdiario

¡No entreguen el CGPJ!


 

Sonríe orgulloso el vicesecretario del PP, Esteban González Pons, posando en Bruselas junto al ministro Félix Bolaños, tras haber llegado a un acuerdo por el que, una vez más, el PP y el PSOE se van a volver a repartir el CGPJ a cambio del compromiso por parte de los socialistas de «presentar una proposición de ley orgánica que reforzará la independencia del Poder Judicial» y de que ambas cuestiones sean aprobadas en el Congreso a la vez. Desde esta columna criticamos a Pablo Casado cuando le entregó el Tribunal Constitucional al PSOE y alabamos la resistencia de Alberto Núñez Feijóo para no regalarle también el CGPJ, por eso ahora observamos con asombro este acuerdo entre PP y PSOE.

Las consecuencias del tremendo error del PP de Casado fueron tan inmediatas como evidentes. Desde entonces tenemos un Tribunal Constitucional del 7 a 4. Indiferentemente de cuál sea el tema sobre el que se tenga que pronunciar el intérprete supremo de la Constitución española ya se sabe de antemano que la votación va a ser 7 a 4 a favor de la decisión que más favorezca al PSOE. Su presidente, Cándido Conde-Pumpido tiene un prestigio similar al del Fiscal General del sanchismo, Álvaro García Ortiz, al presidente del Centro de investigaciones sanchistas, José Félix Tezanos, o a la vocera de la Televisión socialista, Silvia Intxaurrondo.

El Tribunal Constitucional entregado por el PP a Pedro Sánchez se está dedicando a volver a juzgar a todos los socialistas condenados por corrupción, para «indultarlos» y a avalar la constitucionalidad de los disparates legislativos de Sánchez.

Pensar que Pedro Sánchez va a hacer con el CGPJ algo distinto de lo que está haciendo con el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el CIS o Televisión Española, sólo puede calificarse de pardillismo mayúsculo. Según lo pactado, el PP se reparte otra vez el CGPJ con el PSOE. Y la reforma de la ley para que los jueces elijan a los jueces es algo que va a quedar en el aire, pendiente de que el Congreso apruebe la propuesta de reforma que en los próximos seis meses elabore este CGPJ, tan politizado como todos los anteriores. Se renueva el CGPJ hoy y se confía en la palabra de Sánchez para cambiar la ley dentro de más de 6 meses. ¡Brillante!

El Partido Popular dispuso de dos mayorías absolutas durante las que no modificó el politizado método actual de nombramiento de vocales del CGPJ porque no le dio la gana, ni siquiera cuando esa había sido una de las promesas electorales con las que consiguió esa mayoría, como en el caso de Mariano Rajoy. En su programa electoral de 2011 puede leerse su promesa de que «promoveremos la reforma del sistema de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de sus veinte miembros sean elegidos de entre y por jueces y magistrados de todas las categorías».

El 20 de diciembre de 2011 Mariano Rajoy fue investido presidente del Gobierno en primera votación gracias a la mayoría absoluta que le otorgaron los ciudadanos en base a sus promesas electorales. El sistema de elección de los vocales del CGPJ nunca fue reformado, pero errores pasados no justifican otros actuales.

Cuando el Tribunal Constitucional avaló la reforma legislativa que en 1985 otorgó a las Cortes el nombramiento de todos los vocales del CGPJ advirtió expresamente de que dicha reforma de ninguna manera podía convertirse en un reparto por cuotas, sino que los nombramientos deberían forzosamente hacerse por un consenso que garantizase el veto a los miembros del CGPJ que no resultasen absolutamente independientes e imparciales. La realidad es que desde entonces hasta hoy se ha comprobado que nadie ha hecho caso de la advertencia del TC y las votaciones del CGPJ sólo han representado el reflejo de los deseos de los partidos políticos que nombraron a cada uno de sus miembros.

La consecuencia es clara, en aplicación de la sentencia del TC que avaló el sistema actual, este ha resultado absolutamente inconstitucional por lo que debe ser reformado de inmediato, sin volver otra vez a repartirse esas cuotas entre el PSOE y el PP.

Todos hemos escuchado a Pedro Sánchez amenazar al PP conque, si no cedían y renovaban el CGPJ, les iban a quitar la capacidad de nombrar a los magistrados del Supremo y de los Tribunales Superiores de Justicia de las comunidades autónomas; lo cual sólo podía significar que pensaba nombrarlos él a dedo, como también hacía el dictador Francisco Franco, situación que, sin duda, aún sería peor que la actual.

Pero a esa amenaza habría que responder como democráticamente corresponda, reclamando ante las instituciones europeas o donde sea. La independencia judicial y la prensa libre son las últimas barreras que nos quedan ante este aprendiz de tirano. Negociar con el jefe de García Ortiz la renovación del CGPJ significa que todos los jueces que se nombren serán de obediencia sanchista.


Publicado el 25/06/2024 en Okdiario

Lacayo general del sanchismo

 


Álvaro García Ortiz era un fiscal de carrera mediocre hasta que Dolores Delgado, la que bebe de la copa de Baltasar Garzón, el ex juez prevaricador inhabilitado, se fijó en quien con tanta saña había cargado contra el Partido Popular cuando, siendo fiscal de medio ambiente en Galicia, se encargó de la acusación pública en el caso Prestige. Así, el fiscal, que se dedicaba a proteger la flora, fauna y animales domésticos gallegos, pasó de repente a convertirse en la mano derecha y posterior sustituto de la tres veces reprobada ex ministra de Sánchez, Lola Delgado, nombrada a dedo para controlar en su nombre tan desprestigiada institución. «¿La Fiscalía de quién depende?, ¿de quién depende? Pues ya está».

Desde el atril del Congreso, Dolores Delgado decía cosas como que «el PSOE es el partido que ha traído el progreso económico y social a esta sociedad», que los líderes de Vox «son excluyentes, intolerantes, xenófobos y racistas», tachaba de «sistémica» la corrupción del PP e incluso insultaba a Cs por pactar en Andalucía. Se bajó del atril de los insultos y se colocó la toga de fiscal general del Estado, traje de ceremonia que dejó en herencia al que había sido azote de Rajoy en el caso Prestige, cuando su permanencia en el cargo abochornó hasta a alguien con tan poca vergüenza como nuestro pseudodemocrático presidente del Gobierno.

«Otro vendrá que bueno me hará», dice el refrán, que parece pensado para el relevo de Dolores Delgado por Álvaro García Ortiz. Antes de ocupar la Fiscalía General del Estado, Dolores Delgado había sido vocal del Consejo Fiscal y durante muchos años se había especializado en la lucha contra el terrorismo yihadista en la Audiencia Nacional. Al lado del de García Ortiz, que sólo había luchado contra los pirómanos que queman los bosques gallegos, el currículum de Dolores Delgado parece enciclopédico. Seguramente por eso el servilismo y la sumisión con la que ejerce el cargo el actual jefe de los fiscales resulta tan bochornoso, porque hasta él sabe que está muy lejos de tener los méritos y el prestigio mínimo imprescindible para ocupar ese cargo con dignidad.

La asociación mayoritaria de fiscales ha hecho público un comunicado en el que denuncian que García Ortiz «reduce la Fiscalía al servilismo». «Su propósito no es una Fiscalía General del Estado independiente del Gobierno, sino la normalización de la injerencia de éste en las decisiones del Ministerio Público», opinan la mayoría de fiscales, en relación con la votación a la que ha sometido a la Junta de Fiscales para imponerles la aplicación de la amnistía a «la totalidad de las conductas que fueron y son objeto» del procés.

Servilismo que Pedro Sánchez y él quisieron demostrar públicamente durante la celebración del X aniversario de la proclamación del Rey Felipe VI. Delante de todos los invitados al acto, Pedro Sánchez, sentado, ha llamado la atención del fiscal general del Estado y lo ha hecho levantarse para acercarse a él y rendirle pleitesía pública con una sonrisa de oreja a oreja que avergonzaría a cualquiera que tuviese un mínimo de dignidad. No ocultan nada porque se saben impunes. «Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo», decía el actor José Luis López Vázquez, babeando ante la bella vedete Katia Loritz. Galindo tenían que llamarse los dos, pero López Vázquez actúa para entretenernos, mientras que don Álvaro se humilla para avergonzarnos a todos.

Álvaro García Ortiz se ha convertido en el lacayo general del sanchismo desprestigiando a la institución hasta un punto en el que los ciudadanos ya no podemos confiar en la Justicia. Seguro que el aprendiz de tirano le recompensará por ello.


Publicado el 20/06/2024 en Okdiario

Presidente pseudodemocrático

 


Imitando las más recientes leyes represivas venezolanas, Pedro Sánchez ha anunciado que el mes que viene va a vengarse de los que él denomina pseudomedios, que somos los medios de comunicación independientes que aún no nos hemos plegado a sus ansias de poder. Hace un par de meses, el tirano Nicolás Maduro aprobó una demencial normativa a la que puso por nombre Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, con la que pretende imponer su ideología neocomunista en los medios de comunicación y redes sociales. Menos de 60 días ha tardado Sánchez en copiar esa idea chavista, anunciando que, igual que en Venezuela, hay que «poner pie en pared ante la máquina del fango», los «bulos y la desinformación», para «preservar la convivencia pacífica y la democracia».

Nuestro presidente del Gobierno reacciona de ese modo a la publicación de todas las noticias relacionadas con los casos de corrupción por los que han sido imputados por la justicia su esposa, Begoña Gómez y su hermano, conocido por el pseudónimo de David Azagra. Opina Pedro Sánchez que es urgente «acabar con la impunidad», para lo que anuncia que va a modificar la ley orgánica sobre el derecho al honor y a la rectificación.

El razonamiento de Pedro Sánchez parte del bulo de decir que él ha ganado las elecciones, cuando en realidad las ha perdido todas, y que esa ficticia victoria electoral -basada en que consiguió ser investido cediendo a todos los chantajes que le exigieron los partidos proetarras, golpistas, separatistas y comunistas- le otorga una especie de representación de la soberanía popular que le habilita para convertirse en lo más parecido a un tirano al que se debe someter la oposición, la justicia, la prensa y las redes sociales. Todo el que denuncie sus abusos es porque no reconoce su victoria electoral, cualquiera que defienda la democracia forma parte de la «máquina del fango» y en la cúspide de esa máquina se sitúa la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y el líder de Vox, Santiago Abascal.

El artículo 20 de nuestra Constitución establece que «no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa» el ejercicio de los derechos «a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones» y a «comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión». La prensa libre tiene la obligación moral de denunciar públicamente los abusos de alguien tan poderoso como el presidente del Gobierno.

Y las noticias acerca de los casos de corrupción que salpican a la mujer y al hermano de Sánchez son tan veraces como para que la Justicia los haya imputado y esté investigando a los dos. Pero, aunque no se hubieran producido estas imputaciones, la prensa está obligada a denunciar conductas que resultan moralmente tan reproblables como impulsar la carrera profesional de alguien, amparándose en la llegada al poder de su marido o hermano.

El prefijo pseudo que Sánchez aplica a los medios de comunicación que no se le someten, significa falso y sus antónimos son genuinoauténtico o verdadero. Así, por ejemplo, podríamos decir que Sánchez logró el cum fraude con su pseudotesis doctoral; que resultó pseudoganador en las elecciones generales de julio; y que sus pseudopromesas electorales tienen menos valor que una pseudomoneda de tres euros. Intentar impedir que se difundan los abusos de poder de un tirano resulta tan pseudodemocrático como pactar con los auténticos etarras, indultar y conceder la amnistía a los genuinos golpistas o pactar con los verdaderos comunistas. Todo esto lo ha podido hacer el presidente del Gobierno porque, en realidad, Sánchez es un psedodemócrata al que aún votan las personas más pseudointeligentes.


Publicado el 18/06/2024 en Okdiario

Sánchez reacciona como un tirano

 


Una forma sencilla de distinguir una democracia de una tiranía consiste en comprobar si existe o no separación de poderes. En las democracias, la autoridad o soberanía, que reside en el pueblo, es delegada por éste en los tres poderes tradicionales: legislativo, ejecutivo y judicial. Para ello, se eligen democráticamente a unos representantes en los que el pueblo delega la capacidad de redactar leyes, que es el poder legislativo ejercido por diputados y senadores.

Del mismo modo, el pueblo elige democráticamente a otros representantes distintos, para que administren esas leyes, estos conforman el poder ejecutivo, o sea, el Gobierno. Y finalmente, el pueblo decide la forma en que se va a ejercer el Poder Judicial. En nuestro caso, los españoles decidimos al aprobar nuestra Constitución que «la justicia se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley».

A estos tres poderes tradicionales se unió en el siglo XIX un mal llamado cuarto poder que se atribuye a la prensa, como control y garante de los tres anteriores. En realidad, llamar poder a la prensa es una tremenda exageración. Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en la medida en que ejercen de forma delegada la soberanía del pueblo, tienen unas capacidades para cambiar las leyes, aplicarlas y asegurar su cumplimiento del que carece absolutamente la prensa. Pero es cierto que la existencia de una prensa libre e independiente, en un entorno en el que se respete la libertad de expresión, es una garantía democrática que impedirá los abusos en el ejercicio del poder.

A diferencia de los sistemas democráticos, en las tiranías los tres poderes los ejerce el tirano, que es quien redacta las leyes, las ejecuta y asegura su cumplimiento. Y para poder controlar a su voluntad tanto la justicia, como el Parlamento y el Gobierno, el tirano también someterá a la prensa, para que el pueblo reciba sólo la información que él quiera hacerles llegar.

Supongamos un país imaginario en el que un gobernante consiguiera hacerse con el control absoluto de uno de sus principales partidos políticos, eliminando de sus órganos cualquier atisbo de oposición. Que, una vez dominado ese partido político, se presentase a unas elecciones democráticas prometiendo que iba a hacer ciertas cosas y que de ninguna manera haría otras distintas. Que consiguiese los votos suficientes para hacerse con el poder, a condición de incumplir todas sus promesas electorales, como le exigen sus socios parlamentarios. Que, una vez dominado el Gobierno, se dedicara a enchufar a su esposa y a su único hermano, para que ambos se forren gracias a él. Que la prensa libre denunciase estos chanchullos y la justicia independiente decidiera investigarlos.

Si ante estos supuestos hechos, el dirigente imaginario presentase su dimisión para que los jueces pudieran llegar hasta el final en sus investigaciones sin ninguna injerencia, estaríamos en una democracia. Pero si, por el contrario, la reacción del gobernante fuera amenazar a la justicia con arrebatarle sus funciones jurisdiccionales y, al mismo tiempo, advertir a la prensa libre de que va a ser castigada por atreverse a investigar a su familia; ese dirigente encajaría a la perfección en la definición de tirano

Sin prensa libre, justicia independiente y separación de poderes, aunque haya urnas no habrá democracia. La forma como Pedro Sánchez ha reaccionado contra la oposición, el sistema judicial español y los medios de comunicación independientes al conocer la imputación de su esposa y su hermano es la típica de un tirano. Los españoles no podemos confiar en que las instituciones europeas vengan aquí a defender nuestra democracia. Pedro Sánchez va a intentar convertirse en tirano, tiene claro que son los jueces y los medios de comunicación los únicos que lo pueden frenar y por eso su ataque ha sido tan claro y directo.


Publicado el 13/06/2024 en Okdiario

Tercera carta de Pedro a los votontos


 

Pedro Sánchez se ha ido a Jordania para participar en la Conferencia Internacional sobre la respuesta humanitaria de emergencia para Gaza organizada por el rey Abdalá II de Jordania, el presidente de Egipto, Abdel Fattah Al Sisi y el secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Guterres. Allí coincidirá con los líderes de naciones como Bolivia, Sudáfrica, Guyana y Sierra Leona y estará tan ocupado viendo qué se puede hacer para evitar que Israel termine venciendo a los terroristas de Hamás que aún mantienen secuestrados a más de 100 civiles inocentes, rodeados de cómplices palestinos que usan como escudos humanos a sus hijos; que no le va a dar tiempo a escribir la tercera carta de Pedro a los votontos.

Es una lástima que tan importantísima Conferencia Internacional antisemita haya coincidido con varios acontecimientos tan importantes ocurridos en el país presidido por Pedro Sánchez, como son la imputación del hermano del presidente del Gobierno de España y del secretario general de su partido en Extremadura y la dimisión de su vicepresidenta segunda como coordinadora general de la coalición que le sostiene a él en el poder. Yolanda Díaz ha dimitido de ese puesto no remunerado ante los malos resultados electorales obtenidos, pero de momento no parece que vaya a dimitir del bien remunerado cargo que ocupa en el Gobierno y que ya no se justifica por ninguna responsabilidad en su partido.

Efectivamente, los resultados de Sumar desde que Yolanda Díaz lo ha coordinado, o sea, desde su fundación, han sido una continua cuesta abajo sin frenos que a los únicos que han beneficiado han sido a ella y a Pedro Sánchez. Unos resultados tan nefastos justifican sobradamente su dimisión sin más explicaciones y sirven de espejo para que se mire el PSOE de Pedro Sánchez quien, elección tras elección obtiene los peores resultados históricos de su partido en todos los ámbitos, pero consigue aferrarse al poder pactando con lo peor de cada casa.

La Conferencia Internacional para Gaza le ha impedido también a Pedro Sánchez asumir su propia responsabilidad en los malísimos resultados obtenidos en unas elecciones europeas en las que el PSOE se ha descalabrado perdiendo a uno de cada tres de sus votantes, que son más de 2 millones de personas a las que, quizá, no les ha parecido tan buena idea ver al líder de su partido presumiendo de que su esposa ha sido imputada por corrupción y sin dar ninguna explicación a todo lo que se está publicando sobre ella, más allá de hablar del fango y de la ultraderecha.

La tercera carta de Pedro a los votontos precisará de toneladas de cieno y montañas de lodo para cubrir con ellas la decisión de la juez titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, quien ha decidido que, a la vista de los datos de que dispone, es preciso imputar al hermano de Pedro Sánchez junto al presidente de la Diputación de Badajoz y secretario general del PSOE en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, así como al jefe de servicio de apoyo jurídico e inspección del área de Recursos Humanos de dicha institución provincial, Alejandro José Cardenal. Considera la jueza que es necesario investigar los indicios de que se hubieran cometido los delitos de malversación, prevaricación, tráfico de influencias y contra la Hacienda y la Administración Pública.

Del caso del trabajo del hermano de Pedro Sánchez en una administración socialista se conocen detalles tan sospechosos como su presunta contratación a dedo para un cargo que hasta entonces era innecesario, su supuesta ausencia de un puesto de trabajo para el que no estaba autorizado a teletrabajar, su aparente y quizá ficticio, traslado de domicilio fiscal a Portugal para no pagar impuestos y su injustificado e inexplicable incremento millonario de patrimonio. Indicios todos para los que en ningún momento se ha intentado dar ni la menor de las explicaciones.

En su tercera carta, cuando vuelva de su gira antisemita, Pedro Sánchez dirá que todo es fango, que le acusan los fachas, que la ultraderecha le tiene envidia, que él no piensa dimitir, que gobernará por decreto y sin presupuestos, pero del Falcon no lo bajan ni los GEO. Sánchez no tiene vergüenza ni dignidad y aguantará con toda la familia imputada y con el PSOE en ruinas, aunque el fango le llegue hasta el cuello.


Publicado el 11/06/2024 en Okdiario

¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña!


 

La segunda epístola de Pedro a los begoñicenses es una exhortación a sus fieles para continuar su camino con perseverancia, siguiendo el ejemplo que les da el líder de la secta socialista, y termina con una serie de admoniciones a sus fieles para que el próximo domingo no se les olvide votarle. Existe bastante consenso entre los expertos que sí atribuyen su redacción al mismo Pedro, a diferencia de su primera carta a los enamoradicenses, de cuya autoría existen muchas dudas entre numerosos exégetas, que consideran se trata de un caso claro de seudoepigrafía o falsa atribución y que en realidad habría sido escrita por la misma Begoña. Los efectos de esta segunda epístola se han hecho notar de inmediato.

«¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña!», gritaban exaltados los fieles que habían sido transportados en 15 autobuses, con bocadillo y película, hasta una pequeña plaza de la bonita localidad malagueña de Benalmádena, lugar al que fue trasladado el mitin electoral de Pedro Sánchez cuando el PSOE se enteró de que, el mismo día y a la misma hora, los socialistas iban a coincidir en Málaga con otro acto de Santiago Abascal en el que los de VOX abarrotaron la céntrica plaza de la Aduana.

«¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña!», chilla emocionada la vicepresidenta María Jesús Montero, mientras, con ese estilo suyo tan peculiar, aplaude como una foca las exhortaciones del secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, el marido de Carmen Ibanco, la del guorperfe, que lleva dos años investigada por los enchufes en la extinta fundación Faffe de Andalucía. «Pedro, ¡gracias! Gracias por estar aquí. Y gracias por estar aquí con Begoña. ¡¡Gracias Begoña!!», grita exultante el exalcalde de Sevilla, agradecido de que la mujer de Pedro Sánchez haya sido imputada, igual que la suya.

Utilizar la imputación de ¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña! como reclamo electoral es algo que pocos pueden presumir de haber sido capaces de predecir. Esto sí que es de ser el puto amo, que es como Óscar Puente define públicamente al presidente del Gobierno. El puto amo expulsó del PSOE a Ábalos cuando se conoció la imputación de su ex asesor Koldo. El puto amo obligó a dimitir a la ex directora de la Guardia Civil, María Gámez, tras conocerse la imputación de su marido, que finalmente fue archivada. El puto amo forzó la dimisión como ministro de Màxim Huerta, tras saberse que había sido inspeccionado y sancionado por Hacienda. Y el puto amo, presentó una moción de censura contra Mariano Rajoy amparándose en unas menciones introducidas de manera forzada por el juez De Prada en la sentencia del caso Gürtel.

El puto amo se convirtió en el adalid contra la corrupción hasta que Begoña ha sido imputada por los delitos de corrupción y tráfico de influencias. En su segunda epístola de Pedro a los begoñicenses dice Sánchez que es «sólo un zafio montaje impulsado por las asociaciones ultraderechistas», que ¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña! «es una mujer trabajadora y honesta que reivindica su derecho a trabajar». «Todo, mentira. Un gran bulo. Uno más». Para finalizar deseando que «ojalá sus promotores -el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal- encuentren la respuesta que merecen en las urnas: condena y rechazo a sus malas artes». Resumo: ¡Begoña! ¡Begoña! ¡Begoña! ha sido imputada, así que… ¡Votadme! El puto amo.

¿Cómo se va a comportar honestamente un líder que piensa que la imputación de su mujer por corrupción es algo que puede servirle para ser más votado? Pedro Sánchez piensa que sus votantes son fanáticos, sectarios, indecentes e inmorales y estos tienen el domingo la última oportunidad de demostrar si es que acaso esté equivocado.


Publicado el 06/06/2024 en Okdiario

Sánchez es una marioneta en manos de Begoña


 

Hace casi seis años, cuando Pedro Sánchez llevaba poco más de tres meses como presidente del Gobierno, os conté aquí mis sospechas acerca de que quizá habría sido Begoña Gómez la principal responsable de haber impulsado la carrera política de su marido y no al revés. Mis argumentos entonces eran que ella se dedica precisamente a eso, a un marketing no profesional, ya que carece de estudios universitarios, sino más bien del que se aprende en la calle para hacer que las cosas parezcan distintas de lo que son en realidad, mediante juegos de manos, trucos, añagazas y trilerismo. De esta forma, Begoña falsificó su propio currículum fingiendo que su titulín de una escuela privada era una licenciatura y su pequeño cursillo del ESIC, un máster. Lo mismo que hizo con el currículum de Pedro Sánchez fabricándole una tesis doctoral fake, fingiendo que era como director su trabajo de técnico de la OCU, y jefe de gabinete en la ONU, su realidad de simple asesor.

Lo que vino después, todos lo sabemos. Usaron unos currículums más falsos que una puerta de contrachapado con mucho barniz para impulsar meteóricamente la carrera de él, que en sólo cinco años pasó de ser un simple concejal de última fila en el Ayuntamiento de Madrid hasta septiembre de 2009, a secretario general del PSOE en 2014 y presidente del Gobierno en 2018. Y detrás de él fue Begoña, que de impartir formación a comerciales de telemarketing en una pequeña empresa, ascendió hasta dirigir una cátedra y varios másteres universitarios sin haber pasado ella por ninguna facultad. No hay ninguna duda de que el brutal ascenso que ha tenido la carrera profesional de Begoña Gómez ha sido aprovechando el poder de su marido Pedro Sánchez. Lo que tenemos que preguntarnos es si, en realidad, no será ella la única responsable de tanto éxito.

Es cierto que cualquier político socialista sabe que los votantes del PSOE no penalizan electoralmente ni la corrupción ni las mentiras de sus candidatos. Ahí tenemos el ejemplo de Felipe González, que ganó las elecciones gritando «¡OTAN, de entrada no!», para inmediatamente meternos de cabeza en la Alianza Atlántica. González perdió las elecciones sólo tras arruinar completamente la economía española, lo mismo que Zapatero, pero ni al primero le pasó factura toda la corrupción de Filesa, ni al segundo le afectaron los ERE de Andalucía. Por eso a Sánchez no le penalizan su tesis doctoral fake, sus mentiras respecto a sus pactos con Podemos y Puigdemont, ni todos los escándalos de corrupción que le implican a él directamente a través de su hermano y Begoña, a la que hoy la Justicia ha citado a declarar como imputada por los delitos de corrupción y tráfico de influencias sin que al presidente del Gobierno se le pase por la cabeza dimitir.

Pero la certeza de que no va a suponerle ningún coste electoral no impide que resulte extremadamente extraña la actitud de Sánchez respecto a Begoña, porque no todo se mide sólo en votos. Con independencia de cuál acabe siendo la sentencia, la imagen de un presidente del Gobierno con su mujer sentada en el banquillo por corrupción es demoledora, tanto internacionalmente como también dentro de España, entre el resto de la población que no pertenece a la secta del PSOE. Su dignidad se ha enfangado tanto que debemos preguntarnos cómo es posible que no haya hecho nada para evitarlo. Por qué Sánchez no impidió que Begoña se promocionase como «captadora de fondos públicos», que es lo que en realidad significa el fundraising al que se dedica la mujer del presidente. Cómo permitió Sánchez que Begoña dirigiese una cátedra en una universidad pública sin tener título universitario. La respuesta a estas preguntas apunta cada vez más en la misma dirección que las que ya nos hacíamos hace 6 años. Todo hace pensar que, en realidad, Pedro Sánchez no es más que una marioneta en manos de Begoña Gómez, la hija de Sabiniano, el de las saunas gais.


Publicado el 04/06/2024 en Okdiario