¿Quién tiene prisa, Sánchez o Junqueras?


Apenas ha pasado mes y medio desde las elecciones del 10N y todo son prisas. El amoroso abrazo entre Sánchez e Iglesias se produjo a la velocidad del rayo, apenas trascurridas 42 horas del cierre de las urnas y con el Rey de visita oficial en Cuba. Las Cortes se constituyeron el 3 de diciembre, el día 10 el monarca comenzó su ronda de consultas y el 12 le encargó a Sánchez que se presente a la investidura pese a contar sólo con los 155 votos que suman socialistas y comunistas. Y ahora nos cuentan que la Mesa del Congreso ha habilitado los días 28 a 30 de diciembre para una posible investidura de Pedro Sánchez en plenas fiestas navideñas, apenas 45 días después de las elecciones, algo tan veloz no lo veíamos en España desde la mayoría absoluta de Rajoy de 2011, ya que en 2015 la sesión de investidura se celebró 72 días después de las elecciones, en 2016 65 días más tarde y en las elecciones de abril a los 85 días. ¿Quién tiene tanta prisa?
Ni la Constitución ni el Reglamento del Congreso fijan ningún plazo en el que obligatoriamente deban celebrarse las sesiones de investidura pero sí establecen que si el candidato fracasa tienen que disolverse las Cortes dos meses después, para celebrar nuevas elecciones. Por este motivo no se comprende que Pedro Sánchez muestre tanta impaciencia por someter su candidatura a votación antes de tener asegurados los votos que le garanticen una mayoría simple. El abrazo entre el socialista y el comunista sí que era de extrema urgencia para los dos boxeadores noqueados a los que no les quedaba más remedio que abrazarse corriendo al rival para no caer al ring, tras conseguir ambos los peores resultados históricos de sus respectivos partidos. Rápidamente ambos debían mostrar a sus bases que tenían una posibilidad real de alcanzar el poder.
Pero ni Sánchez ni Iglesias deberían tener ningún interés en meter presión en la negociación con ERC cuyos votos son imprescindibles para el éxito de su proyecto. Sus partidos los tienen controlados, el silencio de los barones del PSOE es tan clamoroso como vergonzoso, tan sólo superado por el de las bases de Podemos, donde ya saben que Pablo Iglesias es un ‘killer’ que no duda en llevarse por delante a cualquiera que se atreva a ponérsele enfrente. Y la amenaza de elecciones anticipadas en Cataluña no se materializaría en ningún caso antes de que ERC mostrara su apoyo a Sánchez en dicha investidura. Puede que las prisas no sean ni de Sánchez ni de Iglesias, sino de Junqueras.
La política catalana ha dado un giro tal que allí ya no se enfrentan ideologías, sino tácticas. Puigdemont y Torra, que se presentan por un partido de derechas heredero de la Convergència i Unió de Jordi Pujol, recogen el voto y las simpatías de los independentistas más radicales, que ven en sus líderes las figuras que están humillando a España en Europa. Mientras que ERC, pese a ser un partido republicano de extrema izquierda, representa ahora a los independentistas moderados que piensan que pueden lograr su objetivo mediante un procedimiento negociado con el Gobierno de España. A los extremistas el Parlamento Europeo les acaba de regalar una victoria acreditando como europarlamentario al prófugo Puigdemont. Junqueras necesita urgentemente demostrar que él puede torcerle el brazo a Pedro Sánchez obligándolo, por ejemplo, a excarcelarlo inmediatamente o logrando la convocatoria de un referéndum de independencia legal. Ni en sus mejores sueños imaginó el independentismo tener enfrente a alguien tan débil, fatuo, vanidoso y egoísta como Sánchez, capaz de entregarle a ERC cualquier baza que les hagan ganar las próximas elecciones catalanas y de ahí pueden venir las prisas de Junqueras.
Publicado el 26/12/2019 en Okdiario

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