El milagro del 21-D



"Pedimos milagros, como si no fuese el milagro más evidente el que los pidamos" dijo Unamuno. Me parece bien que la mayoría de vosotros esperaseis que se produjera un milagro el pasado 21-D en las elecciones catalanas, porque sólo con fe se consigue avanzar hacia lo que se desea. Lo que ya no veo tan adecuado es que convirtáis en el desastre más absoluto habernos quedado a punto de conseguir el milagro que habría sido convertir a Arrimadas en Presidenta de Cataluña. No se ha conseguido arrebatar a los independentistas el control del Parlamento catalán, pero eso tampoco es la derrota que todos veis ahora, hundidos por el sentimiento de fracaso al no haber conseguido algo que era a todas luces imposible: sanar en dos meses una enfermedad social que dura décadas.

Muy al contrario hay muchas razones para darnos por satisfechos con los resultados del 21-D y convertirlos en un acicate para perseverar en la misma dirección. Lo más importante es que las fuerzas golpistas que hace sólo dos meses se mostraban revolucionarias e insumisas, los partidos que hace sólo sesenta días presumían de que no estaban sometidos a la Constitución española, acudieron mansamente a participar en un proceso electoral que les convocó el Gobierno de España, tras disolver su Parlamento. La justicia española mantiene imputados a los golpistas y sus partidos políticos lo han aceptado, participando en estas elecciones. Sus palabras, con las que siempre mienten a sus fanáticos votantes, dicen que no se someten a la ley, pero sus acciones les desmienten y el 21-D todos pudimos verles sometidos y dóciles, acudiendo a votar.

Y los resultados de esas elecciones son muchísimo mejores de lo que muchos sois capaces de ver ahora, decepcionados porque no se ha conseguido el milagro al que aspirabais. Por primera vez un partido constitucionalista ha ganado unas elecciones catalanas, tanto en votos como en escaños. El éxito de Arrimadas posiblemente se sustenta tanto sobre méritos propios como sobre errores ajenos. Sin duda lo valientemente que ha desempeñado su puesto de jefa de la oposición, sin ceder ante la insoportable presión independentista, se ha visto recompensado. Pero también le ha favorecido el acercamiento del PSC a los golpistas, para los que Iceta ha llegado hasta a pedir el indulto. Así como la desafección de los cada vez menos votantes del PP, decepcionados porque de nuevo les volvieron a fallar al consentir que se celebrara el 1-O, y porque cuando han aplicado el artículo 155 lo han hecho como para no molestar mucho, como para que no se notase, como si les diera vergüenza hacer cumplir las leyes. Los errores de los demás y la idea de que si todo el voto útil se concentraba en Arrimadas se podría producir el milagro de convertirla en Presidenta, le ha favorecido.

Los golpistas pueden intentar vender el resultado como un éxito, porque por los pelos consiguen mantener su mayoría absoluta. Pero los demócratas debemos hacerles ver que elección tras elección, cada vez tienen menos apoyos. En sólo siete años han pasado de tener 76 diputados en 2010, a 74 en 2012, 72 en 2015 y sólo 70 en 2017. Sus técnicas de adoctrinamiento en escuelas y medios de comunicación deberían provocar que su apoyo fuera creciendo, pero los datos demuestran que esto no es así. En 2010 tuvieron el 48,7% de los votos, en 2012 el 47,9%, en 2015 el 47,8% y en 2017 sólo el 47,5%. No suben, sino que bajan, imaginaos si fuera al revés. Esto debe reforzarnos en el convencimiento de que estamos haciendo las cosas bien. No debemos sentirnos derrotados, porque no es verdad. Muy al contrario, debemos perseverar en desenmascararlos hasta conseguir mandarlos a la oposición. Por Cataluña, o sea, por España.


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