España ya no es una democracia


 

Según Platón y Aristóteles, la democracia es el gobierno del pueblo, o sea, la forma de organización del Estado en la que las decisiones colectivas se toman por la ciudadanía mediante sistemas de participación y representación. Una simplificación bastante básica en la que encajarían como democráticos los referéndums organizados por Franco o las elecciones en Cuba y Corea del Norte.

Evidentemente, para que una sociedad se pueda definir como democrática hace falta algo más que votar. Es imprescindible un Estado de Derecho en el que las leyes decididas entre todos se hagan cumplir. Hace falta una separación de poderes para que los que legislan, quienes gobiernan y los que hacen que se apliquen las leyes se controlen entre ellos. Deben respetarse siempre unos derechos básicos o fundamentales, que ni siquiera la mayoría democrática pueda saltarse, como son el derecho a la vida, a la propiedad y a la seguridad; la igualdad; las libertades de expresión y de información; el derecho a pensar y creer en lo que se quiera, etc.

Hace menos de diez años, cuando en diciembre de 2015 Pablo Iglesias irrumpió con 69 diputados en el Congreso de los Diputados, muchos vimos en el evidente origen chavista de la formación morada un peligro para nuestra democracia. Por aquellas fechas nos contaron que, antes de perder su democracia, los venezolanos también decían aquello de que Venezuela no era Cuba, igual que algunos decían entonces que España no es Venezuela. Como si la pertenencia a la Unión Europea pudiera suponer algún freno en el proceso de bolivarización que entonces suponíamos que significaría el ascenso al poder de los podemitas.

Pero finalmente la formación morada ha quedado en un bluf porque sus contradicciones internas se hicieron patentes el día que los Iglesias – Montero se fueron a vivir al casoplón de Galapagar; y se ratificaron cuando descubrimos que acusaban a Errejón de no ser más que otro depredador sexual. Pero de las ascuas de Podemos surgió el incendio del sanchismo.

Los votos que Pedro Sánchez ha perdido por todos los casos de corrupción con los que está enfangado, por la amnistía a los golpistas catalanes y por sus continuas cesiones ante los etarras, los ha compensado desplazando su discurso hacia la extrema izquierda más radical para hacerse con los votos que antes iban hacia Pablo Iglesias y ahora encuentran en Pedro Sánchez a un bolivariano más guapo y con mucha mejor planta.

Pero el bolivariano guapo ha seguido exactamente el modelo chavista para la progresiva ocupación de todas las instancias de poder en España. Tenemos ya a un fiscal general del Estado imputado por, presuntamente, poner los intereses partidistas de Pedro Sánchez por encima de su sometimiento a la Ley. Tenemos a un Tribunal Constitucional integrado por una mayoría de activistas políticos dispuestos a pasar por encima de cualquier intento de limitar el poder de Pedro Sánchez.

Y tenemos dos proyectos más. El primero para permitir que Pedro Sánchez tome el control de todo lo que se publica en España mediante lo que ha dado en llamar, al más puro estilo orwelliano, su plan de regeneración democrática, que no es más que un proyecto de ley mordaza con la que quiere retirar la financiación mediante publicidad institucional de los medios que sean señalados por el dedo de Sánchez.

Y el segundo proyecto es la conocida como Ley Begoña, que impedirá las acusaciones populares para que una politizada Fiscalía sumisa a Sánchez sea la única que decida qué puede ser delito y qué no; y que también servirá para apartar de los procedimientos judiciales a los jueces que le dé la gana a Pedro Sánchez.

Sin olvidarnos de los constantes ataques y menosprecios al jefe del Estado por parte del presidente del Gobierno, en un claro intento por anular todo poder que limite el de Pedro Sánchez. No sé si España ya es como Venezuela o sólo lleva ese camino, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que ya no cumplimos los requisitos que nos permitan afirmar que seguimos siendo una democracia.


Publicado el 16/01/2025 en Okdiario

¿Para qué contrató Vara a David Sánchez?


 

Habíamos visto fotografías y vídeos del hermano de Pedro Sánchez en las que siempre hacía pensar que tiene cara de no ser muy listo y como cuentan que decía san Andrés, el que tiene cara de tonto es que lo es. Esto lo hemos confirmado la primera vez que lo escuchamos hablar delante de la jueza que lo ha imputado por malversación, prevaricación y tráfico de influencias. En el vídeo hemos comprobado que David Sánchez Pérez-Castejón tiene la misma voz y la misma actitud indolente de su hermano Pedro, pero que como sospechábamos, no anda sobrado de luces. Balbuceando no ha sido capaz de explicarle a la jueza ni en qué consiste su trabajo, ni dónde está su oficina, ni quiénes son sus compañeros o subordinados, ni siquiera sabe para qué le contrató la Diputación socialista de Badajoz hace ya casi ocho años. Él no sabe nada, pero yo sí, así que se lo voy a contar, para que se entere.

El expediente de contratación de David Sánchez por la Diputación de Badajoz se inicia el día 21 de mayo de 2017, fecha en la que su hermano Pedro sorprendentemente ganó las primarias del PSOE contra una Susana Díaz a la que todos daban por segura ganadora. Uno de los más convencidos de que la andaluza iba a ganar era Guillermo Fernández Vara, secretario general de los socialistas extremeños, quien todos los que lo conocen saben que nunca jamás en su vida se habría posicionado junto a ella de no estar absolutamente seguro de su victoria. Pero perdió, y casi que lo primero que hizo Pedro Sánchez después de ganar fue, el 24 de mayo, presentar a las primarias extremeñas, donde Vara se jugaba su reelección, a la candidata pedrista Leonor Martínez-Pereda. Al día siguiente de que se anunciara esta candidatura, Vara se fue a Madrid y dijo públicamente que «ahora me pongo a disposición de mi secretario general, Pedro Sánchez» y que él iba «a apoyar la Ejecutiva que proponga Pedro Sánchez, sea la que sea».

El 18 de junio de 2017 Sánchez hizo pública la nueva Comisión Ejecutiva Federal del PSOE en la que integró a Fernández Vara. Al día siguiente, la pedrista Leonor Martínez-Pereda anunció que renunciaba a presentarse contra Vara. Tres días después, el 22 de junio de 2017, el Área de Recursos Humanos de la Diputación de Badajoz hizo pública la relación definitiva de admitidos para cubrir una plaza de alta dirección como Coordinador de Actividades de los Conservatorios de Música, entre quienes se encontraba David Sánchez. A una velocidad inaudita, el 26 de junio se baremaron los currículums otorgando la mayor puntuación de 90 sobre 100 al hermano de Sánchez; al día siguiente hicieron las entrevistas personales y dos días más tarde, el 29 de junio, la diputada socialista Cristina Núñez le adjudicó una plaza que, a todas luces, se había creado para él, carente de contenido y sin cubrir ninguna de las necesidades más perentorias de los conservatorios, como han declarado los testigos ante la jueza.

La Justicia haría bien en revisar esos 90 puntos con los que se baremó el currículum del hermano de Pedro Sánchez ya que, por un lado, todos los que formaron parte de la comisión encargada de hacerlo responden a la estricta obediencia socialista. Y por otro, no podemos olvidar que en esa familia son muy dados a «maquillar» sus currículums, como hizo Begoña Gómez con su falso titulín de Marketing, o el mismo Pedro Sánchez con su tesis doctoral fake. Otorgaron la máxima puntuación porque el hermano de Sánchez dice que tiene la doble Titulación Superior de Música en Dirección de Orquesta y Composición por el Conservatorio estatal de San Petersburgo; pero a saber si esos títulos son homologables o no. De igual modo, habría que asegurarse de que la trayectoria profesional que él dice que tiene se corresponde con la realidad, porque en Internet apenas queda constancia de nada de lo que él se atribuye. En cualquier caso, ya que David Sánchez dice que no sabe nada de su trabajo, aquí le dejamos este resumen para que la próxima vez vaya un poco mejor preparado y haga menos el ridículo, que luego su hermano se mosquea sin necesidad y le da por intentar cambiar las leyes procesales para echar a los jueces y expulsar a las acusaciones particulares.


Publicado el 14/01/2025 en Okdiario

Dictadores muertos versus dictadores vivos


 

Como diría la ilustre exministra socialista Leire Pajín, debemos estar atentos «al próximo acontecimiento histórico que se producirá en este planeta, la coincidencia en breve en ambos lados del Atlántico de… «; no Obama y Zapatero, como señaló la socialista hace más de 15 años, sino la celebración del 50 aniversario de la muerte en su cama y por causas naturales, debido a sus 83 años de edad, de un dictador español; al mismo tiempo que en Venezuela el narcodictador Nicolás Maduro renovará su tiránico poder por la fuerza de las armas, después de perder las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, como demuestran las actas electorales y certifican todos los observadores internacionales independientes, como por ejemplo el Centro Carter para Latinoamérica y el Caribe.

Pero para Pedro Sánchez y el PSOE un dictador muerto hace 50 años merece muchísima más atención que otro dictador que en estos momentos sigue oprimiendo violentamente a un pueblo hermano nuestro, como es el venezolano. Así, el presidente del Gobierno ha ordenado montar un nuevo chiringuito al que ha encargado la organización de 50 actos repartidos por toda España para celebrar durante 2025 el 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco. En el primero de estos actos, Sánchez ha dicho que «los valores y regímenes autocráticos están avanzando en medio mundo», pero no ha relacionado esta afirmación ni con Nicolás Maduro, ni con el narcorégimen venezolano, sino con «la internacional reaccionaria, o ultraderechista liderada por el hombre más rico del planeta» en relación con el propietario de la red social Twitter (ahora X), Elon Musk, quien dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental en la próxima administración del nuevo presidente democrático de los Estados Unidos, Donald Trump.

Por el contrario, el Gobierno de Pedro Sánchez continúa negándose a reconocer como presidente electo de Venezuela al ganador de las elecciones Edmundo González, afirmando el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que: «Estamos haciendo las cosas en concertación con nuestros socios internacionales. Muy pocos estados, se cuentan con los dedos de una mano, han reconocido a Edmundo González», ignorando lo que han hecho ya los gobiernos de Estados Unidos, Italia, Argentina y Chile, entre otros; y contradiciendo la actuación unilateral de España al reconocer a Palestina sin contar ni siquiera con nuestros socios de la Unión Europea. Más bien al contrario, el antecesor y promotor de Pedro Sánchez, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, se niega a reconocer públicamente que Nicolás Maduro sea un dictador, amparándose en que dice que «ha ganado muchas elecciones». El socialista Zapatero lleva años ayudando a blanquear la imagen internacional de la dictadura venezolana, evitándoles sanciones y tratando de frenar una intervención internacional que devuelva la democracia a los venezolanos.

La explicación de esta posición tan diferente de Pedro Sánchez respecto a los dictadores muertos hace 50 años y los dictadores actuales es, en primer lugar, el rencor histórico. Franco fue el general que frenó los intentos del PSOE de Indalecio Prieto y Largo Caballero para instaurar una dictadura marxista en España, derrotando militarmente al PSOE que junto a todos sus socios independentistas y de extrema izquierda, trataron de imponer por la fuerza un régimen comunista que siguiera el modelo de la revolución bolchevique de 1917 que logró el posterior establecimiento de la URSS. Como si el PSOE pensara que puede ganar ahora la guerra que perdió hace casi un siglo. Por otro lado, no podemos obviar que Pedro Sánchez lucha electoralmente contra el resto de partidos de extrema izquierda, ahora representados por Sumar y Podemos a nivel nacional, y por Bildu, ERC y BNG, cada uno en su Comunidad Autónoma. Franco puede ser al mismo tiempo la distracción que desvíe la atención de todos los casos de corrupción que rodean a Pedro Sánchez y el reclamo electoral que le permita seguir en la Moncloa.


Publicado el 09/01/2025 en Okdiario

Que Sánchez se ponga una foto de Franco en el móvil


 

Por un lado, tenemos un procedimiento judicial en el que por primera vez en España la esposa del presidente del Gobierno está siendo investigada por los delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e intrusismo laboral; de los que podrá ser condenada o no, pero que a raíz de su investigación los españoles estamos conociendo unos comportamientos que, tanto si son finalmente declarados delictivos, como si no, dejan a las claras que Pedro Sánchez ha utilizado su posición para alimentar la acomplejada necesidad de aparentar de su mujer. A eso se le suma otro caso judicial en el que otra juez distinta está investigando al hermano del presidente del Gobierno que, también por primera vez en nuestra historia, está imputado por los delitos de tráfico de influencias, malversación y prevaricación y de lo investigado por la UCO se confirma que también le gusta poco trabajar, menos pagarle a Hacienda, pero mucho figurar.

Por si fuera poco, hay que añadir también que Pedro Sánchez tiene imputado por revelación de secretos al que llama su fiscal general. Un personaje que, estando a la cabeza de todos los fiscales de España, aparentemente intervino de forma partidista en una disputa entre un particular que, estando acosado por la AEAT encargó a su abogado que negociase para tratar de escapar como mejor pudiera; y los intereses personalísimos del presidente del Gobierno del que depende dicho fiscal general.

Y a más a más, tenemos al que fuera durante muchos años mano derecha de Pedro Sánchez tanto en el partido como en el Gobierno, a quien el juez que lo investiga ha solicitado al Congreso un suplicatorio para poderle imputar por su presunta pertenencia a una organización criminal que, aprovechándose del Covid, se forró vendiendo mascarillas defectuosas infladas de precio a las administraciones que controlaban personas muy cercanas al propio Sánchez.

Cuando, de forma descarnada, ponemos juntos todos los casos de corrupción que rodean al entorno más íntimo de Pedro Sánchez y contamos los hechos que ya han sido demostrados por las investigaciones judiciales, con independencia de su calificación delictiva, cuesta creer que ningún partido político pueda seguir manteniendo a un líder que de una forma tan evidente está manchando de corrupción desde al último concejal del pueblo más pequeño hasta al primero de sus ministros. Pero ahí sigue el tío chulo sin que nadie del PSOE se atreva a decirle ni lo más mínimo, poniendo y quitando a sus peones de todas las delegaciones territoriales del partido sin ninguna protesta ni oposición. Porque al que levanta una mano se la corta de inmediato y al día siguiente ya tiene un sustituto de la más absoluta lealtad sanchista. ¿Pero, cuánto va a poder aguantar así?

Es cierto que desde que su antecesor Rodríguez Zapatero, intencionadamente, resucitó el enfrentamiento guerracivilista y blanqueó a los sanguinarios asesinos de ETA, la sociedad española se ha polarizado de una forma que no habíamos conocido en las décadas anteriores y que nos recuerda a lo que pasó en España a principio de los años 30 del siglo pasado. Hay una parte de los votantes extremadamente radicalizados a la extrema izquierda a los que todavía el sanchismo puede apelar porque sabe que están dispuestos a tragar con lo que sea con tal de que no gobierne la derecha. Y que esos votantes ultras sólo dejarán de votar a Sánchez el día que el PSOE, como ha hecho siempre, termine de arruinar la economía. Los demócratas podemos llegar a aceptar que las cosas son así, pero por donde no podemos pasar es porque nos tomen por idiotas.

Dedicar 2025 a conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Franco para que no hablemos de todos sus casos de corrupción; querer que el Rey forme parte de esa patochada y pretender que nuestros hijos sean adoctrinados con su odio es algo en lo que no vamos a participar ni vamos a consentir de ninguna de las maneras. Si Pedro Sánchez añora tanto a Franco que se ponga su foto de fondo en el móvil, pero que no nos moleste a los demás con sus idioteces.


Publicado el 07/01/2025 en Okdiario

Sánchez cree tener el honor que niega a los católicos


 

El ministro de Justicia, Félix Bolaños, se apresuró el mismo día de Año Nuevo a celebrar en sus redes sociales la ofensa contra los católicos perpetrada durante las campanadas de Nochevieja en la Televisión Sanchista por una supuesta presentadora absolutamente desconocida que hacía gala de algo que pretendía pasar por sentido del humor. A una enajenada que debe tener las neuronas justas para no hacerse sus necesidades encima durante la retransmisión y poco más, le resulta fácil ofender a los católicos, porque sabe que vamos a hacer poco más que enfadarnos. Si de verdad pretendieran ejercer «la libertad de expresión y creación», como dice Bolaños, todos estos progres forrados de dinero público no dudarían en mofarse de esa otra religión en cuyo nombre ha habido tantísimos atentados terroristas estas Navidades, pero ahí ni se les ve ni se les espera.

Aprovechando las gracietas de la descerebrada presentadora de las campanadas, el ministro de Justicia anunció también que «en 2025 impulsaremos la reforma del delito de ofensas religiosas…, una medida del Plan de Acción por la Democracia» adelantado el pasado mes de septiembre para amordazar a los medios de comunicación que nos estamos atreviendo a publicar las noticias sobre la imputación por corrupción de tantas personas tan cercanas a Pedro Sánchez. Eliminar el delito de ofensas religiosas es una medida original de la extrema izquierda que el sanchismo ha hecho suya, convencido de que en la práctica afectará solamente a la religión católica, dado que las ofensas a esa otra religión en la que todos estáis pensando seguirán estando perseguidas como delitos de odio. Sánchez va a permitir las burlas públicas a las creencias de los católicos, pero que a nadie se le ocurra meterse con su honor.

Apenas ha pasado un mes desde que el posiblemente próximo imputado ministro Ángel Víctor Torres, amigo de Koldo y del Tito Berni, con quienes supuestamente comparte el gusto por la compañía de «señoritas», anunció una querella conjunta contra Víctor de Aldama, interpuesta por Pedro Sánchez y el resto de los socialistas señalados por el comisionista, por «vulneración de su derecho al honor». El honor de un socialista, ¡tócate el bolo, Manolo! Teníamos la triste alegría, el instante eterno, la luz oscura y ahora el honor socialista, como ejemplos de los oxímoron más inverosímiles. El caso es que Sánchez considera que él y los suyos sí poseen ese derecho al honor que ahora pretende arrebatarnos a los católicos en defensa de una supuesta «libertad de expresión y creación» que al mismo tiempo persigue cuando es utilizada para publicar noticias veraces que afectan a todos los casos de corrupción con los que está enfangado hasta las cejas.

Como Liberal Enfurruñada yo defiendo el derecho a ofender. Creo que todos debemos tener el mismo derecho a expresar públicamente nuestras opiniones, que le reconozco a los que opinan justo lo contrario que yo. A mí no tiene capacidad de ofenderme ninguna majara como la que llenó las pantallas de quienes voluntariamente sintonizaron la Televisión Sanchista en Nochevieja, ni quiero que nadie pueda censurarme cuando expreso mi desprecio hacia ella. Por el contrario, la izquierda siempre ha entendido la libertad de expresión como un derecho exclusivo de los que opinan como ellos. La ley del embudo socialista funciona así: Pedro Sánchez cree tener el derecho al honor que piensa arrebatar a los católicos para que los suyos puedan insultarnos impunemente hasta conseguir que no nos atrevamos a expresar nuestra fe públicamente, porque les ofende que hagamos gala de nuestra superioridad moral sobre ellos. Permitirán que nos insulten y prohibirán que hablemos de su corrupción.


Publicado el 02/01/2025 en Okdiario