Las grandes gestas históricas son lideradas por
héroes que en ocasiones las escriben con su propia sangre. En una fotografía de
la pretendida independencia de la República de Cataluña saldrían Puigdemont con
el mocho de la fregona en la cabeza, Junqueras comiéndose un bocadillo de
panceta, Anna Gabriel oliéndose el sobaco y Rufián dejando sobre la barra del
bar una botella de güisqui vacía. El aún no inhabilitado y todavía libre President de la Generalitat ha contestado al requerimiento que le hizo Rajoy y lo
ha hecho sin el menor gesto, no digo ya de heroicidad, ni siquiera de valentía,
sino más bien de forma cobarde e indigna. Se le pedía que dijera de una forma
clara si el 10 de octubre había declarado la independencia de Cataluña,
dejándola después en suspenso. Y se le advertía de que cualquier respuesta que
no fuera un claro NO, sería interpretada como un sí, en cuyo caso se le daba de
plazo hasta el próximo jueves 19 para revocarla y volver al orden
constitucional y estatutario.
Era una utopía esperar un gesto de dignidad por
parte de este impresentable y evidentemente no lo ha tenido. En su respuesta
Puigdemont viene a decir que no ha declarado la independencia, pero
intencionadamente lo hace de una forma retorcida y exenta de la claridad a que
estaba obligado, para que no se le entienda. Exactamente sus palabras han sido:
“El domingo 1 de octubre… más de dos millones de catalanes encomendaron al
Parlament el mandato democrático de declarar la independencia… La suspensión
del mandato político surgido de las urnas el 1 de octubre demuestra…” O sea,
que como muchos veníamos sosteniendo, no había suspendido la independencia, que
no había declarado el President, ni
se había votado en el Parlament, sino
que lo que había suspendido era su supuesta “obligación” de declarar la
independencia. De haberlo hecho y haber contestado con claridad, se habría
inmolado por la causa del independentismo y Puigemont, con esos pelos, no está
para heroicidades de ningún tipo.
Pero en realidad la carta firmada por Puigdemont
no va dirigida a Rajoy, sino que está escrita para el prófugo, acusado de
violación en Suecia y de espionaje y traición por fuerzas políticas de EEUU,
Julian Assange. En ella se miente descaradamente para que quienes, fuera de
España, no estén muy informados del tema, como el hacker sueco, puedan decir que nuestro Gobierno no quiere dialogar.
Y lo dice en un texto plagado de insultos y mentiras que van dirigidas a la
prensa internacional. Dice que España reprime al pueblo y al gobierno de
Cataluña y que vulnera sus derechos fundamentales y presenta a Cataluña como
víctima de un Estado opresor, dictatorial y fascista. De nuevo nos insulta y
nos intenta desprestigiar a nivel internacional. Y sigue libre.
Ahora bien, el gobierno había dicho que si la
respuesta no era clara “se entenderá que ha declarado la independencia”, y como
ha sido todo menos clara, para el Gobierno, Puigdemont sí ha declarado la
independencia. Y siendo eso así y afirmando el Gobierno que Puigdemont ha dado
un golpe de Estado, no se comprende que le permita seguir libre. El artículo
155 de la Constitución servirá para que la Generalitat vuelva al orden
constitucional y estatutario. Pero Rajoy no puede quedarse ahí, los golpistas
deben ser inmediatamente puestos a disposición de la justicia y, si se
resisiten al ser detenidos, la Constitución y las leyes españolas obligan a
Rajoy a pedir al Congreso que declare el estado de sitio. Cualquier otra
respuesta sería tan indigna como la de Puigdemont el cobardón.
Publicado el 18/10/2017 en OKdiario
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