Socialistas que se tragan hasta su vómito

 


La historia de Guillermo Fernández Vara es un ejemplo perfecto de la de la mayoría de cargos y militantes del Partido Socialista que, con tal de mantenerse sentados en sus poltronas, son capaces de tragar sables, sapos y hasta su propio vómito. Sería muy largo hacer una lista de todo lo que ha tragado el socialista extremeño, pero merece la pena recordar sus mayores indignidades. En septiembre de 2016, cuando Pedro Sánchez pretendió formar Gobierno con los mismos socios que tiene ahora, el socialista extremeño aseguró que “si se pacta con los independentistas, probablemente me iría (del PSOE) detrás de Ibarra», en relación con unas declaraciones de su antecesor en las que advertía que si el secretario general de los socialistas llegase a pactar con Podemos, él se marchaba del partido. Posteriormente, en mayo de 2017, cuando hacía campaña a favor de Susana Díaz dijo que los socialistas tenían que elegir “entre una izquierda transformadora, moderna y centrada, o una izquierda radical que vaya a competir con Podemos por los votos de la extrema izquierda de este país».

Unos días después Sánchez fue elegido secretario general del PSOE y una de sus primeras decisiones fue presentar a las primarias extremeñas, donde Vara se jugaba su reelección, a la candidata ‘pedrista’ Leonor Martínez-Pereda. Al día siguiente de que se anunciara esta candidatura, Vara se fue a Madrid y dijo públicamente que él iba «a apoyar la Ejecutiva que proponga Pedro Sánchez, sea la que sea». Sánchez ordenó que su candidata renunciara a presentarse contra Vara y éste contrató a su hermano en la Diputación de Badajoz, en un puesto creado exprofeso para él. Todos contentos. Cuando dos días después de las elecciones de noviembre de 2019 Sánchez e Iglesias comparecieron para anunciar un acuerdo entre el PSOE y Podemos para formar un Gobierno de coalición, el que dijo que se iría del partido si esto pasaba, tragó y cayó, convirtiéndose a partir de entonces en el más radical miembro de la extrema izquierda española.

Por eso cuando el miércoles de la semana pasada, el socialista extremeño anunció que sentía náuseas de ver a su partido pactando los Presupuestos Generales del Estado con los proetarras de Bildu, los que lo conocemos nos echamos a reír esperando a ver como se tragaba esos vómitos. Y lo mismo puede decirse del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, quien dijo al día siguiente que «lo de Bildu no tiene un pase desde un punto de vista de fondo», y asegurando que Podemos «está marcando la agenda» del Gobierno de Pedro Sánchez. Ha bastado que Sánchez reuniese a su ejecutiva y los pusiera a todos firmes calificándolos de «desleales» por atreverse a verter sus críticas en público, para que todos ellos reculen, volviendo a cerrar filas con el presidente del Gobierno.

Como dijo el premio Nobel de literatura, Bernard Shaw, «cuando un estúpido hace algo que le avergüenza, siempre declara que es su deber» y al final, Sánchez ha logrado un apoyo cerrado a su política negociadora con la vista puesta en la «necesidad imperiosa» de sacar adelante las cuentas. García-Page lleva en el partido desde los 18 años y vive de la política desde que, con 19 años recién cumplidos, lo hicieron concejal del Ayuntamiento de Toledo. Fernández Vara primero estuvo afiliado a Alianza Popular, pero su vecino Rodríguez Ibarra lo convenció para que se cambiara de chaqueta y lo hizo concejal de su pueblo, luego director general, más tarde consejero y vicepresidente para, finalmente, dejarlo de heredero en el cargo de presidente de la Junta de Extremadura cuando él se retiró, en 2007. Se está muy calentito en el despacho oficial y se viaja muy cómodo con chófer. Por eso, desde el último concejal de pueblo hasta el más prominente barón del PSOE, cuando Sánchez da la orden de tragar, se tragan hasta su propio vómito y luego se lavan las manos, como Pilatos.

Publicado el 17/11/2020 en Okdiario

No hay comentarios:

Publicar un comentario