Feijóo no atrae a votantes del PSOE


 

El PSOE se desangra a borbotones. Tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales en las que perdió la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, La Rioja, Baleares y los ayuntamientos de Sevilla, Valladolid, Castellón, Palma y otras 11 capitales de provincia; apenas gobierna el díscolo de boquilla García-Page en Castilla la Mancha, Barbón en Asturias y Chivite con Bildu en Navarra. Prácticamente nada para lo que era un mapa de España completamente rojo antes de los pactos de Sánchez con golpistas y proetarras. Su última debacle ha ocurrido este domingo en Galicia, donde ha perdido más de un tercio de sus escaños, bajando de 14 a 9.

Mientras el PSOE se dirige directamente al precipicio, su militancia calla. Las únicas voces discrepantes que se escuchan son las de los jubilados a los que las represalias de Pedro Sánchez en nada pueden perjudicar. Lidera ese PSOE protestón un Emiliano García-Page que generó cierta ilusión con sus primeras críticas, pero que se ha ido desinflando al tiempo que demuestra que simplemente representa un papel de oposición domesticada, cuyas palabras quedan en nada una vez tras otra y que, en el fondo, sólo sirve para legitimar más aún el poder del secretario general del PSOE.

La militancia socialista, la que tiene derecho a voto en sus primarias, está formada por los afiliados que pagan más de 100 euros de cuota al año, que son aquellos que a cambio reciben una contraprestación mucho mayor. Concejales, consejeros, asesores, secretarios, dirigentes de empresas públicas, etc. Todos ellos están perdiendo sus cargos a tal velocidad que deberíamos estar escuchándolos quejarse a voz en grito. Pero no se les oye, porque, desde el Gobierno central, todavía Sánchez puede seguir recolocando a los que permanezcan sumisos. Al que deja de ser ministro lo hace embajador, al que pierde una concejalía lo mete en una empresa pública y a los asesores los enchufa en otro asesoramiento igual de innecesario que el que han perdido. Y todos calladitos sin pensar en cuánto va a poder estirarse esto.

Esa es la penosa explicación de que todos los que hace seis meses opinaban que la amnistía era claramente inconstitucional, como la doctora en Derecho Constitucional, Carmen Calvo, digan ahora que la amnistía es democracia, porque la otorga «el pueblo soberano». Porque a cambio de su indignidad, Sánchez la ha convertido en Presidenta del Consejo de Estado, con un sueldo de 90.383,28 euros anuales, más prebendas. Y cada uno en su escala, toda la militancia del PSOE sigue viviendo de Sánchez, gracias al control absoluto que el secretario general ejerce sobre el partido que lo expulsó a él en octubre de 2016 por anunciar que iba a cometer indignidades mucho menores de las que después ha cometido.

Mientras tanto, una oposición dividida y enfrentada no es capaz de sacar ventaja electoral. En Galicia no ha existido ningún trasvase de voto entre bloques. El centro y derecha, que en 2020 sumó un 50,8% de los votos y 42 escaños; ha bajado el domingo al 50,6% perdiendo un escaño, considerando como oposición de derechas el escaño logrado por Democracia Ourensana (DO), para sumarlo a los 40 del PP. Los votos que han perdido los partidos de la coalición de Gobierno han ido íntegramente dirigidos a la extrema izquierda independentista, representada por el BNG. Los más radicales de entre los votantes gallegos del PSOE, Podemos y Sumar se han dado cuenta de que como más se puede sacar de Pedro Sánchez es chantajeándolo como hacen Otegui y Puigdemont.

El PP de Feijóo no ha conseguido atraer a esos militantes moderados y de centro que sólo en su imaginación siguen quedándole al PSOE. Ni Vox es capaz de crecer atacando al PP. Una vez comprobado, se deberían dejar de repetir los mismos errores elección tras elección y copiar las estrategias que sí le han funcionado a Sánchez. Si el enfrentamiento entre el PP y Vox ya se demostró en las elecciones generales de julio y se confirma ahora en Galicia que no sirve para restarle votos a la izquierda, hay que dejar de equivocarse y presentarse ante el electorado unidos, como el PSOE se presenta de la mano de la extrema izquierda y los independentistas.

Hay muchas formas de hacerlo, desde las coaliciones y las candidaturas conjuntas, hasta el no presentar candidaturas en determinadas circunscripciones o simplemente dejando de enfrentarse entre ellos. El PP debe asumir que ni Vox va a desaparecer, ni sus votantes van a pasarse masivamente al PP. Y los de Abascal deben dejar de intentar crecer presentándose como la oposición al PP. Cada uno con sus propuestas y candidatos, pero sin atacarse entre ellos y sabiendo que la única forma de derrotar a Sánchez es que les vaya bien a los dos.


Publicado el 20/02/2024 en Okdiario

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