Sánchez líder mundial de la extrema izquierda


 

En septiembre de 2014 la OTAN celebró una cumbre en Newport (Gales, Reino Unido), acuciada por la invasión rusa de Crimea y el ataque del Estado Islámico (ISIS) contra Irak y Siria. España acudió representada por Mariano Rajoy, quien había sustituido a Zapatero menos de tres años atrás. En aquella cumbre de la OTAN de 2014 los Estados miembros se comprometieron a aumentar su presupuesto militar hasta alcanzar el 2% del PIB. Como todos recordamos, Rajoy siguió gobernando hasta la moción de censura de junio de 2018, dejando el gasto en defensa en un minúsculo 0,93% del PIB, igual que estaba en 2014.

Dicen que dato mata relato y que lo que no son cuentas son cuentos. Estos son los datos oficiales proporcionados por la OTAN en 2024. Durante sus años como presidente del Gobierno, Zapatero gastó de promedio 11.583 millones de euros al año en defensa, lo que supuso un 1,13 sobre PIB, dejando este porcentaje al término de su mandato, en plena crisis, por encima del 1%. Rajoy, que fue quien firmó el compromiso de elevar este gasto hasta el 2%, lo que en realidad hizo fue bajarlo. De promedio, Rajoy gastó en defensa 10.077 millones de euros al año -1.500 millones menos que Zapatero-, lo que supuso bajar del 1,13% sobre PIB de Zapatero a un miserable 0,92%, que fue lo que se encontró Pedro Sánchez, que ha sido el que de verdad ha vuelto a subir nuestra inversión en Defensa. De promedio, Sánchez ha gastado 14.642 millones anuales -4.564 más que Rajoy- y en porcentaje, ha subido del 0,92% de Rajoy hasta un 1,25% de media, cerrando 2024 en el 1,28%. Si cumpliera su compromiso de llegar al 2,1%, lejísimos de lo que la OTAN nos exige, habría más que duplicado la inversión en Defensa de los años de Rajoy.

Mariano Rajoy se comprometió con sus socios de la OTAN, dijo que iba a cumplir su compromiso y en realidad lo que hizo fue quitarle cada año más de 1.500 millones de euros a nuestras Fuerzas Armadas. Pedro Sánchez ha hecho lo mismo que el del PP firmando un compromiso que no tiene ninguna intención de cumplir, entre otras cosas porque, aunque quisiera, sus cómplices de extrema izquierda e independentistas no le dejarían hacerlo. Pero, a diferencia de Rajoy, Sánchez ha salido de la cumbre en la que ha firmado ese 5% diciendo a todo el mundo que no lo piensa cumplir y que él se queda en el 2,1%, que es lo máximo que ha conseguido sacarle a Yolanda Díaz.

En realidad, la diferencia es sólo estética. Siempre se ha dicho que hay que desconfiar de quien firma cualquier cosa que le ponen por delante sin negociarla y casi sin leerla, porque eso significa que no tiene ninguna intención de cumplir lo firmado. Personalmente, yo no respeto a quien no cumple su palabra, pero me parece peor quien jura y perjura que piensa cumplir sus compromisos y luego hace todo lo contrario de lo prometido, como hizo Rajoy, que quien desde el primer momento y con toda su cara dura cuenta la verdad de lo que piensa hacer y se enfrenta a sus consecuencias.

La estrategia de Pedro Sánchez está clarísima. El acuerdo firmado dice literalmente que «los aliados se comprometen a invertir el 5% de su PIB anualmente en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad, para 2035», así como que «la trayectoria y el equilibrio del gasto bajo este plan se revisarán en 2029». Encerrado en La Moncloa, Sánchez piensa seguir aforado hasta 2027 y en ese plazo, dice que no piensa subir del 2,1% sobre PIB que le ha sacado a Yolanda Díaz. Lo que pase con España a partir de 2029 a él le importa un comino.

Sánchez piensa llegar a 2027 como el líder mundial de la extrema izquierda antiamericana y antisemita. No habrá Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, ni Yolanda Díaz que le hagan sombra como radical antisistema. De momento, Sánchez ya ha conseguido desviar el tema de la corrupción para que se hable de su poca vergüenza al asegurar que no piensa cumplir lo que ha firmado, lo que, ante los votantes de extrema izquierda, lo convierte en aún más ídolo. Si Feijóo y Abascal vuelven a cometer los errores del pasado, a Sánchez no lo saca de La Moncloa ni la UCO ni la Justicia, que ya planea descabezar.


Publicado el 26/06/2025 en OKDIARIO

Sánchez finge que no está de acuerdo con la OTAN porque no puede cumplir


 

Es un hecho innegable que España es el país de la OTAN que menos dinero invierte en la defensa común de todos sus estados miembros, con un miserable 1,29% del PIB que hace que nos supere hasta Luxemburgo, un país que no cuenta con fuerzas armadas. Los siete años de Gobierno de Pedro Sánchez, sostenido en los votos de la extrema izquierda, nos han dejado muy lejos del compromiso que adquirimos en 2014, en la cumbre de Gales, según el cual deberíamos haber llegado ya al 2% del PIB. Hasta el punto de que el mismo Donald Trump señala a Sánchez diciendo que «España siempre ha gastado muy poco en Defensa». Hoy la OTAN se reúne en La Haya para que los aliados se comprometan en aumentar el gasto en Defensa hasta el 5% del PIB antes de 2035, exigiéndole a España que se sitúe inmediatamente al menos en el 3,5% y otorgándole cierta flexibilidad para alcanzar el objetivo del 5%.

Se estima que en 2025 el PIB de España superará los 1,63 billones de euros. Para hacernos una idea de lo que estamos hablando, nuestro gasto anual en defensa del 1,29% son poco más de 20.000 millones de euros. Aumentarlo hasta el 2,1%, que es lo máximo a lo que Pedro Sánchez quiere comprometerse en La Haya, supone gastar 13.000 millones más. Si tuviéramos que llegar al 3,5% que nos exige la OTAN, tendríamos que invertir 36.000 millones más de los que dedicamos actualmente. Y si hay que llegar al 5% tendríamos que gastar 60.000 millones de euros más. Teniendo en cuenta que todo el gasto público en educación se sitúa sobre los 63.000 millones y el de sanidad en poco más de 100.000 millones, o que el brutal déficit público de 2024 supuso 44.000 millones de euros y el total de ingresos tributarios ascendió a 294.000 millones; podemos dimensionar adecuadamente el problema.

El Grupo Socialista de Pedro Sánchez cuenta con 120 votos en el Congreso donde, para ganar cualquier votación, se necesitan 176. Estos 56 votos que Sánchez necesita para aprobar unos Presupuestos Generales que pongan en marcha tan descomunal subida de nuestra inversión en defensa suponen poner de acuerdo, como mínimo a otras seis fuerzas políticas, todas ellas de extrema izquierda o independentistas, que están cargadas de odio contra nuestras Fuerzas Armadas. ¿Alguien se puede imaginar a Bildu, Podemos, ERC o Junts, todos a la vez votando a favor de situar nuestra inversión en Defensa muy cerca del presupuesto que gastamos en educación y sanidad? La imagen pública que Pedro Sánchez quiere dar internacionalmente, haciéndose pasar por un líder antimilitarista y anti Trump que, como hacían hace muchos años las más descerebradas candidatas a Miss Mundo, sólo aspiran a la paz en el mundo, no es más que postureo impostado.

Pero la falta de honestidad y de humildad del presidente del Gobierno, así como su apego al poder, le impiden ponerse delante de sus socios internacionales y contarles la verdad: que su debilidad parlamentaria y su dependencia de la extrema izquierda le incapacita para tomar las decisiones que son imprescindibles ante las graves amenazas bélicas que nos acechan. Sánchez prefiere hacer el ridículo ante el secretario general de la OTAN, obligándolo a dejarle por mentiroso cuando asegura que ha llegado a un falso acuerdo para limitar nuestro gasto en defensa a un insuficiente 2,1% del PIB, antes que reconocer que está en manos de unos cómplices que no le dejan hacerlo, pero a cambio le permiten seguir aforado ante la inmensa cantidad de casos de corrupción con los que la Justicia lo tienen rodeado. Sánchez finge que no está de acuerdo con la OTAN porque no puede cumplir lo que le exigen y no pasa por su cabeza convocar unas elecciones en las que le sustituya alguien capacitado para hacerlo.


Publicado el 24/06/2025 en OKDIARIO

No son socios sino cómplices de Sánchez


 

«He visto un presidente tocado. A una persona tocada. Después de años aquí, me atrevo a pedirle a los diferentes representantes de la izquierda a la izquierda del PSOE que estamos en esto, que aprovechemos el tiempo que nos quede, el tiempo que a esto le quede, pase lo que pase, para avanzar». Es lo que dijo Gabriel Rufián después de salir de la Moncloa y entrevistarse con Pedro Sánchez, dentro de la ronda de contactos que el presidente del Gobierno está teniendo con sus socios, tras el escándalo de corrupción que afecta al PSOE. «Después de años aquí» es una alusión directa a su experiencia por el mucho tiempo que lleva como diputado en el Congreso, 10 años transcurridos después de prometer que «en 18 meses dejaré mi escaño para regresar a la República Catalana». En su larga experiencia, Rufián sabe que todos tienen que aprovechar la debilidad de Sánchez para sacarle lo máximo posible.

El portavoz del Partido Popular, Borja Sémper, perteneciente a ese PP guipuzcoano que ataca a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por «montar un show» al negarse a escuchar al lehendakari con pinganillo; repite una y otra vez que presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez sin tener antes atados los 4 votos que ellos creen que les faltan para sacarla adelante, sería «un balón de oxígeno para el sanchismo». La presidenta de la comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, el de la Junta de Castilla y León, Fernández Mañueco, el alcalde de Badalona, García Albiol y todos los barones del PP repiten literalmente la misma idea: que una moción de censura «solo serviría para reforzar a Sánchez». Así, la única solución que los populares le ven a esta situación es que sea el mismo Pedro Sánchez quien se rinda y entregue voluntariamente el poder convocando unas elecciones generales que ellos confían ganar por mayoría absoluta, para no depender de nadie en su Gobierno, igual que decían en 2023.

El único argumento con el que el Partido Popular sostiene esta afirmación de que una moción de censura que no consiguiera salir adelante sería aprovechada por Pedro Sánchez para reforzarse, es que pondría de manifiesto que, pese a todos los casos de corrupción que lo tienen enfangado hasta las cejas, si el presidente del Gobierno consiguiera ganar esta votación, usaría esta victoria para demostrar que sigue teniendo más apoyos que Feijóo. Mientras que si, por el contrario, no se vota la moción de censura, Sánchez seguirá perdiendo todas las votaciones con cualquier iniciativa legislativa que presente, porque los mismos partidos que no permitirían que se ponga fin a la legislatura y se convoquen elecciones, preferirán votar en su contra en todo el resto de cuestiones y así tratar de engañar a sus votantes haciéndoles creer que no son cómplices de toda la corrupción socialista.

Pero en política como en la vida, de lo que se trata es de escoger el bocadillo que tenga más jamón que tocino, sabiendo que no existe uno sin otro. Por un lado sabemos que, como afirma Gabriel Rufián y dicta el sentido común, si no se presenta una moción de censura, todo lo que se prolongue la legislatura será utilizado por la amalgama de minoritarios cómplices de Pedro Sánchez para sacar de él lo máximo que puedan, siempre en perjuicio de España y beneficio de golpistas, proetarras, secesionistas y ultras de extrema izquierda. Por el contrario, si se presenta la moción y se pierde, Sánchez presumirá de ello los meses que le queden en la Moncloa.

Pero hay más circunstancias a tener en cuenta. En primer lugar está la responsabilidad moral de hacer lo correcto, de esforzarse al máximo y poner todo lo que está de tu parte para cumplir con tus obligaciones. Y descartando que Sánchez vaya a renunciar voluntariamente a estar aforado, es obligatorio utilizar el único instrumento legal que existe para forzarlo a marcharse. En segundo lugar tenemos que tener en cuenta lo azaroso que resulta afirmar que se perdería una moción de censura que no se ha presentado. Aunque ahora digan que no, siempre existe la posibilidad de la sorpresa de que, en el último momento, aparezcan esos cuatro votos que ahora se ven imposibles. Y, por último, si es que finalmente se pierde, hay que valorar las consecuencias electorales que eso tendría para todos los cómplices que quedarían retratados por la corrupción sanchista frente a sus electores.

Feijóo presume de haber ganado todas las elecciones a las que se ha presentado, incluidas la generales de julio de 2023. Pero esto no es del todo cierto. El 27 y el 29 de septiembre de 2023 el líder del PP defendió su candidatura a ser investido presidente del Gobierno y perdió las dos votaciones en el Congreso, mientras que el 16 de noviembre Sánchez sacó su investidura adelante gracias a los votos de golpistas y proetarras. También es posible que algunos crean que, de perderse, la moción de censura demostraría que el PP sólo cuenta con el apoyo de Vox y que el resto de partidos minoritarios no están con ellos. Pero es tan evidente que los de Feijóo gobiernan cinco comunidades autónomas y cientos de ayuntamientos sólo gracias a los de Abascal, que intentar negar esta realidad resulta ridículo.

Todo tiene ventajas e inconvenientes y hay que elegir. No hacer nada es tomar la decisión de colaborar para que Sánchez agote la legislatura permitiendo a sus socios terminar de saquear a España y presumiendo encima de no haber quedado retratados como cómplices de la corrupción sanchista.


Publicado el 19/06/2025 en OKDIARIO

Son las cinco… y no he comido

 


Maxim Huerta contó que, cuando dimitió como ministro, lo único que le preocupó a Pedro Sánchez fue cómo le vería a él la historia en el futuro. ¿Qué dirá de mí la historia?, preguntó retóricamente el presidente del Gobierno. Es cierto que, tal y como Sánchez le dijo a su ex ministro, la historia no ha sido generosa con los presidentes del Gobierno de esta etapa democrática, con la única excepción de Adolfo Suárez. A Felipe González se le recuerda por la corrupción y por los GAL; a Aznar por la foto de las Azores y sus cesiones al independentismo; a Zapatero por su vergonzosa reacción ante los atentados del 11-M, sus cesiones ante ETA y su frentismo guerracivilista; a Rajoy por incumplir sus promesas electorales y su nefasta gestión del golpe de Estado independentista; y Pedro Sánchez será recordado, entre muchas cosas peores, también por sus frases.

«Son las cinco… y no he comido» es sólo el último ejemplo. Sánchez había citado a los medios de comunicación a una comparecencia que retrasó durante más de cuatro horas sin dar ninguna explicación. En ella se iba a justificar lo decidido en la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE convocada tras la dimisión de su secretario de Organización, Santos Cerdán, implicado por la UCO de la Guardia Civil en la trama de corrupción del PSOE.

Durante la mañana, el PSOE había ido filtrando a la prensa todas sus decisiones, incluidos los nombres de las cuatro personas que integran el equipo que asume de forma provisional las funciones de la Secretaría de Organización. Todos los periodistas llevaban desde la una de la tarde esperando las declaraciones de un presidente del Gobierno que se puso delante de ellos para presumir de su gestión, atacar a la oposición y quejarse de que todavía no había comido.

Esta frase gloriosa nos recuerda irremediablemente a otra que pronunció hace apenas seis meses, en la rueda de prensa que dio tras el Consejo de Ministros que celebró después de salir corriendo de Paiporta. Cientos de personas recibieron con insultos y lanzamiento de barro a los Reyes, a Sánchez y a Mazón, en su visita el epicentro de la DANA. Todos aguantaron estoicamente a las víctimas que se sintieron completamente abandonadas por las autoridades durante tantos días, excepto Pedro Sánchez, que en cuanto lo mancharon de barro salió corriendo ganándose el apelativo de «el galgo de Paiporta». Con 236 víctimas mortales, hospitales colapsados por miles de heridos graves, miles de coches, casas y edificios destrozados y familias que lo habían perdido todo, Pedro Sánchez anunció a los periodistas que «yo estoy bien», tratando de convertirse en la víctima de tanta desgracia.

Tres días antes de esta rueda de prensa, Pedro Sánchez compareció ante los medios de comunicación para hacer una declaración institucional sobre la catástrofe de la DANA en la que soltó otra de las frases por las que también pasará a la historia: «Si quieren ayuda, que la pidan». El presidente del Gobierno dejaba así toda la responsabilidad de la gestión de la emergencia en manos de las autoridades valencianas y él, simplemente, se ponía a disposición de Carlos Mazón y la Generalidad por si les hacía falta alguna cosilla.

Pero hay muchas más frases por las que Pedro Sánchez pasará a la historia. Todos le recordamos diciendo que «no dormiría tranquilo por las noches si fuera presidente con ministros de Podemos» justo antes de hacer a Pablo Iglesias vicepresidente de su Gobierno. O cuando dijo que «yo me comprometo a traer a Puigdemont de vuelta a España para que rinda cuentas ante la justicia» y luego indultó a los ya condenados y posteriormente los amnistió a todos. Pero si yo tuviera que elegir sólo una frase como epitafio político de Pedro Sánchez, para ponerla debajo de su fotografía en la Wikipedia, sin duda sería «con Bildu no vamos a pactar, si quieres lo digo 20 veces», antes de entregarles Navarra a cambio de que le hayan dejado a él ser presidente.

La historia recordará a Pedro Sánchez sólo durante esta generación, luego será olvidado porque el daño que ha hecho no amerita ni siquiera para pasar a los libros. Será retratado como lo que es, un personaje ambicioso, sin escrúpulos, muy pagado de sí mismo; arrogante y vanidoso; que se cree muy superior a todos los que le rodean. Carente de empatía, en continua búsqueda del aplauso. Extremadamente narcisista. Sin remordimientos ni sentimientos de culpa. Manipulador, embustero, sin vergüenza y capaz de todo para satisfacer sus ansias de relumbrón. Durante un puñado de años recordaremos a Pedro Sánchez como ese personaje ridículo que sólo se preocupaba por cómo pasaría a la historia, mientras la corrupción le enfangaba; y como las pesadillas, enseguida lo olvidaremos.


Publicado el 17/06/2025 en OKDIARIO

Operación Búnker: el Mafiabúnker


 

Adolf Hitler estuvo encerrado en su búnker, al que llamaban Führerbunker, durante 82 días desde el 16 de enero de 1945 hasta que se quitó la vida el 30 de abril de 1945, junto con su esposa Eva Braun. Pese a que la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial era inevitable desde meses antes, Hitler nunca estuvo dispuesto a rendirse, forzando a sus generales a una resistencia suicida, mientras los aliados bombardeaban Berlín tratando de poner fin a la guerra. Junto a él, Hitler arrastró al búnker a su círculo más cercano. Se encerraron con el Führer su amante, Eva Braun, con quien se casó unas horas antes de suicidarse; su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels; el secretario del partido nazi, Martin Bormann; más el personal de apoyo, médico y administrativo. Nadie fue capaz de frenar su locura. Nadie se atrevió a impedir sus crímenes. Nadie le puso freno.

Si bien desde 1988 existe en La Moncloa un búnker nuclear de tres plantas, con capacidad para unas 100 personas, dotado de hospital con quirófanos y un estudio de televisión; no es de esta instalación militar de la que se habla cuando se dice que Pedro Sánchez ha dado órdenes de cerrar filas en una resistencia total frente a los incontables escándalos de corrupción que lo tienen hundido en un pozo de excrementos, para aguantar como sea hasta finalizar la legislatura en 2027; en la que ya ha sido bautizada como Operación Búnker. Con una similitud absoluta con el Führerbunker de Hitler, Sánchez se ha encerrado, metafóricamente hablando, con su amada esposa Begoña y sus colaboradores más leales, entre los que ninguno se atreve a decirle que, en su obcecación por resistir, no sólo se los va a llevar a todos por delante, sino que va a destrozar un PSOE del que viven tantos miles de militantes.

No va a entrar en el búnker de Sánchez ese concejal socialista que lleva toda su vida viviendo de un sueldo que le proporciona su afiliación al PSOE, sin dar un palo al agua, ni valer para ganarse la vida por su cuenta y ya vio peligrar su sustento en las últimas elecciones municipales en las que su partido perdió 400.000 votos y más de 2.000 ediles. Sánchez tampoco va a dejar entrar en su búnker a ninguno de los cientos de defenestrados asesores de los consejeros autonómicos de las cinco comunidades que el PSOE perdió en 2023. Las bases del PSOE quedarán fuera del búnker pensando en dónde van a meter cabeza tras las elecciones autonómicas y municipales de 2027, con todo el entorno más directo de su líder sentado en el banquillo de los acusados por corrupción y muchos de ellos posiblemente ya condenados.

Siguiendo el ejemplo de Hitler, el búnker de Pedro Sánchez puede ser bautizado como el Mafiabúnker. Una instalación impermeable a las acciones judiciales y a las noticias publicadas por los medios de comunicación independientes. En el Mafiabúnker sólo se verán los informativos de Silvia Intxaurrondo y las tontadas de David Broncano, María Patiño y Belén Esteban. Estarán vetados El País y la Ser, que hoy abren en portada con la noticia que hace un mes dio en exclusiva OKDIARIO, informando de que la UCO de la Guardia Civil disponía de los archivos de audio en los que Koldo García ha grabado a Santos Cerdán, hablando de comisiones de constructoras. En el Mafiabúnker de Sánchez también estará prohibido hablar de la fontanera de las cloacas del PSOE, Leire Díez, de apagones y de trenes averiados. Todo se pintará de color de rosa socialista dentro del Mafiabúnker, mientras las bases del PSOE se tragarán toda la porquería, porque Sánchez tiene que aguantar hasta 2027, aunque sea pasando por encima de sus cadáveres políticos.


Publicado el 12/06/2025 en OKDIARIO

La ‘casta’ de los jueces superhéroes


 

El Informe sobre la Estructura de la Carrera Judicial publicado anualmente por la sección de estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) nos indica que a 1 de enero de 2025 el 58% de los jueces y magistrados en activo son mujeres y este porcentaje va aumentando notablemente ya que las nuevas incorporaciones a la carrera judicial son muy mayoritariamente mujeres, rozando casi el 70% entre los menores de 40 años y casi el 65% entre los de menos de 60 años. Si bien en las presidencias de salas de los tribunales superiores de justicia, donde la edad media se sitúa en 65 años, con 37 años de antigüedad, las mujeres sólo son mayoría en las salas de lo social, mientras que en las de lo civil y penal apenas representan un 16%; algo que indudablemente va a cambiar notablemente en los próximos 5 años.

Según las estadísticas del CGPJ, la mitad de los jueces son hijos de padres que, o bien no tienen estudios superiores o bien sólo uno de ellos es universitario, siendo un tercio del total aquellos que ninguno de sus padres pasó por la universidad. Además, apenas un 7% del total son hijos de jueces. Del total de jueces y magistrados españoles, la mayoría (50,1%) o no pertenece a ninguna asociación profesional (42,04%), o está afiliado a una con ideología de izquierdas (8,06%). Por tanto, la radiografía del típico juez español se corresponde con una mujer, nacida después de la muerte de Franco, no adscrita a ninguna ideología, de clase media y sin padres jueces, que podría ser perfectamente la juez Beatriz Biedma que acaba de sentar en el banquillo de los acusados al hermano de Pedro Sánchez y al líder de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, más conocido por Aforeitor.

No. Los jueces españoles ni son franquistas, ni pertenecen a ninguna casta endogámica -cosa que no puede decirse de los políticos socialistas, muchísimos de ellos hijos de políticos franquistas-, ni son machistas, ni pertenecen a ninguna élite de millonarios, ni ninguna de las estúpidas milongas que estos días estamos escuchando de toda la progrez sanchista que infecta la radiotelevisión pública y sus subvencionados panfletos digitales. En el modelo de democracias bananeras que le gusta a la izquierda, son los tiranos comunistas los que quitan y ponen a los jueces, pero en España ni Pedro Sánchez ni su ministro de Justicia, Félix Bolaños, lo han conseguido aún, aunque se siguen esforzando en llevarnos a ese precipicio de tan difícil salida. Aquí, no. Es mentira. No existe esa oposición política, mediática y judicial que pretenda dar un golpe de Estado contra el demócrata Pedro Sánchez, como se atreve a decir un desquiciado Gabriel Rufián, amparado por su inmunidad parlamentaria.

Es justo al contrario. Son ellos, la izquierda en el poder, quienes pretenden llenar los tribunales de jueces y fiscales afines de forma que el 25% de los nuevos jueces y fiscales lleguen al puesto a dedo, por el llamado cuarto turno y no por oposición. El líder del PSOE en Extremadura, Aforeitor Gallado decía ayer ante los micrófonos que estaba «enfadado» porque le parece «muy grave inmiscuirse en las decisiones de un partido político», y acusaba a la juez Biedma de «extralimitarse» en sus funciones, por atreverse a juzgarle a él al indicar que el Tribunal Superior de Extremadura debe investigar si su veloz aforamiento no se hizo en «fraude de ley», para el que fueron precisas 5 renuncias a la velocidad de la luz, llevadas a cabo a la vez, el mismo día y ante el mismo notario. «La ley nunca puede ser fraude de ley», dice Aforeitor, escandalizado de que haya jueces que se atrevan a juzgar a un político.

En este entorno tan hostil en el que el poder más absoluto es ejercido por la extrema izquierda más radical con una total desvergüenza, siguiendo el modelo de su líder Pedro Sánchez, la juez Biedma sólo pertenece a la casta de los superhéroes que llevan su honestidad profesional más allá de lo que se le puede exigir a alguien que nada más que cobra un sueldo de funcionaria.


Publicado el 10/06/2025 en OKDIARIO

Moción de censura o mafia


 

El Partido Popular ha convocado a sus votantes y simpatizantes a una manifestación convocada en la Plaza de España de Madrid este domingo día 8 de junio a las 11:00, bajo el acertadísimo eslogan de «Mafia o democracia». En palabras de su portavoz, Borja Sémper, el PP hace un llamamiento a «todos los españoles, voten a quien voten, a una manifestación pacífica, ordenada pero firme, para decir que esto es insoportable», afirmando que «las cloacas del PSOE están intentando tapar la corrupción que afecta al presidente, a su entorno y al Gobierno». Confían los populares en que asistirán cerca de medio millón de personas, habiendo confirmado ya su presencia los expresidentes Aznar y Rajoy, así como todos sus líderes autonómicos, quienes fletarán autobuses con el objetivo de conseguir una demostración de fuerza y respaldo popular. Pero Feijóo se niega a presentar una moción de censura hasta asegurarse el apoyo de los socios de Sánchez. «Si quieren acabar con esto, que me llamen», ha dicho.

Dos días antes de la manifestación del PP, el viernes 6 de junio, Pedro Sánchez ha convocado la más inútil Conferencia de Presidentes a la que acudirán todos los barones del Partido Popular que presiden 13 de las 19 comunidades y ciudades autónomas españolas. Dice el presidente de Murcia, el popular Fernando López Miras, que «Sánchez ha convocado la Conferencia de Presidentes como una cortina de humo para blanquearse», en relación con todos los escándalos de corrupción que lo tienen enfangado hasta las cejas, además de los cortes de luz y los trenes averiados que provocan su ineficaz gestión, más centrada en enchufar a amigos y «sobrinas» que en el bienestar de todos. Pero aún sabiendo que esta Conferencia de Presidentes no es más que una añagaza de Sánchez para hacerse una fotografía que refuerce su imagen institucional, el Partido Popular se ha prestado a participar en ella, dos días antes de señalar a Sánchez como il capo di tutti capi.

En las circunstancias actuales, resulta completamente incompresible que los de Alberto Núñez Feijóo se sigan negando a presentar la moción de censura que ponga a cada cual en su sitio. Argumentan los populares que son incapaces de reunir los 176 votos necesarios para sacarla adelante y que su fracaso sería utilizado por la extrema izquierda sanchista para poner de manifiesto la soledad del ganador de las pasadas elecciones generales, que sólo contaría con el apoyo de los 33 diputados de Vox, tal y como ya ocurrió en su fracasado intento de investidura de septiembre de 2023. Como en los tiempos de Casado, el PP sigue intentando alejarse de los de Abascal, como si hubiera alguna forma de ocultar que sólo gracias a ellos gobiernan Valencia, Aragón, Castilla y León, Baleares, Murcia, Extremadura y cientos de ayuntamientos repartidos por toda España.

Pero es que, además, las cuentas en el Congreso no están tan claras. Una moción de censura con el único objetivo de convocar elecciones generales de forma inmediata podría salir adelante sólo con la abstención de Junts, o con la de Podemos y el PNV, sin descartar que pudieran votarla a favor cualquiera que tenga más de 4 votos, como ocurre con ERC, Junts, Bildu, PNV y Podemos; o incluso sería suficiente con el voto o la abstención de un puñado de los miembros de En Comú Podem, Compromís o entre los independientes integrados en Sumar. La decencia es una remota posibilidad no descartable ni siquiera entre una extrema izquierda tan sectaria y radical como la española. Como tampoco es imposible que, por puro egoísmo, haya 4 o 5 diputados de entre la amalgama que necesita Pedro Sánchez para sobrevivir, que no quieran verse manchados en unas próximas elecciones generales con toda la inmundicia que salpica al presidente del Gobierno. Hasta que no se cuenten los votos, no se sabe qué va a pasar.

Pero incluso si se pierde, tan claro como tiene el PP que Pedro Sánchez es el capo de la mafia, es necesario que todos se retraten para presentarse a las próximas elecciones con la mancha de haber colaborado con la corrupción o con un expediente que se haya limpiado en el último momento. La moción de censura del PP serviría como poco para distinguir a quienes forman parte de la mafia de los que son demócratas de verdad.


Publicado el 05/06/2025 en OKDIARIO

Jueces desconsiderados con Sánchez


 

Dice el abogado de David Sánchez que la juez que ha dictado auto de procesamiento contra el hermano del presidente del Gobierno ha sido muy desconsiderada con el líder del PSOE. Piensa el letrado que los jueces deben tratar a Pedro Sánchez de acuerdo con el elevado respeto que merece y se queja de que la titular del juzgado de Badajoz no ha tenido eso en cuenta a la hora de describir en su sentencia los hechos probados que la llevan a sentar a su hermano en el banquillo de los acusados por prevaricación y tráfico de influencias, en relación con el puesto de trabajo que, como un traje a medida, le creó la Diputación de Badajoz para justificar el sueldazo que le ha estado pagando todos estos años a cambio de no dar un palo al agua y ni siquiera aparecer por una oficina que ni siquiera sabía dónde estaba. Opina que la juez Beatriz Biedma es una descarada al tratar de averiguar si el trato de favor lo obtuvo por ser hermano del secretario general del PSOE o por su cara bonita.

Con total seguridad el abogado de Begoña Gómez estará de acuerdo en que el juez Juan Carlos Peinado también ha sido extremadamente irrespetuoso con Pedro Sánchez, al investigar a su esposa por los delitos de tráfico de influencias, corrupción en el sector privado, apropiación indebida e intrusismo profesional. Pese a que sin estar en posesión de ningún título universitario, Begoña Gómez dirigió una cátedra universitaria e intervino para beneficiar al empresario Barrabés que se la montó; a su abogado también le debe parecer una insolencia que el juez intente averiguar si estos privilegios los obtuvo habiéndose «prevalido de su posición como esposa del presidente del Gobierno» y no gracias a su experiencia en una pequeña empresa donde había impartido formación a comerciales de telemarketing y de puerta fría para aseguradoras, compañías eléctricas y oenegés.

No hace falta preguntarle al fiscal general del sanchismo, Álvaro García Ortiz, para estar seguros de que estará completamente de acuerdo en que es una grosería contra Pedro Sánchez que los magistrados de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo le estén investigando a él por revelación de secretos. Estará completamente convencido de que es una descortesía contra el presidente del Gobierno investigar si es que acaso dicha revelación de secretos de la que le acusan, la llevó a cabo con fines partidistas, para perjudicar a una rival política de Sánchez, filtrando información confidencial sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Tan ofensivo como el juez que investiga a la mano derecha de Pedro Sánchez, José Luis Ábalos, por participar en una trama que, en plena pandemia, se forró vendiendo mascarillas defectuosas infladas de precio a instituciones gobernadas por el partido del que es secretario general.

Todos los abogados de los múltiples casos de corrupción que tienen a Pedro de Sánchez manchado de lodo hasta las cejas, estarán de acuerdo con el letrado del caso David Sánchez en que la justicia española está siendo muy desconsiderada con Pedro Sánchez. Sin duda preferirían que en todos los juzgados españoles tuviéramos a jueces como los que el PSOE ha colocado a dedo en el Tribunal Constitucional, que esos sí que tienen al presidente del Gobierno el respeto que se merece dictando sentencias en las que hasta se atreven a decir barbaridades jurídicas como que Sánchez puede «hacer todo lo que la Constitución no prohíba». Si a Sánchez le da la gana de amnistiar a golpistas a cambio de sus siete votos, puede hacerlo impunemente, que para eso tiene todo el respeto de Conde Pumpido y sus secuaces. En cualquier república bananera, los tiranos pueden nombrar a jueces que son mucho más considerados con los dictadores de lo que todavía lo son algunos heroicos jueces españoles. Bolaños está intentando cambiar eso para que en todos los juzgados españoles haya alguien como el presidente del Tribunal Constitucional, que tenga a Sánchez la consideración que él cree que se merece.


Publicado el 03/06/2025 en OKDIARIO