Pablo Iglesias acosa al periodismo libre


De lo que se trata es de enfrentar a la sociedad polarizándola en dos bloques radicalizados: de un lado, los míos, la gente, el pueblo, los demócratas; del otro, los fascistas, la casta, los enemigos de la democracia, los vendidos al capital, los malditos terroristas neoliberales. El esquema es muy burdo pero funciona. Lo demostró Hugo Chávez y copiando su estrategia les funcionó también a Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y Cristina Kirchner. Todos siguen el mismo modelo que en España está impulsando Pablo Iglesias. Lo primero que hacen es atacar a los medios de comunicación que les son críticos, lanzando contra ellos a sus hordas de perros de presa, señalándolos como el enemigo a batir, a silenciar. Y para conseguirlo todo vale: ridiculizar a periodistas en actos públicos, dudar de su profesionalidad sentenciando que sólo actúan por lealtad a quienes les pagan. Difamar, amenazar con demandas judiciales, insultar… Y si con esos ataques se consigue provocar al periodista amenazado para que aún radicalice más su crítica, pues miel sobre hojuelas, porque eso carga de razones a su clan y lo moviliza aún más.
Pablo Iglesias usa los medios de comunicación del mismo modo que hizo Chávez. Las redes sociales le permiten crear esa posverdad que el diccionario de Oxford define como el fenómeno que se produce cuando “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”. Y para crear una verdad a su medida es preciso silenciar “la otra verdad”, la que se basa en los hechos, la que relatan los periodistas críticos e independientes. No es necesario imaginar lo que haría con la prensa Pablo Iglesias si alcanzara el poder, sólo hay que recordar lo que ha anunciado que hará y comprobar lo que hizo Chávez en Venezuela.
Iglesias ha asegurado que hay que establecer “mecanismos de control público para regular a los medios de comunicación” y que “el mayor ataque contra la libertad de expresión es que haya medios de comunicación que sean propiedad privada”. Cuando Hugo Chávez señalaba a un medio de comunicación como fascista y opositor, sus ‘colectivos’ comenzaban inmediatamente a perseguir a sus periodistas para insultarles, apedrearles, y hasta orinarles encima. Y ese sólo era el principio, a continuación se le cerraban todas las puertas oficiales, todo acceso a la información pública, se les imponían multas millonarias y le seguían infinidad de demandas al medio y a los periodistas, escraches y agresiones físicas. Se cerraron medios y hasta se dejó a la prensa sin papel. Todo entre aplausos de la turbamulta.
La Asociación de la Prensa de Madrid ha acusado a Pablo Iglesias y a sus colaboradores más cercanos de ejecutar una “campaña sistematizada de acoso” contra los periodistas que cubren la información de este partido con el fin de “amedrentarles” para que “escriban al dictado de Podemos, además de tratar de conducirlos hacia la autocensura”. Es un primer paso del periodismo en la dirección correcta, pero no es suficiente. Los hechos denunciados son tan evidentes, y llevan tanto tiempo realizándose impunemente, que se hace imprescindible una reacción unánime de todos los medios de comunicación y de todos los profesionales. Pablo Iglesias debe tener claro que no se le va a consentir que siga sembrando odio contra quien le critica. No caben bandos, no caben intereses bastardos de audiencia, cuando lo que está en juego es la auténtica libertad de prensa. Si hoy les permites morderme a mí no te quepa la menor duda de que mañana te van a devorar a ti.

Publicado el 06/03/2017 en OKdiario

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