Pedro Sánchez ha acudido por tercer año consecutivo al acto de homenaje a las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura, que se celebrará en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, pero ayer no quiso ir al funeral por las 222 víctimas de la DANA en la Comunidad Valenciana, porque Sánchez es muy selectivo para homenajear a unas víctimas mientras desprecia a otras. Podríamos pensar que es verdad la excusa que dio el Gobierno aduciendo que no se trató de un funeral de Estado o creer que como España es un Estado aconfesional, el jefe del Gobierno, que se ha declarado públicamente como ateo, no debe acudir a ningún funeral católico. Pero como se trata de Pedro Sánchez, no se sorprenderá nadie de que demostremos que esta es sólo otra más de las mentiras con las que siempre justifica que hace lo que le sale de las narices.
Cuando a Sánchez le da la gana acudir a un funeral católico, asiste sin el menor problema. Sin ir más lejos, el 14 de enero de 2022 el presidente del Gobierno acudió la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires de Roma para asistir al funeral del presidente del Parlamento Europeo, el socialista David Sassoli. El 8 de octubre de 2018, Sánchez acudió en Barcelona al funeral católico de la soprano Monserrat Caballé, que comenzó con la inconfundible voz de la cantante interpretando el Ave María, de Schubert, y fue oficiado por tres sacerdotes, incluido el popular padre Apeles. Pero Sánchez no acude sólo a funerales católicos de socialistas o personajes importantes. En 2015, por ejemplo, no tuvo ningún problema para acudir a la misa funeral por los dos policías nacionales fallecidos en atentado en la Embajada de España en Kabul (Afganistán), donde coincidió con otro ateo como es Pablo Iglesias. Y en agosto de 2020 se le vio en la misa funeral del fotógrafo José María Pérez de Ayala, en Matalascañas (Huelva).
Lo de que el de Valencia no era un funeral de Estado es otra trola de las suyas. En el año 2019 ordenó que la capilla ardiente por el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba se instalará en el Congreso. En 2021 vimos a Pedro Sánchez en el funeral civil de la escritora Almudena Grandes. Y el año pasado nos avergonzó en Rabat haciendo una ofrenda floral ante las tumbas de Mohamed V y su hijo Hasan II, representantes de una monarquía absolutista altamente cuestionada en materia de derechos humanos. Por el contrario, cuando en julio de 2020 la Conferencia Episcopal celebró en la Catedral de la Almudena una misa homenaje a los miles de víctimas del coronavirus, Sánchez envió a su vicepresidenta Carmen Calvo y se quitó de en medio, reservándose para la ceremonia civil diseñada por Moncloa que, tildada por muchos de masónica, celebró una par de semana después en la Plaza de la Armería del Palacio Real.
Después de salir corriendo nada más bajarse del coche en su primera y única visita a Valencia tras la DANA, nadie pensaba que fuera a acudir al funeral por sus víctimas. Tampoco nadie esperaba que un personaje tan embustero como el presidente del Gobierno fuese a confesar que el único motivo por el que no acude al funeral es el rencor que siente hacia una población que, además de no votarle, le abuchea y le tira barro identificándolo como el máximo responsable político de sus desgracias. Pero por muy previsible que resulte, no deja de ser vergonzoso tener al frente del Gobierno a un personaje que no puede pisar la calle si no le han preparado antes un público de figurantes a sueldo.
Publicado el 10/12/2024 en Okdiario
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