El
sábado una mujer fue asesinada por su marido en Madrid, el domingo otra en
Molina de Segura y otra más en Collado Villalba. Tres en un fin de semana y 28
en lo que va de año. A este ritmo en 2017 nos iremos otra vez a 60 ó 65
víctimas mortales, dato similar al de los últimos años, cifras a las que,
lamentablemente, nos estamos acostumbrando. Evidentemente debemos marcarnos
como objetivo llegar a cero mujeres asesinadas por sus parejas, pero podríamos
felicitarnos si consiguiéramos una tendencia descendente, cosa que ahora no
sucede. Sólo tenemos que fijarnos en la evolución del número de víctimas
mortales en accidentes de tráfico -5.940 en 1989, 3.464 en 2004 y 1.160 en
2016- para darnos cuenta de que en este ámbito las cosas no las estamos
haciendo igual de bien.
Aunque
en comparación con otros países en realidad no estamos tan mal. El Instituto
Centro Reina Sofía (ICRS) de la Universidad Internacional Valenciana –
lamentablemente hoy desaparecido por falta de medios- elaboró en 2010 su
"III Informe Internacional: Violencia contra la mujer en las relaciones de
pareja" en el que concluía
que “En España, anualmente la pareja o ex pareja ha dado muerte a tres mujeres
por cada millón de mujeres; en Europa, a cinco y, en América, a ocho.” Y además
estamos “por debajo de la tasa de la mayoría de países noreuropeos. En
particular, la tasa de España es mucho menor que la de Finlandia (10) o que la
de Noruega (5)”. No estamos tan mal como creemos, pero no estamos mejorando.
No
mejoramos a pesar de la Ley contra la Violencia de Género aprobada por Zapatero
en 2004. Esta Ley, que ha tenido indudables aspectos positivos en el trato que
la Administración presta a las mujeres maltratadas, no ha conseguido ningún
avance en cuanto a la prevención y erradicación de la violencia sobre la mujer.
Y eso a pesar de las clarísimas dudas que sobre su constitucionalidad plantea,
al castigar de forma distinta la violencia de género contra las mujeres que la
violencia doméstica contra los hombres y al quebrar la presunción de inocencia.
Se estima que casi una decena de hombres son asesinados al año en España a
manos de sus parejas. Además, informes basados en
los datos del Observatorio de Violencia de Género del CGPJ concluyen que sólo
un 20 % de las 1.3 millones de denuncias por violencia de género terminaron en
condena entre 2004 y 2015. Hay que reformar ya una ley injusta que no ha
funcionado.
Y
no consigue resultados porque es una Ley ideológica que no puede resolver un
problema del que no analiza sus causas, sino que las asume como dogma político.
Tan absurdo es plantear que no existe machismo en España, como asumir sin más
que ese es el único motivo por el que algunos hombres asesinan a sus parejas.
Para luchar contra el machismo tenemos que evitar los malos
ejemplos que nuestros niños reciben, entre otros, de nuestros políticos. Ver a
la pobre Irene Montero constreñida entre los machistas Iglesias y Errejón,
sentados en una posición que las ‘neofeministas’ denominan ‘manspreading’ –el despatarre
de toda la vida-, o leer a Pablo Iglesias que desea “azotar hasta que sangre” a
una periodista que no le trata como él cree merecer, son las actitudes públicas
que deberíamos evitar si queremos que las mujeres seamos respetadas. Pero habrá que estudiar seriamente las
razones sociales y psicológicas que provocan estos asesinatos, y no creo yo que
sea sólo por el machismo de Podemos... ¿O sí?
Publicado el 31/05/2017 en OKdiario